Sergio Ramos, capitán al cuadrado
El camero regresa al Santiago Bernabéu convertido en el gran líder de este Sevilla. Jugó su último partido en Chamartín el 1 de marzo de 2020, ante el Barcelona.
Sergio Ramos vuelve al Santiago Bernabéu, del que se despidió hace casi cuatro años con una victoria (2-0) en el Clásico contra el Barcelona, días antes de que se declarara la pandemia por coronavirus y el Real Madrid se exiliara en Valdebebas. Ese 1 de marzo de 2020, Ramos llevaba el brazalete, que sólo no portará este domingo porque lo hará Jesús Navas. Salvo contratiempo, el palaciego ejercerá de primer capitán del Sevilla.
Las salidas de Ivan Rakitic y Fernando Reges en el mercado invernal han dejado al camero como segundo mandamás de la plantilla nervionense apenas unos meses después de haber regresado a Nervión. Pero de facto, Sergio ya se ha convertido en el gran líder del vestuario del Ramón Sánchez-Pizjuán, el hombre que pone orden en el campo y también intercede por y ante sus compañeros durante esas pequeñas fricciones diarias entre futbolistas, entrenadores y directivos. Un elemento unificador que, aseguran en las entrañas de Nervión, ha puesto mucha paz y cordura durante estos tiempos tan convulsos en lo deportivo y lo institucional para el Sevilla, sólo apaciguados el último mes gracias a las victorias ante el Rayo Vallecano y el Atlético y el empate en Mestalla.
Ramos (más de 2.000 minutos) es ya el futbolista más usado de la plantilla y supera lo que jugó (1.790) durante toda su última campaña en el Real Madrid. El sóleo, que también le dio la lata durante sus dos temporadas en el Paris Saint-Germain, amagó con volver a amargarle hace unos tres meses pero la dolencia parece olvidada. Tienen la culpa horas de gimnasio, dobles sesiones y el cuidado especial que los futbolistas más cerca de los 40 que de los 30 necesitan para rendir bien.
Porque Ramos posee un plus. El de más allá del césped. Contra el Atlético dio un clínic de motivación en el túnel de vestuarios, antes de saltar al campo, con mensajes para todos y cada uno de sus compañeros. Aquello es el botón de muestra de un comportamiento diario que es elogiado por futbolistas y empleados del Sevilla. Capitán en Chamartín, capitán en Nervión, capitán para al cuadrado y para siempre.