Espanyol, ‘quiero y no puedo’
Tras un cambio en el banquillo, 27 movimientos de mercado y un duro calendario, no acaba de arrancar el equipo de Diego Martínez, quien ya ha ido avisando de la dureza de esta Liga.
Lo venía advirtiendo Diego Martínez en sucesivas comparecencias: “Debemos reajustar los objetivos”, “la plantilla está incompleta”, “este año tendremos que sudar sangre para ganar”… Seguramente, el que avisa no es traidor, pero no por ello menos responsable de los éxitos y tropiezos de un Espanyol que ha cumplido con los augurios más realistas en el arranque liguero y que alcanza el primer parón liguero con su nuevo entrenador con un balance de solo cuatro puntos sobre 18 posibles. Con una victoria, un empate y hasta cuatro derrotas. Un ‘quiero y no puedo’ de seis jornadas que obedece, principalmente a seis causas.
Una revolución incompleta
En la raíz de todo el problema está la planificación. No es una acusación, sino un debe reconocido por los propios rectores del club. Si ya es difícil que funcione desde el primer día una plantilla que entre altas y bajas ha registrado 27 movimientos este verano, con el culebrón de Raúl de Tomás como sonrojante guinda, más complicado resulta hacerlo cuando el equipo cojea. Por posiciones que no se han reforzado lo suficiente, como el central o el extremo, para las que no se puede esperar hasta enero porque quizá sea demasiado tarde.
El calendario, una piedra en el zapato
Sin echar las culpas a terceros, lo que sería propio de mediocres, tampoco se debe esconder la amenaza que se cernía por el Espanyol ya antes de que comenzara el campeonato: el arduo calendario de inicio, con Real Madrid, Athletic Club, Sevilla y Real Sociedad en las seis primeras jornadas. Una previsible prueba de fuego tras otra que ya se intentó calibrar al final de la pretemporada, programando amistosos ante rivales de primerísimo nivel como Brighton o Nápoles. Pese a todo, fue capaz el Espanyol de sacar los tres puntos de San Mamés, quizá la más inexpugnable de esas plazas, y sin embargo cayó en casa contra un Rayo Vallecano de su misma Liga. Como lo serán la mayoría de adversarios tras el parón, cuando fallar ya apenas estará permitido.
El estilo, arma de doble filo
La intensidad fue la palabra más empleada durante todo el verano desde el terreno meramente futbolístico, junto a la presión alta. Sellos característicos de un Diego Martínez que sobre la marcha, como ya le ocurrió con éxito en el Granada, ha ido haciendo retoques, aunque en este caso mayoritariamente obligados, como la defensa de cinco de entrada en Anoeta. Una presión alta impide a los centrales pericos, por sus virtudes y defectos, rendir a su máximo nivel, pues son más proclives a optimizar sus recursos cerca del área propia. Y de ahí en cierto modo la increíble cantidad de errores no forzados que acaban en gol. Pero atrasar el bloque aleja al equipo de la claridad en ataque, incluso parte a un centro del campo demasiado escalado. En el equilibrio está el acierto, pero por ahora no se ha encontrado.
A remolque
Es esa irregularidad, no de una jornada a otra sino dentro de un mismo partido, lo que también está condenando al Espanyol, capaz de momentos de altísima competitividad como la primera parte de Balaídos –que, aun así, acabó con un 0-1 en contra–, los primeros minutos frente al Rayo Vallecano, algunos tramos del choque ante el Real Madrid (otras dos derrotas) y la segunda mitad contra el Athletic, ahí sí, con triunfo. Esa falta de constancia ha llevado a los blanquiazules, salvo en San Mamés, a jugar con el marcador en contra demasiado tiempo.
Reparto escaso del gol
El dato es bueno y malo a la vez. Porque Joselu Mato lleva ya tres goles, por dos de Martin Braithwaite y otros tantos de Edu Expósito. Sin embargo, eso mismo quiere decir que no hay más goleadores en la plantilla, por ahora. Sin ser el mayor de sus males, el Espanyol llega y remata, incluso ha tenido la mala suerte de estrellar varios balones en el palo, pero le falta cierta claridad de ideas y criterio en el último tercio del terreno de juego. Por suerte, empieza a explotar la estrategia. Pero abusa, por ejemplo, de centros que no tienen un destino claro. Y, con todo, el global goleador no es tan escaso como lo que se genera.
Continuas adversidades
Caso Raúl de Tomás al margen, pues desde principios de la pretemporada quedó claro que no jugaría más en el Espanyol, a Diego Martínez se le han acumulado los contratiempos con esos intangibles que poco se pueden controlar. Como mucho, con una mayor prevención de lesiones: Óscar Gil, Rubén Sánchez, Keidi Bare, Pol Lozano, José Carlos Lazo, Fernando Calero, Adrià Pedrosa, Gregorio Gracia ‘Gori’… Y a ello cabe añadir sanciones como las de Sergi Gómez o Benjamin Lecomte. El “jodido pero contento” del entrenador, que servía para sintetizar el mediocre balance del mercado estival, puede servir también para explicar el bagaje. Aunque cada vez menos “contento” y más de lo otro, probablemente.