Se retira Verdú, el genio silencioso
Sin hacer mucho ruido, el mediapunta relevó con éxito a titanes como Valerón en el Depor y De la Peña en el Espanyol. Formado en la Masia, cuelga las botas en L’Hospitalet.
Su carácter tímido, sin la pretensión de llamar la atención ni mucho menos de dar la nota, lo trasladó Joan Verdú (Barcelona, 05-05-1983) a todos los vestuarios en los que estuvo. Y, sobre todo, al terreno de juego, donde ejerció de asistente de lujo de todo aquel que quisiera (o pudiera, por su alto estándar de calidad) entenderlo. A sus 39 años, y después de haberse dado el gustazo –a él y a la afición– de despedirse tal como había comenzado, en el fútbol catalán, el geni de l’Eixample, como le bautizaron en Catalunya Ràdio, ha decidido colgar las botas.
“Desde que tengo conciencia, me recuerdo pegado a un balón”, recuerda en una emotiva carta abierta de despedida, en la que evoca cómo “ya en la guardería jugaba a fútbol sala con mi hermano Marc, teniendo tres años menos y siendo mi padre un entrenador”. En la Penya Anguera empezó a jugar en equipo, desde los cinco a los diez años, cuando lo reclutó el Barcelona, “donde crecí y me formé como persona y jugador”, según apunta en esas líneas, junto a Lionel Messi, Andrés Iniesta, Víctor Valdés o Sergio García, su sempiterno socio.
Porque, a falta de oportunidades en el Barça, en 2006 decidió dar el salto al Deportivo, “donde me convertí en futbolista profesional”. Tuvo que sortear la complicada papeleta de relevar a un súper clase como Juan Carlos Valerón, y tras unos inicios complejos lo logró con Miguel Ángel Lotina en el banquillo.
Fue en 2009 cuando regresó Verdú a su casa, a Barcelona, para iniciar una etapa destacada en el Espanyol, “donde llegué a ser capitán y pasé años maravillosos”. Donde caló. Y donde se reencontró con Sergio García, para ocupar la plaza en el terreno de juego de Iván de la Peña, otro genio. Con noches espectaculares como aquella de diciembre de 2011, con dos goles en siete minutos al Atlético de Madrid. E incluso con una peña a su nombre. Su salida en 2013 resultó traumática.
El Betis, “un privilegio”, el Baniyas árabe, un “club histórico” como el Levante, la Fiorentina o el Qingdao Huanghai, en el que “un entrenador, Jordi Vinyals, que me hizo ver un fútbol a mi medida” precedieron su última etapa. En noviembre de 2020, en plena pandemia, su inseparable Sergio García, excompañero, amigo y vecino, le convenció para enrolarse en la Montañesa. Y el pasado verano, fichó por L’Hospitalet, “otro histórico”.
“Me doy cuenta del gran privilegio que ha sido poder dedicarme a este deporte durante tantos años. Desde que nací hasta que me muera, amaré el fútbol”, sentencia Verdú, quien añade: “Todo lo que me ha dado el fútbol espero haberlo devuelto de algún modo a todo aquel que haya disfrutado viéndome jugar en algún momento”. Y, tras un cúmulo de agradecimientos, concluye: “Se cierra una etapa pero, desde luego, pondré todo mi empeño en seguir vinculado al balón aunque sea de otro modo o lugar”.