Maxi-Mina: el intercambio del fracaso
Los dos jugadores dejaron sus clubes este verano por la puerta de atrás. El vigués se va por un delito de abuso sexual y el uruguayo por su bajo rendimiento.
Valencia y Celta protagonizaron uno de los traspasos del verano de 2019. Fue una operación a cuatro bandas que supuso el regreso de Santi Mina a Vigo y el desembarco de Maxi Gómez en Mestalla. El intercambio se completó con quince millones para el conjunto céltico y la cesión de Jorge Sáenz durante dos temporadas. Tres años después, ninguno de los implicados permanece en el mismo sitio y sus casos han dado mucho que hablar en los últimos tiempos. Es la historia de un intercambio de fracaso.
La irrupción de Maxi Gómez en Balaídos con apenas 21 años pronto le convirtió en uno de los delanteros más cotizados de la Liga. El ariete de Paysandú firmó una tarjeta de visita impresionante en su primera temporada (18 goles y 5 asistencias) y mantuvo el nivel en su segundo año (13 goles y 5 asistencias). El Valencia le sedujo para su proyecto de Champions y cambió el Atlántico por el Mediterráneo por una tasación de 30 millones de euros en la operación. Tras tres campañas a orillas del Turia, su valoración ha bajado en picado, hasta el punto de ser traspasado este verano al Trabzonspor por unos ridículos tres millones de euros. Es decir, su preció se dividió entre diez en tres temporadas.
El uruguayo marcó 22 goles entre todas las competiciones durante su etapa en el Valencia, sólo cuatro tantos más que en su primer año en el Celta, cuando anotó 18 tantos en la Liga. Su bajo rendimiento y su decreciente protagonismo estuvo acompañado de episodios de polémica, sobre todo con José Bordalás. La llegada de Gatusso al banquillo tampoco varió los planes y Maxi acabó siendo vendido en el último día del mercado de verano. Aterrizó en Mestalla para marcar una época y su salida acabó siendo un alivio para la entidad valencianista.
El caso de Santi Mina es diferente a nivel deportivo, aunque su final es mucho más dramático. El delantero vigués fue uno de los elegidos de la ‘Operación Retorno’ activada por el Celta en ese verano de 2019 y su rendimiento en el campo fue de menos a más. Después de una primera temporada algo irregular, que finalizó con ocho goles y cuatro asistencias, la llegada de Coudet le convirtió en indiscutible. Mina se vio reforzado por el Chacho y fue ganando peso en el equipo. Acabó su segunda temporada con 13 goles y 4 asistencias y el año pasado logró 9 tantos y 5 pases de gol.
Sin embargo, el gran revés le llegó a Santi Mina a través de los juzgados. El futbolista fue declarado culpable por un delito de abuso sexual cometido mientras pertenecía al Valencia y el Celta decidió apartarlo inmediatamente del equipo. El conjunto vigués no pudo despedirlo porque la sentencia todavía no es firme, cabe recurso, pero finalmente logró que se marchara cedido al Al Shabab. El presidente Mouriño reconoció su error por creer al jugador y no incluir una cláusula de liberación si era declarado culpable. No volverá a vestir la camiseta del Celta.
El último implicado de esta operación de intercambio fue Jorge Sáenz, quien fichó en ese verano de 2019 por el Valencia, procedente del Tenerife, y salió inmediatamente cedido al Celta por dos temporadas dentro del acuerdo alcanzado entre los clubes para el trasvase de delanteros. Sin embargo, su historia en Vigo fue una auténtica pesadilla. Fue expulsado en su debut a los once minutos y desde entonces sólo jugó algunos partidos sueltos en su primera campaña a préstamo. Aunque parezca imposible, la experiencia todavía fue peor al año siguiente. Sáenz se pasó la temporada en blanco, sin minutos en Liga ni en Copa.
De regreso en Valencia tampoco le fue mejor. De hecho, tres años después de su fichaje, sigue sin tener un hueco en la plantilla che. El año pasado fue cedido al Marítimo portugués primero, donde apenas jugó, y al Mirandés después, donde sí tuvo mayor protagonismo. Este verano ha vuelto a salir cedido, en este caso al Leganés. De momento, es indiscutible en la zaga pepinera.