Luis García, pegamento instantáneo
Tras la destitución de Diego Martínez, que se anuncia esta mañana, el Espanyol busca en el exjugador la salvación, un estímulo para la plantilla y la reconciliación con una grada harta.
No ratificó el Espanyol a Diego Martínez durante el parón liguero, el momento de tomar decisiones en caso de estimarlo conveniente. Ni siquiera lo cuestionó entonces, tal como desde el club se aseguró con insistencia, sin emitir ningún mensaje en público para no erosionar la figura de su entrenador. Y la plantilla, representada por el capitán, Sergi Darder, transmitió su total confianza en él. Sin embargo, la durísima derrota en Montilivi ante el Girona (2-1), con un juego rácano e improductivo, y con una imagen de equipo alicaído que recordó a épocas recientes, ha provocado un terremoto que ha acabado con la salida del técnico y con la llegada próxima de Luis García al banquillo del Espanyol, como se oficializará este lunes en ambos casos.
El CEO, Mao Ye, convenció este domingo al presidente y propietario, Chen Yansheng, de la conveniencia de rescindir a Diego Martínez, sin que se descarte en unas semanas la del director deportivo, Domingo Catoira, como artífice de una errática planificación, en el que ya se puede considerar el momento más crítico del Espanyol desde que se consumara el dramático descenso de 2020. Cuatro derrotas consecutivas y la progresiva sensación de una autoestima cada vez más baja por parte de la plantilla han desencadenado los acontecimientos, en un bandazo más de la era Chen.
Lo que se constató en Girona fue la inoperancia el día en que se habían jugado la reacción prácticamente a una carta tanto vestuario como directiva. Pero lo que apareció fue una hasta cierto punto lógica simplificación en el juego que, sin embargo, tampoco llevó a buen puerto al equipo, incapaz de vivir en una zona cuando menos tranquila a pesar de contar con una pareja de goleadores que suman 21 goles, como lo son Joselu Mato (12) y Martin Braithwaite (9).
En Montilivi también se escenificó otro de los temores del club, en un momento en que remar todas las partes en la misma dirección es obligatorio para salir del pozo: el divorcio entre el equipo y la grada, visible en el momento en que la afición perica presente en Girona no aceptó las disculpas de los jugadores, justo después de finalizar el partido. En el descenso de 2020, por culpa de la pandemia, ni hubo público en los estadios ni se pudieron realizar concentraciones de ningún tipo. Todo lo contrario que en la actualidad, empezando por el Espanyol-Athletic Club del próximo sábado.
El hartazgo es evidente con la mochila de aquel descenso como causa primigenia, pero también forjado en una progresiva pérdida de identidad y de un patrón de juego, y esta temporada representado en una política de altas y bajas que ha rozado la esquizofrenia, con casi una cuarentena de movimientos entre el verano y enero, para empeorar los resultados de la campaña pasada, con una plantilla totalmente distinta y con un Vicente Moreno como entrenador que no acabó la temporada a pesar de tener la permanencia garantizada.
Con 27 puntos y la realidad de una zona de descenso a la que entrará el Espanyol en caso de que este lunes el Valencia derrote al Rayo Vallecano, la decisión de optar por el emblemático Luis García es sentimental, motivacional, pero también de juego, por un patrón que ha labrado en una Damm a la que metió en la Copa del Rey juvenil por tercera vez en su historia y en un RSC Internacional, el tercer equipo del Real Madrid, donde lleva 68 goles a favor y sólo cuatro derrotas, en Tercera RFEF. Una apuesta arriesgada en el presente que, sin embargo, casa con el volantazo que debía dar el club en estos precisos instantes.
Más allá de lo que supondrán los finiquitos de Diego Martínez y de su cuerpo técnico, lo que centran los cálculos económicos de Chen son las consecuencias de un descenso. Y pasan por unas ayudas de LaLiga inmensamente menores a las de la temporada 2020-21, por un límite salarial infinitamente más bajo que obligaría a perder al grueso de la plantilla y con ejemplos de clubes históricos en el purgatorio que cada vez se aparecen más en la retina del perico, como el Real Zaragoza, el Málaga o el Deportivo de la Coruña. Tiempo queda para evitar la pesadilla, 11 jornadas, aunque cada vez menos. Será con un nuevo entrenador.