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SEVILLA

“Koundé nos dio la vida”

El Sevilla cierra la planificación con incógnitas, pero retoma el modelo de ventas para irrumpir con más fuerza en próximas ventanas de fichajes

“Koundé nos dio la vida”. Es el resumen certero de un alto ejecutivo del Sevilla. El contador ya está a cero al cierre del mercado estival. Seis fichajes, numerosas bajas y queda la sensación de que quedaron frustrados cambios de mayor profundidad. Sobraban ideas, aunque faltó liquidez. Los 60 millones de euros de pérdidas acumuladas en los dos últimos años fueron una rémora para el borrador primigenio. El lastre se eliminó con los traspasos del central francés y su compañero centinela Diego Carlos. Parte de la recaudación la orientaron hacia sus relevos, 28 millones destinados para reclutar a Marcao y Nianzou.

Dos años sin desprenderse de sus mejores activos colapsaron el modelo esta pretemporada porque igualmente el ritmo de fichajes no frenó, incluso en el invierno pasado con Martial y Tecatito porque el Sevilla olía sangre en la cúspide de la tabla antes de que las lesiones martillearan sus desaforadas ilusiones. Los 175 millones de coste del plantel 22/23 que le ha quedado a Julen Lopetegui reclamarán ventas por valor de 35 millones, según las estimaciones desveladas por Monchi. Ingresos imprevistos en competición europea, en Copa o mediante patrocinios menguarían las necesidades pendientes. La noria, en todo caso, ya puede volver a girar con normalidad.

La precipitada marcha de Diego Carlos al Aston Villa cayó por sorpresa. Ni siquiera había acabado mayo. Hace siglos a estas alturas. 31 millones se consideraron una mala gestión en la crítica y entre los más acérrimos aficionados. El tiempo puso las cosas en su sitio y, pasado un trimestre con sus olas de calor, la operación hasta parece plausible por la edad del brasileño y por el rigor que marca el propio mercado. “El decimocuarto y decimoquinto de la Premier tiene más ingresos por derechos de televisión que el Sevilla, cuarto de la Liga”, recordó Monchi, que dedicó el mediodía del miércoles a dar una clase de administración deportiva. Uno de esos clubes en la zona mediocre de Inglaterra es el Villa, curiosamente.

Operaciones menores como las cesiones de Óscar al Celta o Idrissi al Feyenoord borraron descartes de la pizarra del director deportivo sin dejar mucho en caja, salvo el ahorro en la masa salarial. También regresó a casa Luuk de Jong, que generó unos cuatro millones con su vinculación al PSV. La planificación iba rasante. Sin duda, el sainete de Koundé le dio vuelo a la planificación. Las cantidades no variaban fuera al Chelsea o al Barcelona. Ese trato era primordial para acometer los planes iniciales. 50 millones de traspaso, más 12,5 en variables, evitó riesgos con las inscripciones y permitió al club de Nervión proseguir con las incorporaciones. Ya había llegado Marcao, tras otras sempiternas negociaciones con el Galatasaray. Y le siguió Isco, con la carta de libertad.

Álex Telles fue el tercer refuerzo, a préstamo del Manchester United. Salvo el malagueño, estaba claro que la zaga era la línea prioritaria en la primera fase. Por eso, Monchi terminó atrapando a Nianzou en una gestión relámpago en su desenlace con el Bayern de Múnich. 16 millones en gasto y diversas cláusulas añadidas: cuatro millones más en variables y una opción de compra para el club bávaro, que además se reservó un 22 por ciento de su propiedad.

La pretemporada, que arrancó amable, se fue nublando con los amistosos en Inglaterra. El Arsenal y el Leicester desnudaron las carencias en numerosas parcelas del campo, tal y como confirmaron Osasuna, el Valladolid y el Almería. La cesión de Rony Lopes al Troyes, donde sorprendió de mismo modo en su estreno como en una entrevista explosiva a L’Equipe, liberó una plaza en la plantilla. El dorsal 25 era suyo, si no salía de nuevo de ruta por Europa, tras recalar en el Niza y el Olympiakos. La amenaza de denuncia ante la AFE no aconsejaba al Sevilla abrir una lista de espera para así evitar ridículos innecesarios.

Y, entonces, el éxtasis de un mercadeo cada vez más esperpéntico originó los ajustes finales. Ocampos, con el gesto contrariado y con pocas ganas de mudanza, aceptó jugar en el Ajax. Nueva historia con categoría de farsa. La venta valorada en 20 millones, más bonificaciones, abría los cielos del Sánchez-Pizjuán. Demasiado bonito para ser verdad. La rectitud de expertos en números puso trabas y la despedida del argentino degeneró en hasta luego con una cesión por cuatro millones y opción de compra no obligatoria. En plena faena con los neerlandeses, el Sevilla, por fin, cerraba la etapa de Munir. Ya eran tres puestos libres en el plantel. De golpe, aterrizaron Januzaj, asimismo libre, y Dolberg, uno de esos viejos deseos que Monchi suele desempolvar. Dos delanteros para darle creatividad a un equipo en exceso previsible sin el ingenio de Suso y la añorada aportación de Ocampos los dos últimos ejercicios, con la lesión añadida de Tecatito Corona.

La estrecheces económicas mantuvieron en el cajón de los secretos de Monchi nuevas alternativas para la medular (se antoja obligatorio un recambio o complemento para Fernando) y para el ataque, porque Rafa Mir es un meritorio que crece a saltos y En-Nesyri extravió el camino del gol entre lesiones y la Copa de África. Incluso, está por ver si un central de recambio no acaba entre las lamentaciones. Así queda el panorama hasta Navidades, pero el Sevilla, según sus rectores, retomó la senda del modelo exitoso de ventas para seguir creciendo y sin el lastre de los números rojos para rastrear con más generosidad próximos mercados de fichajes.