Gorrotxategi, poesía eres tú
La Real se impuso al Athletic (3-2) con un gol del eibartarra en el minuto 91.


Menudo subidón. El adjetivo, así de rotundo cual suena, se queda corto para describir lo que servidora (y, francamente, toda Anoeta) vivió en el derbi de la Real Sociedad ante el Athletic. Si la felicidad pudiera medirse en la escala de Richter, San Sebastián habría rozado el seísmo. Y sí, el epicentro fue ese gol de Gorrotxategi, una de las joyas de la corona de Zubieta en la actualidad.
Hay que ser honestos. Si hubiéramos sido meros observadores desapasionados, lo justo es señalar la horrible primera mitad que nos regalaron los dos equipos. Bajo una lluvia constante que hacía el espectáculo más tedioso que un congreso de fiscalidad, el fútbol brilló por su ausencia, compensado únicamente por la ilusión y la voluntad.
Ese primer tiempo fue un carrusel de sensaciones. Barrenetxea, uno de los mejores de esta temporada, se desfondó para darle una asistencia medida a Brais Méndez, cuyo gol (el 1-0) con dedicatoria de ‘chupete’ parecía el preámbulo de una noche plácida. Ingenuos. La zozobra llegó en un lapso de cinco minutos: Barrene al suelo, Guruzeta a las redes. En un derbi que no estaba pasando nada, pasó todo, y no precisamente bueno, en ese lustro fatídico. Mucha rabia.
Pero el fútbol, como la alta costura, tiene sus caprichos. La segunda mitad estaba escrita por un guionista de thriller con gusto por los finales de película romántica. Vimos a Zakharyan marcar un golazo que el colegiado, cual censor estricto, anuló. Vimos cómo los de Valverde empataban de nuevo, justo cuando la sensación de control regresaba a nuestros corazones. El terror y los fantasmas del empate aparecían de nuevo en el horizonte. Y entonces, en el minuto que nadie esperaba, en el clímax de la tensión narrativa, apareció Gorrotxategi. El eibartarra, que se estrenaba como goleador en un derbi junto con Brais y Guedes perforó la portería de Unai Simón. Se cantó como un título. Fue el primer partido de la temporada en que la Real marcaba tres goles, y menudo día eligió para hacerlo.
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Este triunfo pone a la Real a dos puntos de los vecinos y permite enlazar tres victorias consecutivas tras un inicio de LaLiga que, para ser elegantes, podemos catalogar como dramático. Esto va por rachas, y la txuri-urdin esperemos que acabe de arrancar. La felicidad en Donostia promete ser tan larga como lánguida será la digestión en Bilbao. Es un triunfo que sabe a gloria, que nos devuelve la fe y que, sobre todo, permite mirar al Athletic por el retrovisor con esa mezcla de superioridad y elegancia deportiva. Sergio Francisco, por cierto, tuvo el mejor bautizo que se puede desear.
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