Enzo Zidane se despide del balón con 29 años
El hijo mayor de Zizou jugó para el Madrid y el Alavés. Ahora, tras retirarse, se centrará en su familia (tiene tres hijas) y en sus inversiones.
Es un privilegio ser dueño de tu propio destino. Enzo Zidane (Burdeos, 1995) ha ejercido ese derecho para poner el epílogo, antes de cumplir los 30, a un sueño que no ha terminado como él siempre imaginó. La llama de la ilusión fue languideciendo con el tiempo hasta extinguirse del todo. La desmotivación le ha llevado a decir adiós a su gran amor desde niño: el balón. El Fuenlabrada, en 1ª RFEF, fue la última estación de su trayecto antes de bajarse del tren. Con 29 años, la pelota ha pasado al trastero de las pasiones rotas.
La sensación de hastío que empezó a germinar tiempo atrás fue agigantándose al comprobar que la realidad daba la espalda a sus fantasías en cada equipo por el que pasaba. En verano de 2023, cuando dejó el Fuenlabrada, la idea de dar un paso al lado ya estaba consolidada. Aunque ha surgido el interés de algunos equipos, Enzo no quería continuar dando vueltas en una noria que no le llevaba a ningún sitio. Su decisión ha sido muy meditada y respaldada por toda la familia, que forma una piña inquebrantable.
Le habría encantado triunfar en el Real Madrid, siguiendo la estela de su padre o de su admirado Luka Modric, pero Enzo tuvo que renunciar a su gran anhelo y abandonar el club en el que se formó durante 13 años cuando apenas había saboreado el placer de sentirse jugador del primer equipo.
El primogénito de la saga de herederos del gran Zizou tuvo que soportar desde niño la pesada losa del ilustre apellido de su padre, razón por la cual en sus inicios la familia optó por acompañar su nombre (producto de la admiración de Zinedine por el uruguayo Enzo Francescoli) con el apellido de su madre, Fernández. Con 10 años ya bordaba las típicas ruletas que aprendió en casa entrenando con el mejor maestro posible en ese arte.
En la portada de su álbum de recuerdos deportivos figurará el debut que llevaba esperando desde niño. Ocurrió la tarde del 30 de noviembre de 2016. Su padre, entrenador en ese caso, le dio la alternativa en el descanso de un partido de copa ante la Cultural Leonesa en el Bernabéu. Enzo disfrutó aquellos 45 minutos como si fuera un emperador romano celebrando una conquista. Incluso marcó un gol en el 6-1 final, con hat-trick de Mariano Díaz. Se sintió más futbolista que nunca y la celebración de su gol fue de una apoteosis plena. Hijo agradecido, aquella camiseta, recompensa a tantos años de esfuerzo, se la regaló a su madre. Sin embargo, la explosión de felicidad resultó muy fugaz. El Madrid le mostró la puerta de salida.
En verano de 2017 el Alavés apostó por él. Sergio Fernández, director deportivo, creía en el potencial de Enzo. Sin embargo, la aventura no salió como se esperaba. Ni Zubeldía, ni De Biasi ni Abelardo confiaron demasiado en un centrocampista al que le fue mermando la confianza conforme avanzaba la temporada y no se despegaba del ostracismo. Apenas pudo disputar cuatro partidos como babazorro.
A partir de ahí comenzó un peregrinaje por el Lausana suizo, Rayo Majadahonda, CD Aves portugués, Almería, Rodez Aveyron, de la Ligue 2 francesa, y Fuenlabrada. En ninguno de esos destinos Enzo logró encontrar la mejor versión de sí mismo.
Harto de dar tumbos sin que las musas de la inspiración le acompañasen, ha decidido cambiar de rumbo en la vida antes de cumplir los 30 años. Casado con la venezolana Karen Gonçalves y padre de tres hijas, Enzo centrará sus esfuerzos en cuidar de sus inversiones, atender a la familia, ver crecer a Sia, Giulia y Kaia y seguir de cerca la evolución de sus tres hermanos “andaluces”: Luca (Granada), Theo (Córdoba) y Elyaz (Betis). El fútbol ya ha pasado a ser un bonito recuerdo y una apasionante afición. En el Santiago Bernabéu le espera el palco familiar para ser espectador de una película de la que muchas veces soñó con ser protagonista.
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