El viaje de Lamine al Balón de Oro... continúa
Es el jugador más creativo del fútbol en la actualidad. En un año ha pasado del octavo al segundo puesto y aún está a tiempo de ser el más joven de ganarlo. Tiene tres años para ello.


Lamine Yamal, segundo clasificado del Balón de Oro de 2025 con apenas 18 años y dos meses y todavía a tiempo de ser el más joven de la historia en ganarlo (Ronaldo Nazario lo ganó pasados los 21), es un creativo del fútbol. Es su singularidad y ese don adquirido en los parques de Rocafonda, lo que le permitió dejar la temporada pasada jugadas para el recuerdo aunque no terminasen en gol, como aquella del recorte seco a Dimarco en la semifinal contra el Inter, lo que le ha llevado a estar tan cerca de este éxito tan precoz. Pero no sólo ha colaborado su magia. Lamine no es solo una colección pirotécnica y juegos de artificio. Juega para ganar; y para ponerse legítimamente la corona de mejor jugador del mundo. De momento, está a un escalón de subirse a la cúspide.
Nadie podría sospechar hace poco más de un año que Lamine tuviese aspiraciones reales a ganar un Balón de Oro que ha rozado. La Eurocopa de Alemania significó su gran explosión, aunque Lamine ya había dejado algunas señales inequívocas la temporada anterior. Su amistoso con España ante Brasil en el Bernabéu; o su eliminatoria contra el PSG ya anunciaban algo grueso. Nada parecido, sin embargo, a su trayectoria hasta la victoria en Berlín, con actuaciones memorables como la semifinal de Múnich.
Para cuando Lamine se puso a las órdenes de Hansi Flick en el Barça, ya era una estrella. El país se llenó de camisetas con su dorsal ‘19’ en el Barça y la Selección, y el jugador supo escuchar los consejos de su nuevo entrenador, que le ha transportado a otro nivel. Lamine firmó un curso excepcional, que fue más allá de los 18 goles y las 25 asistencias. Sobre su fútbol y el de Pedri fluyó el juego del Barça. Más que sus números, fue su capacidad para generar fútbol y aclarar jugadas.
También para trascender en partidos importantes. Casi cada noche grande del Barça, era noche de Lamine. Su actuación en la semifinal de la Champions contra el Inter fue apoteósica. En la ida marcó un gol de genio y produjo un caudal de juego que dejó atónito al mundo del fútbol. En la vuelta se estrelló con Sommer y con el palo en una acción, ya con 2-3, que no sólo hubiese metido al Barça en la final del Allianz, sino que habría significado medio galardón para el genio de Rocafonda. Lamine ya había brillado también en la vuelta de los octavos contra el Benfica, donde se había inventado una rosca fabulosa que puso en pie al Lluís Companys.
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Pero si en algo se significó Lamine fue en los Clásicos, el partido con más repercusión a nivel mundial. Empezó por marcarle su primer gol oficial al Madrid en el partido de la primera vuelta en el Bernabéu. Fabricó una obra de arte en la final de la Supercopa en Arabia; asistió a Pedri en la final de Copa de Sevilla, y decidió el título con otra actuación de crack mundial en el Clásico de la segunda vuelta. A sus 18 años, Lamine acaba de firmar una renovación millonaria y larga con el Barça, club al que estará unido como mínimo hasta junio de 2031. Ya luce el ‘10’ del Barça, como los grandes mitos: Maradona, Ronaldinho, Messi. Acumula dos premios Kopa al mejor jugador joven y, en un año, ha pasado del puesto ocho al segundo en la clasificación de mejor jugador del mundo. Si no se rompe nada en el siempre delicado universo de las superestrellas, será un jugador de leyenda.
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