El crescendo de Moleiro
La perla de Las Palmas sigue acumulando minutos y actuaciones destacadas.
El Getafe estaba más que advertido. Ante el Betis en el Benito Villamarín, Alberto Moleiro venía de quedarse a un solo regate de igualar el mayor número de regates conseguidos en un encuentro de liga por Vinicius Jr ante el Rayo Vallecano. Es más, las nueve gambetas del amarillo ante los verdiblancos sólo han sido superadas en las cinco grandes ligas europeas en tres ocasiones: las mencionadas diez del merengue, las doce del Doku del City frente al Liverpool y las diez de Leroy Sané del Bayern contra el RB Leipzig.
Tampoco se puede decir que al Betis le cogiera por sorpresa aquella actuación del tinerfeño. En la jornada anterior el diez insular, entraba al césped en el minuto 58 y en menos de un cuarto de hora, a poco que Kike Barja le dejó dos metros de espacio, Moleiro anotó un golazo desde fuera del área. Un tanto que de no ser respondido poco después hubiera significado el asalto al tren de los tres puntos de Pamplona.
Ante el Getafe le tocó bailar pegado al control de seguridad yoruga. Damián Suárez vigilaba de cerca. Si Moleiro estaba juguetón, los azulones tenían a Gastón Álvarez con un ojo puesto en el vértice izquierdo del ataque grancanario. Y por si acaso, por ahí andaban Milla, Duarte, Greenwood —debido a la altura que se situaba Sergi Cardona— y hasta Bordalás. Sin embargo, Moleiro lejos de apagarse emitía señales de seguir vivo.
Bien es cierto que García Pimienta, como afirmó en la rueda de prensa buscó desordenar al Getafe desordenándose él mismo. Además, como suele ser habitual sobrecargó la parte izquierda del ataque, por allí rondaban Sergi Cardona, Javi Muñoz rompía a la espalda, Sandro de vez en cuando se dejaba caer como si fuera el anfitrión de la fiesta y quisiera asegurarse que a nadie le faltaba agua. Y por si fuera poco, a ellos se le sumaba la dupla Kirian-Loiodice quienes apoyaban para ofrecer una salida atrás cuando se necesitara.
Si bien es cierto que con espacio Moleiro brilla con toda su intensidad, —nos ha fastidiado mayo con las flores— en la superpoblación es capaz de encontrar un rinconcito para crear hábitat de supervivencia y rendijas desde la que hacer daño. No en vano, a pesar de todas las vigilancias y las piernas del mundo, fue el jugador del trío ofensivo de Las Palmas que más participó en el juego, dando ocho pases, más de veinte pases que Sandro Ramírez y Munir, junto. Siendo que el jugador que más lo hizo, de ambos equipos, en el último tercio del campo igualado con su paisano Kirian.
A su actuación le faltaba el broche del gol. Y lo peor fue que lo anotó. Tras un rebumbio en el área tras un disparo de Cristian Herrera bloqueado por Rico, Moleiro apareció y como reina en los espacios angostos fue capaz de superar al meta y anotar a puerta vacía. Sin embargo, unos centímetros de adelantamiento de Julián Araujo en el nacimiento de la jugada dejaron justamente el gol en el limbo.
Precisamente esos centímetros son los que han dejado sin más laureles al futbolista en el último año y medio. Si alguien escuchara por primera vez el nombre de Moleiro y se interesara por su trayectoria y mirara su año precedente podría creer que tal vez le falta cuchillo. Pero lejos de la realidad, el curso pasado fue el jugador que más lanzamientos al poste hizo de la Segunda División, empatado con Jonathan Viera. Además fue el segundo mayor asistente de la categoría. Por ahora lleva un gol y una asistencia —premiada como la mejor jugada del mes de noviembre—.
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