De los pitos a las flautas
Desde que el Bernabéu le abucheó ante el Celta en Copa, volantazo de Tchouameni. Ante el Rayo mezcló de forma estupenda con Modric.
Aurélien Tchouameni. O cómo convertir pitos en flautas. Desde que el Bernabéu le recibió con sonido de viento contra el Celta el 16 de enero. En la mente de la grada, el sonrojo de Arabia (2-5 en la Supercopa). Fue central. Pero contra los celestes volvió a su hábitat. A la sala de máquinas. Y ahí se ha hecho fuerte. Aquel día fue su kilómetro cero. Aquel día ya derrochó personalidad. Porque tras el concierto de silbidos, se reivindicó. Entendió que el mejor remedio para acallar críticos es contestar en silencio. Desde el campo. Allí comenzó su rehabilitación. Y los últimos encuentros, todos en el centro del campo, lo confirman. Si había debate hace 51 días, ahora nadie le rebate. Tras su peor momento, el mejor Tchouameni. Ante el Rayo, además, corrió y decidió. Como le gusta a Ancelotti.
La confianza en el fútbol, si no lo es todo, es mucho. Y la de Aurélien acaricia máximos históricos. La intendencia se le presupone. Y la demostró ante La Franja: ocho recuperaciones (solo Lunin le superó en el Madrid), cuatro interceptaciones, dos despejes, seis duelos ganados... Estuvo fuerte en el choque y muy atento a la anticipación. “Sin balón es espectacular, sobra decirlo”, resumió Carletto. El debe fue algún descuido a su espalda. Pero lo compensó con balón. Tuvo jerarquía. La pidió y supo soltarla. De su bota, con un gran pase al espacio rumbo a Rodrygo, nació el zapatazo al palo de Vinicius. También el 1-0 de Mbappé. Robo de Tchouameni en campo propio y pase vertical para romper la línea de presión. Kylian y su combinación con Vini hicieron el resto. Pero la primera piedra la puso él.
“La dupla de hoy, Modric y Tchouameni, lo ha hecho muy bien”, apuntó Ancelotti. Una realidad. Luka resta obligaciones en la construcción al de Ruán. Y ello dibuja un menos es más evidente. Si con Camavinga no hay entendimiento por transitar por zonas similares, con un centrocampista de perfil creativo sí hay mezcla. En positivo. La visita del Rayo al Bernabéu o los minutos finales del Euroderbi son el mejor ejemplo. Tchouameni no solo dejó las jugadas anteriores, también un par de conducciones, una en área rival donde fue derribado y otra en el centro del campo: doble regate y pase al hueco a un Vinicius adelantado por centímetros. “Está jugando muy bien con balón”, hizo hincapié Carletto.
“Ha manejado muy bien las críticas”
Números que no son excepción, sino regla últimamente. Contra el Atleti, por ejemplo, recuperó siete balones e interceptó cuatro. Incluso frente al Betis, dentro de un naufragio general, fueron cinco y dos, complementados por tres despejes y seis duelos ganados. Ante la Real Sociedad, aunque en el centro de la defensa, también dejó una buena actuación: cinco recuperaciones, una interceptación y nueve despejes. Y en la visita del Girona, de nuevo como ancla, otro partido sólido. Físicamente imperial y con la confianza por las nubes. La misma persona, otro futbolista.
Un renacimiento con una figura clave: Ancelotti. Siempre con confianza plena en su pupilo. Aunque el italiano dirija todo el mérito en la misma dirección: “Yo no he hablado con él. Tchouameni tiene un carácter y una personalidad muy fuerte. Es un trabajador muy serio y profesional. Maneja muy bien... ha manejado muy bien las críticas”. Tanto, que las ha convertido en loas.
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