Collar, el primer niño eterno del Atlético
Nacido un 2 de noviembre de 1934 en San Juan de Aznalfarache, Sevilla, jugó en el Atlético 16 años y formó con Peiró “El ala infernal”. Un ídolo eterno de rojiblanco.


En su casa ya había una pelota de fútbol cuando nació. Seis hermanos eran. Juan de Dios, Encarna, Pepe, Antonio, Enrique y Esperanza se llamaban. Dos chicas y cuatro chicos. Enrique llegaba al mundo un 2 de noviembre de 1934 en San Juan de Aznalfarache, Sevilla, lugar en el que habían nacido todos sus hermanos antes aunque el padre, Juan de Dios Collar, fuera de Tomelloso y la madre, Esperanza Monterrubio, de Bilbao. Tenía once años cuando la familia hacía las maletas rumbo a Madrid, la calle Ferranz, por el traslado del progenitor a un banco de la capital. Allí compraría sus primeras botas de fútbol. Por trece duros.

Los hermanos Collar seguirían en Madrid jugando al balón. En los terrenos del Cuartel de la Montaña, en el partido del colegio Salamanca, en el paseo de Rosales. Antonio, extremo derecho, Pepe, interior izquierda y Enrique por delante, en la misma banda. Fue en uno de esos partidos cuando un empleado de la Casa Norit les vio y les ofreció participar en la Peña Norit, el equipo. Fue entonces cuando Enrique se compraría esas botas. Fue en el rastro. Eran marrones. Quince duros le pedían por ellas. Trece llevaba solamente en su bolsillo, solía contar, con picaresca. Aún se las vendieron. Las llevaba el día en que fue con sus hermanos, Antonio y Pepe, a hacer una prueba en el Metropolitano, el viejo, el de Cuatro Caminos, para ingresar en el Atleti. “Nunca fui madridista, algunos piensan que sí, pero no es cierto. Lo que pasa es que de la Peña Norit salieron muchos jugadores que después fueron a formar parte del Real Madrid, pero no fue mi caso. Yo sólo probé en el Atlético”, reconocía el propio Collar en una entrevista en AS en 2016. Antes que en el Atleti jugaría también en el Imperial y en el Corpus Christi.

Las puertas rojiblancas a Collar se las abriría un córner
La prueba fue mal. Sin apenas tocar un balón. Pero cuando esta terminaba, Gabilondo, uno de los examinadores, le pidió que tirara un córner. Y otro. Y al llegar al vestuario lo que le pedirían fue el nombre. Tres días más tarde él y su hermano Antonio se enfundaban la rojiblanca para jugar con los juveniles del Atlético un partido ante el Girod que ganarían 3-0. Enrique, pronto se convertiría en el primer Niño del Atleti, décadas antes de que irrumpiera Fernando Torres.
Dos cesiones, dos apellidos para un Ala infernal
14 de septiembre de 1952 decía el calendario cuando Enrique firmaba con su hermano Antonio su primer contrato profesional con el Atlético. Quince mil pesetas, lo que hoy serían noventa euros. A Enrique le cederían al Cádiz para que culminara su formación. Un Cádiz que estaba en Tercera División. Un Cádiz donde fue decisivo para el ascenso a Segunda. Su chispa en la banda. Sus goles. Fueron cuatro los Collar que aquella temporada 1952-53 jugarían en Cádiz, los cuatro hermanos en orden con números de reyes: el delantero Juan de Dios Collar ‘Collar I’, el interior derecho Pepe Collar ‘Collar II’, el interior izquierdo Antonio Collar ‘Collar III’ y el extremo zurdo Enrique Collar ‘Collar IV’. La siguiente regresaría al Atleti para, como en aquella primera prueba, apenas catar cuero. Cinco partidos de Liga apenas, dos de Copa. Se le volvería a ceder: temporada 1954-55, al Murcia, en Segunda, equipo al que su electricidad en la banda auparía al liderato en la categoría.
Hubo llamada, hubo maleta, hubo un viaje Murcia-Madrid mediada aquella temporada de un Enrique que ya no se quitaría la rojiblanca hasta 16 años más tarde. Hubo llamada, hubo maleta y viaje a Madrid porque aquella temporada en Primera para el Atleti había comenzado con una primera vuelta con demasiados resultados en rojo, partidos perdidos, el equipo en descenso al término de la primera vuelta. Hubo llamada, hubo maleta y viaje porque el Atleti necesitaba un revulsivo que entonces estaba en Murcia. Collar regresaría al Metropolitano para ser revulsivo, para enfundarse el traje del Niño y enamorar a la grada, entregada a su electricidad en la izquierda.
“Para mi padre, jugar en el Atlético fue lo máximo. Y ya encima ser capitán...”, desvelaba Enrique Collar hijo el pasado agosto, en una entrevista a los medios del club cuando el Atlético anunciaba que Enrique Collar padre sería la imagen del carné de socios rojiblancos de la temporada 2023-24. “Lo fue diez años, hasta la fecha el jugador que más veces en la historia del Atlético”, puntualizaba. Una historia que comenzó así, en la banda izquierda y con una electricidad que fue capaz de levantar aquel Atlético que en la 1954-55 acumulaba malos resultados y pronósticos. Y aquella grada que empezó a susurrar su nombre entretejido con ese apodo. Niño. El Niño Collar. Pronto vendría otro, éste a medias con Joaquín Peiró mientras La Gradona, aquella grada que era el símbolo del viejo Metropolitano aplaudía de una manera sonora y miles de pañuelos blancos al aire. Eran El Niño y El Galgo de Cuatro Caminos formando ‘El ala infernal’. “El apelativo vino de Brasil. Unos jugadores de allí, que tenían mucha categoría, nos vieron jugar a Joaquín y a mí, y dijeron que era una banda infernal por la velocidad a la que movíamos el balón. Esto llegó a España a través de la prensa y ya se quedó para siempre como apelativo”, contó Collar en la revista La vida en rojiblanco.
Noticias relacionadas
“Cuando juega el Niño ganamos”. La frase comenzó a recorrer el Metropolitano como sus botas la banda. Hacia la historia. 470 partidos con la rojiblanca (el quinto futbolista en la historia que más), 105 goles. Una Liga (1965-66), tres Copas (1959-60, 1960-61, 1964-65) y una Recopa de Europa (1961-62). 16 años, hasta la 1968-69. La eternidad.
Sigue el canal de Diario AS en WhatsApp, donde encontrarás todas las claves deportivas del día.






Rellene su nombre y apellidos para comentar