Peiró, Collar y el ala infernal
Los dos futbolistas, ambos mitos rojiblancos, formaron en el Atlético desde la temporada 1955-56 a las 1962-63 una de las mejores bandas izquierdas de España y Europa.
Joaquín Peiró y Enrique Collar hicieron juntos historia, los dos convertidos en uno, el 'ala infernal', en el Atlético de las temporadas 1955-56 y 1962-63. Collar, histórico capitán, el que más temporadas llevó el brazalete, diez, contaba cómo había surgido el sobrenombre. "Es algo que vino de Brasil. Unos jugadores de allí, que tenían mucha categoría, nos vieron jugar a Joaquín y a mí, y dijeron que era una banda infernal por la velocidad a la que movíamos el balón. Esto llegó a España a través de la prensa y ya se quedó para siempre como apelativo", recordaba en la revista La vida en rojiblanco. De Peiró, fallecido ayer en Madrid, a los 84 años, lo que resaltaba era su zancada. De ahí su apodo: El Galgo de Cuatro Caminos. Llenó de carreras el antiguo Metropolitano.
"Yo sabía cuando metía una pelota que Collar iba a llegar, igual que sabía que yo iba a recibir la pelota al sitio que me desmarcara con el toque mágico de Collar", rememoraba el propio Peiró en ese reportaje. Collar le sumaba la velocidad y el regate a su zancada. Equipo perfecto. "Hábil, veloz y con una técnica depurada, Joaquín Peiró manejaba el cuero como nadie y con ambos pies, aunque era diestro. A su gran visión de juego unía un extrardinario olfato de gol", le definía una vez Pablo Mialdea, histórico periodista de AS. "En la temporada 1955-56, comenzó a fraguarse la histórica sociedad entre Collar y Peiró, la que sería bautizada como el 'Ala Infernal' del Atlético. La banda izquierda colchonera tenía nombres y apellidos, dos jugadores verticales que se compenetraban a la perfección y que eran la pesadilla de las defensas rivales", repasaba AS Color en un amplio reportaje: Collar, el Niño del ala infernal.
Una pareja rota por el Calcio
Antes de que la marcha de Peiró al Torino ("No me fui, me vendieron", repetía siempre, y así era, en un Atlético ahogado en lo económico, que ya había comprado los terrenos en los que se levantaría el Manzanares, luego Vicente Calderón, necesitaba vender para pagar sueldos; y apareció el Torino, y pagó 25 millones de pesetas de entonces (150.000 euros) que al Galgo de Cuatro Caminos lo llevó al Calcio, a sus compañeros les permitió cobrar y al club respirar). Juntos ganaron dos Copas de España (1960 y 1961) y una Recopa de Europa (1962). También alcanzaron dos subcampeonatos de Ligaa (1958 y 1961), de Copa (1956) y unas semifinales de la Copa de Europa (1959).