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LAS PALMAS

Capitán octubre

Kirian Rodríguez, que no estaba entre los cuatro designados en la pretemporada, ha portado el brazalete en todos los partidos del pasado mes.

Capitán octubre

Cuando el 28 de enero de 1936 Elizabeth Windsor se dirigía al entierro de Jorge V, el rey de Inglaterra, la corona británica le cogía lejos, y ni falta que le hacía. No se vive mal siendo la nieta del monarca y tampoco como sobrina. Sin embargo, como es bien sabido, el tío Quique, Enrique VIII, se enamoró de una estadounidense divorciada y por ahí sí que no. —Lo de ser filonazi no era motivo de cese—. Como si de un entrenador que no consigue implantar sus sistema, su reinado no llegó al año. Stambouli duró menos. Y es que al final, por no tener, Enrique no tuvo ni moneda.

Así que de pronto, la historia de la sucesión que iba por un barranco se saltó al de la joven Elizabeth. A su padre Jorge, con 41 años, le tocaba en la charcutería y aún le quedaba tiempo a la heredera, pensaba ella mientras acariciaba a sus caballos. Sin embargo, su padre no fue tampoco de los longevos, y quince años después sería nombrada reina de Inglaterra, ya era Isabel II.

Cuando el pasado agosto Las Palmas reafirmaba a sus capitanes, Kirian Rodríguez iba a entrenar con la cabeza puesta en un estreno liguero ante el Mallorca. Jonathan Viera, Fabio González, Mfulu y Benito habían sido designados como los representantes del vestuario y por ellos parecía que iba a turnarse el brazalete. Paradójicamente, tres de los cuatro en posiciones por las que también se mueve el tinerfeño.

Sin embargo, la aguja de la línea de sucesión, como le ocurrió a Elizabeth Windsor, se fue acercando poco a poco al 20. Fabio, operado, se iba a perder la primera mitad de la temporada por una lesión que arrastraba desde el último encuentro liguero. Mfulu contrajo la malaria en verano tras ser convocado por su selección República Democrática del Congo. Curiosamente estas bajas le abrieron las puertas del mediocentro. A ellos se le sumó que uno de sus grandes apoyos y amigos, Benito, no conseguía engancharse a la titularidad. Sin embargo, estaba Viera, el gran capitán del equipo. Hasta que llegó octubre y sus suplencias y sus exclusiones le dejaron a Kirian con el brazalete en el brazo.

A pesar de estas circunstancias, Kirian quiso respetar los galones, por eso advirtió la pasada semana, “capitanes hay cuatro antes que yo”.  Aunque a renglón seguido manifestaba una realidad orgánica “los roles se van dando con el tiempo”, y con la sonrisa que le caracteriza añadió el remate cómico: “un chicharrero capitán de la U.D. puede ser divertido”.

Y divertido o no, los hechos en el campo lo erigen como uno de esos líderes que ponen la música, que aceleran si lo creen conveniente, que frenan si así lo sienten. Se ha podido ver durante este mes la asunción de un rol que parecía destinado a Viera pero que ante su vacío ha empezado a ocupar Kirian Rodríguez, especialmente ante el Almería cuando García Pimienta adelantó su posición al de interior y le sacó del mediocentro.

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