Camavinga baila en el fuego
Su actuación ante Croacia sanó una confianza herida. Está siendo un año duro: tres lesiones y adelantado por Ceballos. Pero con Tchouameni sancionado... jugará ante el Arsenal

Se busca a Camavinga. En concreto, a aquel jugador que brilló ante Croacia, en la tensa prórroga que precedió al billete a la Final Four. Y eso que sólo jugó un cuarto de hora. Pero si no vieron el partido, quédense con este dato: 100% de acierto en pases. Firmó un 11 de 11. Y acciones como esta. En los minutos de las imperfecciones, del descontrol. Él fue la calma en la tormenta. Aquel que quería la pelota cuando nadie la quiere. Francia amaneció el lunes regalando sus oídos. Y todo esto es mucho, para la situación que estaba viviendo. Tensa, irregular, cuestionado. Suplente. Pues golpe sobre la mesa... y en qué momento. Cuando llega el solomillo.
En concreto, el Emirates. Ese 8 de abril. Y es que conviene recordar lo más importante: Tchouameni está sancionado. Vio la tercera amarilla en el Metropolitano, a los 38 minutos: Llorente armaba un peligroso contragolpe y le trastabilló. Muy clara. No estará ante el Arsenal. Por lo que las miradas apuntan a un compañero, un compatriota, un titular en una final de Champions: Eduardo Camavinga. El relevo natural. La lógica invita a pensar que jugará con Modric... pero no está descartado que Ceballos acorte plazos y llegue a la velada. Aunque ese es otro debate.
Con el pie izquierdo
Camavinga tendrá en Londres su gran oportunidad para resarcirse. En una noche de enjundia, en un partido de rock & roll. Porque está siendo una temporada con idas y venidas. Con mucha mala suerte: acumula tres lesiones. La primera, en vísperas de la Supercopa de Europa (esguince del ligamento colateral interno en la rodilla izquierda). Estuvo siete semanas de baja, perdiéndose diez partidos. Justo después, Ancelotti le dio tres titularidades seguidas, en una demostración pública de que, en el primer año sin Kroos, su apuesta iba a ser Camavinga.
Anfield... y la Supercopa
Pero llegó Anfield. Otra noche maldita. Segunda lesión: rotura en el bíceps femoral de la pierna izquierda. Dos semanas y media de baja, otros cuatro partidos fuera. Pero volvió. Al once. Jugó la Intercontinental, contra el Sevilla, la Supercopa... y ahí estuvo el quid de la cuestión. Su dichosa Supercopa: cometió un penalti sobre Gavi y debió ser expulsado por doble amarilla. Aquello fue un balazo a su confianza. Palpable días después, cuando saltó al campo en la eliminatoria contra el Celta y cometió un error flagrante a los pocos minutos. Camavinga era un flan. No era Camavinga.

Tercer crac
Y para colmo, tercera lesión: esa noche se volvió a romper el bíceps femoral izquierdo, como en Anfield. Y esta vez el tratamiento fue aún más conservador: en vez de volver a las dos semanas y media, tardó tres y media. Ausentándose de otros seis partidos. Regresó en vísperas de Mánchester, donde jugó, repitiendo ante Osasuna... y donde volvió a protagonizar una acción desafortunada. El penalti. La cuestión es que Camavinga ni ha terminado de coger regularidad, ni de sentirse cómodo esta temporada. Está errático. Irregular. De los 48 partidos que van, se ha perdido 20 por lesión. El 42%. Y esta versión ha terminado por perder el puesto ante Ceballos y, sin él, ante Modric.
Su gran noche
Pero asoma el Emirates. Qué pasará, qué misterio habrá, puede ser su gran noche. Debe, por el bien de su equipo. Porque será titular, en ausencia de Tchouameni. Un looping en la montaña rusa que está viviendo esta temporada: tres lesiones, dos adelantamientos por la derecha y, en marzo, el 15º en minutos (1.573′, por detrás de jugadores como Fran García, Asencio o Modric, por ponerlo en perspectiva). Se busca a Camavinga. Al desaparecido de este curso. Aquel que brilló en la prórroga contra Croacia. Un jugador eléctrico, clave, titular. A “Lizarazu”. Mientras tanto, baila en el fuego, como Ciudad Jara.
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