QATAR 2022 (E) | ALEMANIA - JAPÓN
Japón mide la ira alemana
La selección germana se siente “chantajeada” por la FIFA debido al brazalete arcoíris. Flick: “Es una pena que no se puedan defender los derechos humanos”.
Frontal, directo y sin paliativos. Flick embistió contra la FIFA en la previa del debut frente a Japón (sigue el partido en directo en AS.com), manteniendo la línea que había trazado Bernd Neuendorf, presidente de su Federación. Poco le importó al seleccionador que se pudiera desviar la atención ante un momento deportivo trascendental. “Es una pena que no se puedan defender los derechos humanos”, denunció el seleccionador, apuntando a la FIFA y a la organización por amenazar a Neuer, su capitán, con una amarilla si mantenía su intención de jugar con el brazalete arcoíris de reivindicación de la diversidad. Alemania está furiosa, iracunda. Los responsables se sienten víctimas de “un chantaje”.
La duda del 9 o la baja de última hora de Sané casi quedaron en el segundo plano. Japón medirá la rabia alemana. Flick comandará al combinado germano en su primer Mundial. Recibió en herencia de su maestro Löw el encargo de suavizar un relevo generacional con la urgencia del abundante palmarés alemán. Es el único equipo que ha alcanzado las semifinales mundialistas en cuatro de las cinco ediciones de este siglo, pero faltó a la última en Rusia. Para el debut, Flick no podrá contar con Sané y viene atosigado por el problema del 9. Sin Werner, fuera de Qatar por lesión, y con una carencia desconocida de arietes en el país, Füllkrug aparece como una medida de urgencia.
Delante la germanizada Japón, con hasta ocho efectivos de 26 jugando en Alemania. Si Flick no encuentra un 9, Moriyasu, aun con lo que le cuesta hacer gol, decidió dejar en Glasgow a Furuhashi, el nipón más certero en lo que va de campaña. Simplemente no casa con su idea, comentan desde cerca. El orden japonés vive y muere sobre esa legión de piezas de tres cuartos de campo que acumula su arsenal. Los Kamada, Mitoma, Minamino, Kubo, Doan… Dinámicos, técnicos y aplicados, pero a los que les falta un complemento punzante en los últimos metros para descerrajar las murallas más altas.