“Presentamos una objeción a los Mundiales de España y Arabia”
La presidenta de la Federación de Noruega siempre se ha mostrado muy crítica con el sistema clásico de gobernanza de la UEFA y la FIFA. Así lo explica en AS.


Lise Klaveness (Meland, Noruega, 1981) se ha convertido en la voz crítica más autorizada contra la UEFA y la FIFA. La presidenta de la Federación de Noruega aboga por unos organismos más limpios y con más mujeres en altos cargos. Exjugadora y profunda activista, repasa el actual fútbol con AS en Madrid en el contexto del World Football Summit, del que es una de las ponentes estrella.
¿El fútbol cada vez es más un negocio de hombres en el que faltan mujeres dirigiendo?
Es uno de los desafíos, desde luego. Por supuesto, no podemos ser enemigos del dinero. Sabemos que el mayor desafío para el fútbol femenino, por ejemplo, es a nivel comercial. Queremos vender más entradas.
¿Demasiada política mezclada con deporte?
A algunos de los jugadores no les importa la política, o eso dicen. Piensan que es algo estúpido. Yo pensaba igual cuando era jugadora. Pero la política es lo que hace funcionar su negocio, su dinero.
¿Cuál es su opinión sobre el fútbol actual?
Esa es una pregunta muy amplia. El fútbol es mi pasión en la vida. Nunca lo vería como algo, ya sabe, distante de mí. Yo formo parte de él. Así que no puedo responder a esa pregunta sin dividirla en partes. Si me pregunta por el fútbol dentro del campo, que es de donde vengo, verá que el fútbol está en constante evolución. Se puede ver que los equipos femeninos están rindiendo a un nivel completamente diferente al de antes y profesionalizándose enormemente. Y también se ve en el fútbol masculino, por ejemplo con el PSG cuando ganó la Champions League: el ritmo al que jugaron fue increíble. Pero supongo que me pregunta por política... entonces tendría que ser más específico.

No sé si resulta muy difícil para una mujer noruega intentar cambiar la FIFA o la UEFA, porque siempre está intentando cambiar cosas importantes en el fútbol, pero puede ser muy, muy complicado...
Supongo que, para empezar, no tengo la perspectiva de que esté intentando cambiar las cosas. Trabajo muy estrechamente con mi equipo, así que siempre es nosotros. Así es como dirijo: cerca de mi equipo, de mis líderes. Invito a la crítica, y creo que eso es muy importante para cualquier líder: estar rodeado no solo de personas que te dan la razón, sino también de quienes te hacen preguntas. Eso es una cosa.
La segunda es que no siento que trabajemos únicamente para cambiar las cosas. A veces trabajamos para mantenerlas. Por ejemplo, en lo referente a los Mundiales de 2030 y 2034, presentamos una objeción a su adjudicación —no para generar un cambio, sino porque queríamos que se cumplieran las normas. No se cumplieron, o al menos no del modo en que deberían haberse cumplido, en nuestra opinión.
Son de los pocos que alzan la voz.
No tratamos de ser los únicos ni de ser pioneros; en realidad intentamos ser un poco aburridos: simplemente cumplir las reglas. Pero como estamos en un mundo que a veces es muy político, en el que la gente sigue a líderes externos y puede tener miedo a ser sancionada si protesta, son muy pocas las federaciones que alzan la voz. Así que, si me pregunta si es difícil, bueno, es paso a paso, caso a caso. Si lo mirara a largo plazo, acabaría agotada. Por eso intento hacer lo mismo que hacía en el campo: centrarme siempre en el siguiente balón.
Hay muchas cosas con las que estamos muy contentos, pero en los casos en los que intentamos ser claros, por supuesto que obtenemos titulares y cierta fricción. Y, claro, es difícil: debería serlo cuando uno desafía y alza la voz.
El de 2022, en Qatar, fue el primer Mundial polémico. ¿Qué hemos aprendido de eso?
Creo que el Mundial de Qatar, o al menos toda la preparación previa, fue la primera vez que el mundo del fútbol —los dirigentes del fútbol— vieron realmente a los trabajadores. Antes de eso, nunca los habían visto. Nunca vimos a las personas que cargaban los ladrillos y las piedras para construir los estadios. Y, por supuesto, eso es algo relevante en todas partes. Si tuviéramos el Mundial en Noruega, también tenemos muchos trabajadores migrantes: la salud y la seguridad son muy importantes.
Es fundamental que los campeonatos se concedan a países que estén preparados para organizarlos. De lo contrario, el riesgo de tener que construir demasiadas infraestructuras nuevas es muy alto.

Pero los derechos humanos...
En Qatar, ese riesgo era tan grande que la gente miró al país —al sistema kafala, y demás— y vio un enorme problema. Eso llevó a un gran debate sobre los derechos humanos en todos los países. Las cosas siguen estando muy lejos de ser perfectas, no digo lo contrario, pero hizo que la FIFA adoptara cartas de derechos humanos. En Noruega tampoco las teníamos antes. No sé si las tienen en la Federación Española, pero tras la adjudicación a Catar nosotros también adoptamos cartas de derechos humanos, igual que muchos otros. Así que creo que todos tuvimos que mirarnos al espejo.
¿Falta una mentalidad más abierta?
Hablar de tus principios siempre se interpretará como algo político. Después de este caso, en Noruega tuvimos que dialogar mucho con la comunidad musulmana porque se sintieron ofendidos. Ahora acabamos de jugar contra Israel, y también hemos tenido que hablar con los israelíes después de ese partido. Pero nuestro mensaje siempre es el mismo: se trata de principios, no de política. No es una cuestión de derechas o de izquierdas; se trata de los principios.
Debemos garantizar las mejores prácticas para los trabajadores que construyen infraestructuras para los Mundiales: es un trabajo peligroso, y es nuestra responsabilidad. Por supuesto, el Estado quiere el Mundial, pero también la FIFA y la UEFA, y nosotros somos miembros de ambas. Así que lo que aprendí es que, aunque todavía no sea perfecto, todo lo que hicimos —todo lo que hicimos todos— tuvo importancia. Ahora tenemos normas diferentes y un enfoque más sólido en los trabajadores. Claro que tenemos nuevos problemas, pero se lograron cambios importantes.

¿Pero no estamos ahora en la misma situación con Arabia Saudí 2034?
Las normativas actuales son muy diferentes de las que había cuando se adjudicó el Mundial de Qatar. Pero la razón por la que presentamos una objeción a las adjudicaciones de 2030 (a España, Marruecos y Portugal) y de 2034 (a Arabia Saudí) fue que no se siguieron las reglas.
El proceso de adjudicación debía ser transparente y competitivo. La FIFA cambió las reglas después de 2016 para convertirlo en una votación abierta, no en un proceso a puerta cerrada como el de Qatar —que ahora sabemos, o al menos se nos ha dicho, que fue corrupto. Pero la FIFA cerró el proceso antes de la votación, eliminando la competencia. Así que para nosotros se trata de cumplimiento. Las normas son buenas, pero todos debemos asegurarnos de que realmente se apliquen.
¿Existe una opción real de que Noruega boicotee ese Mundial?
No. No tenemos una postura contraria a esos países. Lo que digo es que actuamos por principios. Nuestra objeción a las adjudicaciones de 2030 y 2034 no tiene que ver con los países en sí. Queremos jugar en España. Se trata de las reglas.
Esos países no van a cambiar sus principios.
Estoy hablando de las normas de la FIFA. Es muy importante que, cuando se construyan estadios en Arabia Saudí, los trabajadores estén protegidos como deberían haberlo estado al principio del Mundial de Qatar. Creo que es posible que eso ocurra, pero tenemos que trabajar para conseguirlo.
Si decidimos de antemano que no funcionará, entonces solo seríamos periodistas. Yo tengo que trabajar para que funcione. No puedo limitarme a señalar con el dedo. Tenemos que empujar en la dirección correcta, luchar por cada centímetro. Las cosas también pueden empeorar, así que debemos mantener el terreno que ya hemos ganado.

Hace una semana su selección jugó contra Israel. ¿Vio las protestas en España, hace un mes, durante la Vuelta a España contra el equipo israelí? No sé si pasó algo parecido en Noruega cuando jugaron contra Israel.
Fue un partido muy difícil para nosotros, porque justo antes del encuentro la ONU publicó un informe diciendo que todos debían implicarse para detener el sufrimiento extremo. Y “todos” significa todos: medios de comunicación, Estados, etcétera.
Así que fue complicado, porque el nivel de compromiso era muy alto. Pero conseguimos disputar el partido en circunstancias respetuosas. Garantizamos la libertad de expresión y hubo protestas, pero la selección israelí durmió sin ser molestada, y eso es muy importante para mí. Tratamos a todos los invitados con respeto. Esto es un equipo de fútbol, no un Estado.
Es muy importante separar el principio de las personas a las que se acoge. Y, por supuesto, ganamos 5-0, así que estoy contenta con el resultado. [Ríe]
Tuvimos una gran cooperación con el comité palestino y con todos los que querían manifestarse. Lo hicieron con respeto, y logramos acoger a la federación israelí con respeto. Para mí, eso es una victoria.
Hay gente que demandaba la expulsión israelí del deporte como ocurrió con Rusia.
Es importante implicarse en el tema, pero no proyectarlo sobre colegas inocentes que solo son futbolistas. Aun así, debemos reconocer el contexto cuando juegan en Noruega. En Noruega tenemos un alto nivel de transparencia, y los medios esperan que yo responda realmente a las preguntas que me hacen.
También hemos trabajado con la federación palestina durante dos años para apoyarlos en su caso sobre disputar partidos en su propia liga, que es una norma fundamental de la FIFA. No tiene nada que ver con nuestro partido, pero cuando las cosas son difíciles, tengo que responder.
También he aprendido lo sensible que es este tema para el pueblo israelí. Interpretaron que no nos importó el 7 de octubre, cosa que, por supuesto, no es cierta. Hemos condenado los atentados muchas veces, y tuvimos que repetirlo para dejar claro que los tratamos con respeto.

Una pregunta deportiva: ¿veremos a Haaland jugando en España en el futuro?
No voy a comentar las decisiones de Erling sobre su club. Solo diré que estamos muy orgullosos de tenerlo en nuestra selección. Está en el mejor momento de su carrera: ha sido muy bueno durante años, pero ahora está mejor que nunca. Contra Israel fue nuestro capitán, ya que Martin Ødegaard estaba lesionado. Falló un penalti —dos veces—, pero aun así marcó un hat-trick.
Estamos orgullosos de tener a un jugador así, un talento generacional, de los que surgen una vez cada cien años. Debemos ser conscientes del privilegio que supone tenerlo. Y, lo más importante, es una persona humilde y amable. Ese es nuestro equipo ahora: sin egos, todos son jugadores de equipo.
¿Noruega sueña con el Mundial del año que viene?
Estamos soñando. No hemos estado en un Mundial desde 1998. Ha sido una gran decepción para nosotros: por supuesto, hemos rendido por debajo de lo esperado.
Ahora, después de ganar 3-0 a Italia en casa, 11-1 a Moldavia y 5-0 a Israel, estamos a una victoria de clasificarnos para el Mundial. Normalmente prefiero hablar de rendimiento más que de resultados, pero ahora estamos tan cerca que todo el mundo en Noruega contiene la respiración y desea conseguirlo. Estamos cerca, pero aún hay que ganar.
Fuera de casa contra Estonia fueron muy buenos. Ganamos 1-0, pero en realidad jugaron mejor que nosotros. Así que no podemos subestimar a ningún rival.
¿Nos veremos en la final contra España?
¿En la final? Solo mencionar a Noruega en la misma frase que España… ¡no deberíamos! Para la selección masculina, llevamos 28 años sin estar en un Mundial, así que somos humildes.
¿Qué opina del fútbol español? Lamine Yamal, Nico Williams, Aitana Bonmatí, Alexia Putellas…
Soy una gran admiradora. Siempre he sido fan del Barcelona y de España por su fútbol, no por mi cargo. Ahora, claro, conozco al presidente. Pero soy seguidora del fútbol español desde 2010, por la capacidad de pase, la inteligencia de los jugadores y la forma en que se mueven y cambian de posición en el campo. Iniesta y todos esos jugadores han sido grandes referentes para mí.
Las chicas son campeonas del mundo...
La selección femenina y Aitana Bonmatí… son increíbles. Estuvo enferma antes de la Eurocopa, pero entró y fue el cerebro del equipo.
El fútbol español ha sido una pasión para mí mucho antes de ser presidenta, simplemente por la forma en que juegan. Como jugadora en Noruega, jugábamos muchos balones largos. ¡Lo odiaba! Quería jugar. Así que cada vez que veía a los equipos españoles, sentía ganas de estar ahí.
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