Odegaard elige su futuro
La trayectoria fabulosa del Arsenal no se entendería sin Odegaard. Contra el Liverpool volvió a refrendar su brillantez creativa. Ha cambiado su destino.
La victoria del Arsenal ante el Liverpool, que atraviesa un estado de indefinición inquietante, confirmó la competitividad del equipo de Arteta y el filón creativo de Martin Odegaard. A sus 23 años, el jugador noruego ha modificado claramente la percepción que se tenía sobre él tras su borroso paso por el Real Madrid. Precisamente ante el Liverpool de Klopp, el entrenador que quiso llevárselo al Dortmund cuando todavía estaba Noruega en un “fichaje de locos” al estar tantos grandes clubes involucrados, con éxito final del Madrid, Odegaard desgajó todas las virtudes que le han hecho asumir el liderazgo del Arsenal. La agilidad mental, el buen posicionamiento y la exquisita técnica en sus entregas avalan a un jugador que se está labrando un futuro exultante.
Odegaard reúne muchas cualidades. Controla la situación, posee una visión de juego excelente y sabe en qué momento llegar a zonas ofensivas para desligarse de las vigilancias de los rivales. Ante el Liverpool, como en casi todos los partidos de esta temporada, sedujo por su presencia decisiva en la zona de tres cuartos. El balón no le llegó muchas veces, apenas dio 22 pases con un 77% de precisión, pero sus apariciones arrancaron la imaginación del Arsenal. El botón de muestra fue la jugada del primer gol gunner. Odegaard irrumpió en el carril central oportunamente y después observó la llegada de Martinelli por la banda izquierda. La calidad de su pierna izquierda hizo el resto con una asistencia perfecta.
Odegaard es un generador nato. Desde que está en la Premier League ya ha originado 109 ocasiones de gol para el Arsenal y este curso es el jugador que más contribuye en la calidad de sus asistencias. El valor de asistencias esperadas —indicador que asigna la probabilidad de gol que se le otorga a un pase que acabe en remate— es el más alto del equipo de Arteta, con 0,24 cada 90 minutos. Con todo, a Odegaard no le mide el ‘big data’, sino la inteligencia y progresión de su juego. Su impacto incide en todos.
A la destreza de Odegaard en este Arsenal se añaden las buenas compañías que tiene a su alrededor. Su espalda está cubierta con Thomas y Xhaka, aunque el noruego también sobresale por su talante trabajador sin balón. No rehúye ningún cometido. Pero sus principales aliados se encuentran en los extremos y en la delantera. El fútbol de Odegaard encaja con la explosividad de Saka y Martinelli en las bandas y la movilidad continua de Gabriel Jesus en la delantera. Al ex del Madrid le sirve para afilar sus entregas, darlas siempre en ventaja y sacar provecho de la atracción que los tres atacantes generan sobre los adversarios. De ahí que no sea extraño que Odegaard se asome en el área cuando Gabriel Jesus sale, por ejemplo, de la misma. Entre todos se complementan.
La libertad con la que Odegaard se mueve en zonas interiores da al Arsenal un jugador que conecta todas sus piezas de ataque. Cuando Saka y Martinelli encaran situaciones de posible desborde en la banda, él aparece para ofrecer una línea de pase y ser el conductor final del juego. Como tiene todo en su cabeza, casi ni le hace falta mirar para atender a lo que ocurre en el lado liberado. Frente al Liverpool se produjeron varias situaciones de este tipo, que facilitaron ocasiones de gol a los mismos extremos o Xhaka.
Sin ser su actuación más redonda, Odegaard protagonizó ante el Liverpool otro partido de enorme brillantez y su toma de decisiones siempre fue inteligente. Aceleró las jugadas cuanto tocó y las frenó cuando creyó conveniente. Su gobierno del partido, a veces, fue silencioso, pero sobre todo se entregó a la pujanza de Saka y Martinelli para lanzar a un Arsenal que va como un tiro. Este tiempo con Arteta le ha servido a Odegaard para aclarar su futuro como jugador y transformar la impresión generalizada sobre su figura tras no triunfar en el Madrid. Quizá no sea uno de esos elegidos, pero su horizonte ilusiona. Es un futbolista de primerísimo nivel, lo que sería “un fichaje de locos” en palabras de Klopp.