Huracán tras Mbappé
El asturiano Luis Enrique ha forjado un equipo de autor, con muy pocas grietas, en el que no hay estrellas. El PSG sueña con un Triplete Histórico tras ganar en Anfield.


Durante una década, el Paris Saint-Germain fue un equipo que se obsesionó con reunir a los mejores jugadores del mundo. Imbuido por el perenne capital de Qatar, el conjunto parisino se olvidó de lo más importante, cincelar un equipo. Fichó a un sinfín de grandes jugadores, pero a la hora de la verdad, de apretar los dientes, de correr por el compañero, la Champions le sacudió de forma constante. En 2023, sin embargo, todo cambió con la llegada de Luis Enrique.
Qatar, después del Mundial, viró por completo el proyecto que antaño había sido Galáctico, que llegó a convencer a Leo Messi de que jugara junto a Neymar y Mbappé durante dos temporadas. El objetivo, ahora, era fichar a jugadores jóvenes, potenciar el colectivo y encontrar al entrenador idóneo para ello. Cuando Luis Campos propuso el nombre de Luis Enrique, Al Khelaïfi no dudó ni un instante en contactarle para convencerle de que asumiera las riendas del proyecto.
Avalado por su excelente trabajo en el Barcelona y también por su paso por la selección española, Luis Enrique aceptó el reto. El PSG le confirió plenos poderes, a diferenciar de otros entrenadores, que tenían que aceptar, resignados por momentos, las directrices de Qatar. Con Lucho, todo cambió. La disciplina fue la base del proyecto, las individualidades pasaron a un segundo plano y el equipo, en su primer año, ya mostró indicios de que podía convertirse en una apisonadora a todos los niveles.
A Luis Enrique le cayeron muchas críticas en Francia porque, justo antes de la salida de Mbappé, en junio de 2023, reiteró que el equipo “iba a ser mucho mejor el año que viene”. Sus declaraciones no eran osadas, ya que, meses después de la salida del francés, en París no albergan ningún género de duda de que lo que ha forjado el técnico asturiano es una obra maestra. Un equipo ofensivo, sin prácticamente fisuras, que arrasa en Francia cada fin de semana y que en Europa, el gran tormento del PSG, no sucumbe ante ningún escenario.
Y eso que el exseleccionador español tuvo que afrontar un duro bache a comienzos de temporada, cuando, a pesar de ser un equipo ultradominante, al que apenas le llegaban los rivales, los resultados no acompañaron en Europa. El PSG rozó el alambre en la Champions. Aparecieron grietas externas, procedentes de la siempre crítica prensa francesa, que informó de ciertas desavenencias con su método de trabajo. Lucho, impertérrito, ajeno a todo el ruido que genera un club del calado del Paris Saint-Germain, en el que cualquier derrota se magnifica, no solo consiguió revertir la situación, sino que ha logrado que, actualmente, el club francés sea uno de los grandes favoritos para ganar la máxima competición europea, máxime tras su clasificación agónica en Anfield este martes.
“Me encanta la plantilla que tengo porque nadie sabe si va a ser titular y el que se relaja sabe que va al banquillo”, dijo Luis Enrique hace semanas. Y tenía razón. Uno de los principales problemas de antaño del PSG es que muchos futbolistas jugaban por decreto, por su nombre, y eso influía en el rendimiento deportivo. Se veían capacitados para escatimar en esfuerzos y eso, a la postre, derivaba en noches negras en la Champions. Seguramente, su clasificación en Anfield no se entiende sin la filosofía que ha instruido el gijonés, en la que todos los jugadores corren al unísono e intentan ser superiores a cualquiera de sus rivales.
Sus decisiones, también, han sido un soplo de aire fresco para el PSG. El conjunto parisino es uno de los equipos que más ocasiones genera de toda la Champions y uno de los que menos ocasiones reciben. En la vorágine goleadora en la que se ha convertido el conjunto parisino, Dembélé se ha erigido como el sucesor de Mbappé. El francés, antaño criticado por sus errores en el área rival, es el máximo artillero del año, con 21 goles, 28 entre todas las competiciones, números que no se entienden sin la reconversión a falso 9 que le aplicó Luis Enrique, capaz, a su vez, de aplacar una grieta interna que se generó con el extremo a comienzos de temporada. Joao Neves, Fabián, Nuno Mendes, Achraf, que ha pasado de ser un simple lateral a un huracán en campo rival, Vitinha, el joven Doué... Todos han experimentado una mejora gracias a la obsesión de Lucho por tener el balón y avasallar al rival.
Luis Enrique va camino de su segundo triplete nacional consecutivo. La temporada pasada ganó Supercopa, Ligue 1 y Copa. Ahora, va líder en la liga francesa, atisbando el récord de terminar el campeonato invicto, está inmerso en las semifinales de la Copa y la Supercopa la consiguió en enero. El asturiano no ha conoce la derrota en ningún campo de Francia y podría pulverizar todos los registros en una temporada en la que el PSG puede lograr un Triplete histórico para el fútbol francés. Una obra maestra, un equipo de autor, un entrenador excelso, que ha cambiado la mentalidad de un proyecto que parecía caduco hace no mucho tiempo.
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