El fútbol es de los futbolistas. Es un dicho que perdura con los años y que engloba también a los entrenadores, la mayoría de ellos venidos desde el césped, gente que sabe cómo hacer funcionar equipo y dar sentido a plantillas.

Otro ejemplo claro se está viviendo en el Chelsea. El conjunto londinense está en las semifinales del Mundial de Clubes y aspira a la final, un objetivo que parecía lejano cuando se inició el torneo hace ya casi un mes. La irregularidad que siempre acompañó a los blues esta temporada convertía la situación en una incógnita.

El Chelsea es capaz de ganar la Conference League jugando todo el año con suplentes o también es capaz de sufrir por entrar en los puestos Champions en la Premier por sus tropiezos cuando nadie los espera. Sin embargo, un elemento empieza a darle sentido a todo: Enzo Maresca.

El entrenador italiano ha conseguido ordenar desde lo futbolístico un club caótico desde los despachos. Desde la llegada de Todd Boehly a la propiedad, el conjunto de Stamford Bridge gastó 1.610 millones en tres años. Llegaron jugadores de todo tipo y pelaje, la plantilla pasó ampliamente de 30 jugadores y llegó a haber hasta ocho porteros.

Pero Maresca, que se formó como segundo de Guardiola y tiene un gran parecido hasta físico con él, ha conseguido dar su sello desde el banquillo. Con un estilo fresco y jugadores versátiles y dinámicos, el Chelsea está haciendo un gran Mundial de Clubes. Juega bien y además compite, como se vio ante Palmeiras en un encuentro muy intenso.

Eso sí, la mala noticia para los blues es que de semejante batalla quedaron dos bajas significativas para las semifinales ante Fluminense. El central Colwill y el delantero Delap vieron la amarilla y no podrán jugar. Al menos, eso sí, recuperarán a Moisés Caicedo.

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