Iqraam Rayners (Ciudad del Cabo, Sudáfrica; 1995) está siendo una de las revelaciones del Mundial de Clubes. Su exhibición en el primer partido frente al Ulsan HD no pasó desapercibida. Aquel día marcó un gol y le anularon otros dos dos (el segundo, definiendo con muchísima calidad con el exterior del pie). Y, en la segunda jornada, anotó de cabeza ante el Dortmund. Dos goles que no sorprenden para el mejor goleador sudafricano (segundo máximo goleador de la liga por detrás de su talentoso compañero brasileño Lucas Ribeiro), pero que sí llaman la atención cuando descubres que en un momento de su carrera jugó de defensa.

Su técnico en el Santos FC de Ciudad del Cabo, donde llegó al profesionalismo, le bajó hasta el puesto de lateral. “Hay pocos que puedan regatearle y es muy bueno haciendo entradas”, explicó Zeca Marques en su día, antes de decir que era el mejor jugador del equipo. Por suerte, terminó en el Stellenbosch de Segunda y sus goles ayudaron al ascenso. La temporada pasada rozó el trofeo de máximo goleador (15 tantos, uno menos que el líder) y fichó por el Mamelodi.

Un final feliz para un chico que no tuvo una infancia fácil. “Hasta los 13 años no jugué en un club. Me encantaba el fútbol, pero había demasiados delincuentes y directamente no podías andar por la calle. En Mitchells Plain (suburbio de Ciudad del Cabo) me robaron varias veces el móvil y las botas”, dijo para el Cape Times. “Ahora algunos delincuentes me conocen porque juego al fútbol, pero sigo atento por la calle”, sentenció en 2016.

Mamelodi cumplió con los mejores presagios ganando ante Ulsan HD (0-1) y compitió contra el Dortmund (3-4). Ahora, intentará dar la sorpresa frente a Fluminense, uno de los equipos que mejor está rindiendo del campeonato. Será necesario el mejor nivel de Rayners para poder soñar con el pase a octavos.

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