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ITALIA | GIOVANNI SIMEONE

Giovanni Simeone: “Ya sé por qué quise tanto ir al Nápoles”

Giovanni Simeone atiende a AS tras convertirse en un ídolo en Nápoles, donde quiso jugar a toda costa. Tuvo 751 minutos, pero sus ocho goles fueron decisivos en el año del primer scudetto azzurro tras Maradona.

01/06/23 Entrevista con Giovanni Simeone
Ciro SarpaSSC NAPOLI

Giovanni Simeone ya es una leyenda del Nápoles. Osimhen no le dejó mucho espacio, pero sus goles fueron fundamentales para el scudetto que la ciudad del Vesubio estuvo esperando durante 33 años. Y el argentino, poco a poco, se está dando cuenta de la hazaña que han conseguido.

- Giovanni, usted es campeón de Italia. ¿Ya lo asumió?

- Cada día me doy cuenta de algo nuevo que me enseña lo grande que ha sido todo. El otro día, por ejemplo, visité Sorrento y había una calle con decenas de pancartas mostrando los resultados de todos nuestros partidos…

- La historia con Nápoles arrancó en 2018, pero del otro lado: su hat-trick con la Fiore acabó con el sueño del scudetto.

- Marcarle tres goles a un equipo tan grande fue especial. Obviamente, cuando llegué aquí, todos me lo recordaron y lo siguen haciendo. Ahora añaden: ‘estás perdonado’ (ríe).

- Su padre dijo que no hizo falta convencerle para aceptar a los azzurri.

- Me buscaron varios equipos importantes, pero, en cuanto salió el Nápoles, no pensé en otra cosa. Me explicaron que era una operación difícil, pero me daba igual.

- ¿Cómo fue el impacto con la ciudad?

- Noté la diferencia de la gente respecto al norte. Aquí te acogen con amor enseguida y esto me ayudó muchísimo, somos muy parecidos. Además, al ser el primer argentino en mucho tiempo, siempre me mostraron un cariño especial. Quería ser parte de la ciudad, y no tardaron nada en hacerme sentir eso.

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- Le vimos celebrando solo, en su casa, con una bandera…

- Esto fue graciosísimo. Al día siguiente de salir campeones, estábamos en casa y mi mujer dijo: “¿Festejamos un poco más?”. Obvio… Agarro una bandera, salgo por la terraza yo solo y la gente del otro lado de la calle empezó a celebrar conmigo.

- Vino tras haber marcado 17 goles en el Verona, y lo hizo consciente de que no podía ser titular de azzurro.

- El director lo hizo genial, me lo dejó todo muy claro. Me dijo que, si venía, iba a hacer falta mucha paciencia. Sabía lo que me esperaba, vine encantado y convencido de que habría tenido mis oportunidades, preparando cada partido como si iba a ser titular. Los viví todos así y me daba igual el que jugaba o marcaba goles, los celebré todos como si fueran míos.

- ¿Qué le impresionó de Osimhen?

- Parece que no está siempre presente, pero, cada vez que le llega la pelota, inventa algo. Es espontáneo, no prepara sus movimientos, le salen de la nada y esto le complica mucho la vida a los defensas. Sabe encontrar el espacio y patear con enorme sencillez.

- ¿Se esperaba un Kvara tan decisivo?

- Lo que impacta es su manera de querer encarar siempre al defensor. No tiene otra cosa en la cabeza, aunque le salga alguna mal, regresa y lo vuelve a hacer. Sabía que tenía algo, pero cuando lo vi en campo abierto, me di cuenta de que era una bestia. Como Victor.

- ¿Qué equipo se encontró?

- Entendí que necesitaba trabajar mucho y muy en serio para poder darle algo diferente a un conjunto tan bueno. Lo primero que pensé es que había muchos jugadores que tocaban bien la pelota, con enorme calidad, pero pocos que atacaban el espacio. El único era Osimhen y, si él no estaba, debía tratar de hacer lo mismo, metiéndole todas las ganas que tenía. Era el único camino.

- ¿Imaginaban dominar así la Liga?

- Sé que es un tópico, pero preparamos cada encuentro como una final. No pensábamos en lo que venía después, hasta que hubo un momento en el que nos dimos cuenta de que, igual, íbamos a ser campeones.

- ¿Cuándo?

- La victoria contra la Roma en enero, cuando marqué el gol. Hasta me lo dijo mi papá, me mandó un mensaje por la noche: “Esto huele a campeón”. Me emocioné, porque hizo lo mismo con Argentina cuando ganó en los octavos de final en Qatar.

- No pudo aprovechar mejor sus 751 minutos. Ocho goles: uno cada 93′...

- Lo más difícil es mantener la concentración sin tener continuidad. Es algo que me hizo crecer mucho.

- La historia de su tatuaje y el gol con el Liverpool ya es leyenda.

- La noche anterior, mi mujer me hablaba y no le quería responder, estaba nervioso. Hice mi meditación, me llamó mi papá, me fui a dormir y, no sé por qué, me desperté feliz como un niño: iba a cumplir mi sueño. Tengo un video de la tarde antes del partido, todos los compañeros estaban durmiendo y yo no podía. Saltaba de una cama a otra como un nene, cantando la canción de Maradona. Llegamos al estadio y el momento del himno Champions, con ese grito tan famoso, no lo olvidaré en la vida. Se lesiona Osimhen, el míster me llama y yo voy muy relajado, convencidísimo de que iba a hacer gol. No sé por qué… Lo sabía, lo había visto mil veces en mi cabeza, y ocurrió. Lo más bonito fue ver al día siguiente la gente pararme por la calle medio llorando, diciéndome ‘lo hiciste, lo lograste’. Nunca imaginé que conocieran tan bien mi historia y la sintieran como si fuera suya.

- La Champions fue su casa: marcó cuatro goles en la fase de grupos.

- Es magia, no tiene nada ver con los campeonatos, es una competición única. Todo es más lindo: los jugadores, los campos, el ambiente... Lo disfruto, me sale todo mejor porque cada minuto allí es un privilegio.

- Milan, Cremonese y Roma: tres goles suyos valieron tres victorias fundamentales.

- El del Milan es un gol que busco mucho, me viene cómodo enderezarla con la cabeza y fue hermoso porque sabía que ese tanto se iba a recordar. Pero el de la Roma, como dijimos, fue el más importante. Trabajé muchísimo con el segundo entrenador para girarme mejor y haber marcado así me hizo sentir que estaba mejorando de verdad.

- El único lunar llegó en la Champions, con el Milan.

- Fue difícil aceptar que no estaba, y que tampoco llegaba Victor. Estaba convencido de que el equipo podía llegar todavía más lejos. Fue un golpe duro, pero justo después ganamos a la Juve en Turín y empezamos a tocar el scudetto… Fue más de un mes de fiestas, y aún queda el domingo. Detenerse a disfrutar de algo que estás logrando en el fútbol es difícil, pero ganar con tanta antelación nos permitió pensar. En estas semanas recordé mi trabajo desde chico: nunca fui un súper jugador, tuve que ganarme cada paso que di.

- Su papá justo vino a visitarle en aquellos días.

- Es difícil coincidir con mi padre y tenerlo a mi lado en aquel momento fue increíble. Le encantó todo, no se esperaba un lugar con tanta magia. Se enamoró de Nápoles… Y de la mozzarella. Cada vez que viajamos allí, pide que le llevemos cinco kilos. ¡Cinco! (ríe).

- Afirmó que prefería no ser su entrenador. ¿Cree que eso ha cambiado?

- Siempre hablamos de que la única manera para que esto ocurra, algún día, sería que él llegara a un equipo donde ya estoy. Así sería diferente, aunque igualmente incómodo en el vestuario. Los jugadores no están siempre felices con su entrenador, y habría gente que igual quisiera hablar mal de mi papá conmigo.

- Se hizo viral un video suyo celebrando la noticia de un gol del Atleti.

- Veo todos los partidos, soy muy fan. Son muchos años de mi vida, he ido tantas veces al Calderón… Nunca jugué allí, pero me siento parte de la familia, es parte de mí. Lo sufro porque soy un hincha más.

- Lleva siete años y marcó casi 80 goles en Italia. ¿Cree que la Serie A está creciendo?

- Cada año más gente quiere venir a jugar aquí. Los equipos son competitivos, cualquiera de los grandes puede ganar la liga. Y, además, vives bien, comes bien, cada ciudad tiene su encanto. En Italia hay algo distinto.

- ¿En qué siente haber mejorado?

- Técnicamente, un montón. En el Nápoles todo se hace con pelota y mejoré muchísimo en el trabajo de equipo, que está por encima de cada nombre propio. Ya lo sabía, pero aquí lo viví.

- Se cumplió la profecía del 1986: Argentina campeón, Nápoles también.

- Estábamos todo el rato pensando en eso. Hasta cuando perdimos con la Cremonese, vimos que ellos el único curso en el que llegaron a la semifinal de la Copa italiana fue el 86/87. Me reía mucho con Di Lorenzo porque hubo un montón de coincidencias, pero no queríamos escucharlas. Había algo en el aire. Antes de salir campeones en Udine, nos concentramos en el mismo hotel en el que falleció Astori hace cinco años. Estaba en la misma habitación donde lo vi por última vez y sentí que el momento de ganar había llegado.

- ¿Cómo vivió el triunfo de la Albiceleste en Qatar?

- Lo seguí desde aquí y lo celebré mucho. La gente necesitaba quitarse esta bronca de querer salir campeona, me emocionó sobre todo eso, como en Nápoles. Argentina es un país increíble y merecía esta alegría.

- Scaloni le llamó por segunda vez seguida.

- Y me llena de orgullo. Cada día que entreno allí es un privilegio. Lo daré todo, como siempre: quiero ayudar al equipo de mi país como sea.

- Spalletti también siempre habló bien de usted. Y ya anunciado su adiós.

- El míster es un maestro de fútbol y de vida. Tiene palabras que te llegan, te dan ganas de seguir escuchándolo. Todos los días tenemos sesiones vídeos de unos 40 minutos, me encanta escucharlo y aprender. Me gustaría ser entrenador y me encantaría ser como él, tener su misma pasión. Comparto su manera de ver el fútbol y por eso hicimos lo que hicimos, seguimos su línea. Dijo que quiere descansar, estar con la familia y hay que respetar su decisión. Nosotros le queremos, fue hermoso trabajar con él y le deseamos lo mejor. Se merece todo lo que le está pasando.

- Aunque el Nápoles gane 20 ligas más, seguirán siendo para siempre los primeros campeones tras Maradona. Y usted el primer argentino.

- Me estoy dando cuenta de eso viendo cada imagen, mural o foto con nuestras caras en todas las calles. Diego, el hijo de Maradona, me escribió el día después del gol con la Roma. Dijo: “Mi viejo te mandó aquí”. Allí entendí porque quise tanto esta camiseta.