No es una posición en la que se reencuentren ni tampoco una situación nueva para ambas partes. La segunda etapa de Marcelo Gallardo al frente de River llegó tras un paso fallido por Arabia Saudí -Al Ittihad- en el que el entrenador argentino no llegó a dar nunca su toque al equipo de oriente próximo. En la que fue su primera prueba fuera de Sudamérica, muy esperada, se puede decir que las teclas que tocó no fueron las correctas para que la sensación de proyecto fallido se instaurara en su equipo.

No obstante, para el Muñeco la sensación de pertenencia al Millonario no cambió en ningún momento. No pasó el tiempo desde que se marchara de la Ciudad de Buenos Aires y ya se pensara con un posible regreso al Mâs Monumental, incluso cuando Martín Demichelis estaba al frente de un River que tenía un tira y afloja constante con su nuevo técnico.

El fútbol quiso que River y Gallardo se reencontraran. O más que reencontrarse, que unieran sus caminos de nuevo en busca de una gloria que, lejos de estar perdida, necesitaba revitalizarse de nuevo. Puede que esa pequeña y breve separación, en la que entrenador y club siguieron un camino parecido, fuera buena para volver a instaurar la sensación de cuánto se necesitan.

De vuelta en agosto de 2024, el Millonario actual se está cocinando a fuego lento. A pesar de ser toda una institución en la entidad, el entrenador argentino se toma su tiempo para dar con las teclas. Un de menos a más que podría poner de los nervios a muchos, pero también afianzar la tranquilidad de otros que ya han vivido una etapa gloriosa con el de Merlo.

Con contrato hasta diciembre de 2025, y a pesar de que siempre fue un tipo que dejó con cierta intriga sus renovaciones -hasta el último momento a veces-, este Mundial de Clubes se presenta como una gran ocasión para demostrar que River es un equipo con potencia más allá de Sudamérica. También, cómo no, como una revancha para que Marcelo Gallardo demuestre que ese mal paso por Arabia Saudí fue una casualidad en una carrera intachable desde los banquillos.

El poder europeo pone las cosas difíciles, y parece una quimera pensar que el conjunto de la franja roja pueda dar la sorpresa para levantar el título del torneo. No obstante, entre el pasado, presente y futuro, quién sabe si para el Muñeco esta competición servirá también para que fuera del continente americano confíen en él al frente de algún banquillo con potencial. Una gran oportunidad para River, pero también para Gallardo.

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