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EL OTRO FÚTBOL

Fundado en abril y ya campeón nacional invicto: la extraña (y sospechosa) proeza del FC Arkadag

Aunque aún faltan cuatro jornadas, el recién creado FC Arkadag es matemáticamente campeón de la liga de Turkmenistán, con unos registros espectaculares: cuenta todos sus partidos por victorias. Pero los hinchas rivales creen que el equipo se ha visto beneficiado por sus vínculos con el gobierno.

Once inicial del FC Arkadag de Turkmenistán antes de empezar un partido de liga

No te lo reprocharemos si tus conocimientos sobre Turkmenistán son escasos o incluso nulos. Este país de Asia central, casi tan extenso como España entera pero menos poblado que la Comunidad de Madrid, es una antigua república soviética ubicada a orillas del mar Caspio, haciendo frontera con Irán y Afganistán, con la que el mundo hispanohablante nunca ha tenido una relación muy cercana. Sus habitantes son étnicamente próximos a los turcos, de hecho su idioma es bastante similar, aunque han pasado los últimos siglos bajo la influencia rusa.

A los turcomanos, como a casi todo el mundo, les encanta el fútbol. Tienen su campeonato nacional, la Ýokary Liga (“liga superior”), en la que suelen triunfar los clubes de la capital Asjabad. Pero este año ha surgido una superpotencia que lo ha puesto todo patas arriba: el FC Arkadag.

El campeón es nuevo en todos los sentidos. El club se fundó en abril, con apenas días de antelación sobre la fecha de inicio liguero (allí compiten en verano debido a las bajas temperaturas invernales). Son nueve equipos que juegan entre sí tres veces, sumando 24 jornadas, pero las cuatro últimas se las pueden ahorrar porque el Arkadag ya es matemáticamente inalcanzable para el segundo: en los 20 partidos disputados hasta ahora lleva otras tantas victorias, sin ceder un solo punto, y con una diferencia de goles de +56.

Un dominio tan abrumador y tan repentino ha generado suspicacias en el público; lo cierto es que no faltan los motivos. Pese a ser de tan novísima creación, el Arkadag es casi tan antiguo como la localidad que le da nombre, una urbe planificada al sur del país, surgida en medio de ninguna parte por obra y gracia de la megalomanía de Gurbanguly Berdimuhamedow.

¿Quién es este señor? Dentista de profesión, se metió en política bajo el mando del presidente Nyýazow, el hombre que llevó a Turkmenistán a la independencia, y a su fallecimiento en 2006 heredó tanto el puesto de líder absoluto como los métodos extremadamente autoritarios y antidemocráticos de su antecesor, en un régimen considerado uno de los más represivos y cerrados del mundo. En lo más alto del escalafón, mediante farsas electorales que le daban más del 90% de los votos, se mantuvo en el cargo hasta 2022, cuando delegó… en favor de su hijo Serdar, mientras él mismo se reservó para sí la labor de “presidente del Consejo del Pueblo”.

Como Berdimuhamedow resulta un tanto difícil de pronunciar y recordar, el antiguo mandamás se hace llamar precisamente Arkadag, un título honorífico traducible como “Protector”. Es tal como suena: se ha construido su propia ciudad, destinando un presupuesto de miles de millones de dólares, y le ha puesto su nombre. El proyecto mimado de la familia gobernante recibe todas las atenciones y toda la inversión necesaria… y su equipo de fútbol no iba a ser menos.

El expresidente eligió personalmente el escudo entre varios diseños que le presentaron, escogió también los colores (coincidentes con la bandera nacional) y dio orden para que el resto de clubes dejara marchar a sus mejores jugadores. Didar Durdyyev, máximo goleador de la liga en 2022, aseguró que le hicieron “una oferta irrechazable”. De pronto, más de la mitad de la plantilla de la selección nacional turcomana está en el Arkadag.

Y no solo eso: a la superioridad lógica sobre el césped tras llevarse a los futbolistas más destacados de la nación se suma, según denuncian aficionados contrarios, una muy notable permisividad arbitral que se traduce en decisiones controvertidas a su favor, como penaltis extremadamente dudosos que deshacen empates con el tiempo cumplido. Por no hablar de la admisión del equipo en la Liga a última hora y sin pasar por las divisiones inferiores, cambiando el torneo de los ocho participantes habituales a nueve y modificando el calendario a conveniencia. En la práctica “ha acabado con cualquier interés por el fútbol en Turkmenistán”, se quejan algunos aficionados según recoge la prensa extranjera.

Dadas las circunstancias, a nadie sorprendería que el dominio del auténtico equipo del régimen continuara incontestable de manera indefinida. Sobre todo porque la situación tiene, como era de esperar, el visto bueno de la federación nacional, un miembro de pleno derecho tanto de la FIFA (Infantino estuvo por allí de visita en mayo) como de la Confederación Asiática (que le admitirá en la Champions continental). Sabiendo que el país restringe derechos humanos básicos, probablemente no será esta la principal preocupación de la población, pero no deja de ser significativo que en pleno siglo XXI los delirios de grandeza de un dictador sigan afectando de esta manera al deporte.