En sus dos últimos partidos oficiales, el PSG ha marcado nueve goles. Y no a dos rivales cualquiera, Inter de Milan y Atlético de Madrid, ambos considerados a priori, cada año, dentro de las mejores defensas de Europa. El conjunto parisino es un rodillo, una máquina de atacar incesante, una pesadilla para todos sus rivales, que le postula, claramente, como el máximo favorito para ganar el Mundial de Clubes, en el que entró en liza con una goleada sin pestañear por 4-0 ante el Atleti.

Nada más proclamarse campeón de la Champions, en la que le asestó al Inter la mayor goleada de la historia de las finales, 5-0, Luis Enrique se apremió para declarar que el novedoso torneo de la FIFA “es un objetivo prioritario. Iremos a Estados Unidos para ganar”. Unas declaraciones que no fueron en vano, ya que en su debut se mostró como un equipo implacable, imparable, imbatible, que, incluso jugando a medio gas durante el segundo tiempo, con varios suplentes, no bajó la intensidad para seguir atacando y atacando.

Las estadísticas del Paris Saint-Germain en 2025 asustan. Cuatro títulos, entre ellos la Orejona, y un saldo casi perfecto en 33 partidos: 27 victorias, 2 empates y 4 derrotas, dos de ellas en la liga francesa, en la que cantó el alirón en abril, exhibiendo una superioridad aplastante, sin parangón en el fútbol francés, y que le permitió a Luis Enrique realizar rotaciones para emplearse a fondo en las eliminatorias de la Champions.

Entre todas las competiciones, el PSG es el equipo más goleador de Europa. Con su 4-0 contra el Atlético, los parisinos acumulan 105 dianas entre todas las competiciones, superando ya al Barcelona, ausente en el Mundial de Clubes, que registró 102 tantos. Una cifra que evidencia la intensidad y la voracidad de Luis Enrique en el banquillo, el gran artífice del éxito del club, hace no mucho tiempo un castillo de naipes en Europa, incapaz de soportar un solo golpe, actualmente un trasatlántico que ha infundido el terror en todos los clubes a los que encara desde el comienzo del año.

Y eso que en verano, en Francia, se llegó a barruntar que este PSG sería mucho más temible sin Kylian Mbappé. Luis Enrique fue el único que se atrevió, convencido, a apostillar que su equipo sería mucho mejor este año. Y los datos lo han refrendado sin paliativos. El exseleccionador español, además, dijo que supliría al francés con varios delanteros que subsanarían su ausencia. El paso al frente de Dembélé, la explosión de Barcola, la irrupción de Doué, el nivel de Gonçalo Ramos y la verticalidad de Nuno Mendes y Achraf no han hecho olvidar su salida, sino que los números han sido incluso superiores a las últimas temporadas con el jugador del Real Madrid en la plantilla.

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El PSG no teme a nadie, se siente poderoso, es consciente de que es el rival a batir y va sin frenos hacia el Mundial de Clubes. Barre todo lo que se interpone en su camino, no tiene piedad de ningún equipo y es una metralleta cuyas balas son infinitas. El 4-0 contra el Atlético volvió a poner de manifiesto que la ambición y el hambre de la plantilla, imbuidos por la filosofía de Luis Enrique, atacar y atacar, sigue intacta, por lo que el viernes, a las 3.00 de la madrugada CET, el Botafogo intentará escapar y no ser la enésima víctima de un equipo que ha destrozado todos los registros en 2025.

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