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BRASIL - GUINEA

Brasil pisa un estadio del Espanyol después de la ‘Tragédia do Sarrià’

Considerado por muchos el mejor partido de la historia del fútbol, la ‘Seleçao’ cayó eliminada en 1982 ante Italia, pese a lo cual su ‘torcida’ protagonizó “el mejor ambiente del Mundial”.

Brasil-Italia, en el Mundial de España 1982.
DIARIO AS

Para la inmensa mayoría de los 44.000 privilegiados que lo presenciaron y los millones de personas que lo siguieron alrededor del mundo, se trató del gran partido de la historia de los Mundiales. Incluso ha corrido mucha literatura asegurando que fue el mejor partido de la historia del fútbol. Pero, para la mitad menos uno (el árbitro) de sus protagonistas, quedaría para siempre bautizado como la ‘Tragédia do Sarrià’. Directo y al pie.

El Brasil-Italia de la Copa del Mundo de España, disputado el 5 de julio de 1982 en un exultante estadio de Sarrià, en el corazón de Barcelona, supone una cita ineludible en cualquier enciclopedia futbolística, por cómo transcurrió y lo que supuso en el devenir táctico del deporte rey. Pero también, trasladado a la actualidad, se trata de la última vez que la Seleçao ha jugado en un feudo del Espanyol (sí lo ha hecho en el Camp Nou), hasta la cita de este sábado ante Guinea en Cornellà-El Prat, rebautizado desde el pasado lunes como Stage Front Stadium, como si todo estuviera ideado para que sea precisamente la víctima de la ‘Tragédia do Sarriá’ quien estrene una nueva nomenclatura.

Zico, Sócrates, Júnior, Falcao, Cerezo… Una constelación de estrellas, en el momento de plenitud de sus carreras, alcanzaban la cita, definitiva para el pase a las semifinales, después de imponerse en la primera liguilla a Unión Soviética (2-1), Escocia (4-1) y Nueva Zelanda (4-0), y de haber derrotado en la primera jornada de la segunda fase a Argentina (3-1), provocando incluso la expulsión de Maradona.

“Cuando ganaron a Argentina, la ‘torcida’ empezó a ir por la Rambla, arriba y abajo, entre tambores y bailes. Era bárbaro. En Sarrià tuvimos el mejor ambiente del Mundial”, rememoraba recientemente en AS el histórico delegado del Espanyol, José María Calzón, que fue justamente el delegado de campo de Sarrià en aquel grupo de la muerte.

Zico y Gentile, en el mítico Brasil-Italia.
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Zico y Gentile, en el mítico Brasil-Italia.Getty Images

En cambio, había ido avanzando Italia en el torneo con dificultades, enlazando empates frente a Polonia (0-0), Perú (1-1) y Camerún (1-1), y superando únicamente a los argentinos (2-1). Hasta que llegó aquella tarde del 5 de julio en que, a juicio de espectadores, analistas, futboleros y sobre todo brasileños, murió el fútbol espectáculo para dar paso a otro mucho más pragmático, cartesiano.

El caso es que, a pesar de que a Brasil le hubiera bastado con un empate para alcanzar las semifinales, un ‘hat-trick’ de Rossi, quien venía de cumplir dos años de sanción por amaños y que a la postre se erigiría en la máxima figura del Mundial que acabaría por conquistar, hizo inútiles los tantos de Falcao y de Sócrates.

“Para mí, Sócrates fue más que Rossi, Zico o Maradona. Hizo un campeonato muy completo”, recordaba Calzón, quien remataba: “El ambiente en Sarrià lo montaron los brasileños, con sus tambores. Desde el campo de la Chatarra, donde entrenábamos, lanzaban unas cometas al aire que cubrían el cielo. Era un espectáculo”. Ahora ese ambiente, aunque sin Mundial de por medio, se trasladará 41 años después a otro feudo del Espanyol, el Stage Front Stadium.