Antonio Roma: la carrera de un portero inolvidable
‘El Tarzán’ de Boca Juniors marcó una época en el equipo ‘xeneize’ y a día de hoy sigue siendo uno de los mejores arqueros de la historia de Argentina.
Hace trece días, el 13 de julio, Antonio Roma, conocido como ‘El Tarzán’, hubiera cumplido 91 años. Nació en Villa Lugano, un barrio de Buenos Aires, el 13 de julio de 1932. Tras una vida llena de éxitos, sobre todo en Boca Juniors, dejó este mundo el 20 de febrero de 2013 a causa de un virus. Todavía hoy se recuerda con mucho amor y respeto a uno de los arqueros más grandes de la historia de Argentina.
De la Loma a Boca pasando por Ferro: los inicios de ‘El Tano’
‘El Tarzán’ hizo sus primeras paradas en su barrio, en Villa Lugano, en el Fortín la Loma. Debutó como profesional en Ferro Carril Oeste, equipo del que fue canterano, el 31 de julio de 1955, con 23 años. Fue ante Lanús, como visitante, y el resultado final fue de empate a dos. Sucedió en la jornada 11 de la Primera División de la Asociación de Fútbol Argentino (A.F.A).
Hasta entonces, el arquero titular de Ferro era Roque Marrapodi, pero el joven Antonio aprovechó su oportunidad y, pese a recibir dos tantos, el primero, obra de Emilio Fernández, y el segundo, a cargo de Benito Cejas, el portero luganense le detuvo un penalti a Ramón Moyano. No pudo evitar la derrota, pero dejó su huella desde el principio.
‘El Tano’ jugó los siguientes 19 partidos de aquella campaña de 1955, para un total de 20 por los 10 de Marrapodi, haciéndose indiscutible en el once titular. Esta dinámica continuaría las siguientes cuatro temporadas, la de 1958 en Primera ‘B’, hasta su marcha en 1959. Su último encuentro como portero de Ferro Carril Oeste fue contra Estudiantes de la Plata, despidiéndose de su afición en el Estadio Arquitecto Ricardo Etcheverri. En ‘El Verde’ jugó un total de 127 encuentros y encajó 176 goles.
Como curiosidad, su apodo primeramente era únicamente ‘Tano’, pero, tras su gran temporada en 1959, y, debido a la popularidad de la película de Tarzán en aquella época, los aficionados comenzaron a llamarlo así.
Su gran etapa en el barrio de Caballito le sirvió para fichar por Boca Juniors a principios de 1960. Llegó junto al defensa Silvio Marzolini por 600 mil pesos y cinco jugadores. Su primer partido fue en la primera jornada de la nueva campaña, curiosamente, contra Estudiantes de la Plata, su último rival como ‘verdolaga’. Se disputó el 3 de abril en La Plata, con victoria ‘xeneize’ por 1-2. Fue el primer capítulo de una historia de amor de doce temporadas. La primera tuvo 29 episodios, en los que recibió 35 goles.
En su segunda campaña ‘El Tano’ encajó 31 goles en 28 partidos, mejorando su primer año. Aun así, Boca volvió a ser quinto, como en 1960, resistiéndosele el campeonato desde 1954, el anterior a la llegada de Roma a la élite del fútbol argentino.
El Campeonato de 1962: Boca y River, mano a mano por la liga
Fue en su tercera temporada cuando Antonio Roma se encumbró como Leyenda. Después de muchos años, ‘xeneizes’ y ‘millonarios’, los azul y oro frente a los franjirrojos, los del barrio de la Boca frente a los del barrio de Núñez. Boca Juniors y River Plate volvían a disputarse un Campeonato. Trece campeonatos cada uno hasta la fecha. El último de Boca, en 1954. El de River, en 1957.
No comenzó de la mejor manera el combinado de El Monumental, con tan solo una victoria, un empate y dos derrotas, para un total de 3 puntos en sus primeros cuatro partidos (en esa época eran dos puntos, y no tres, por victoria). Por su parte, los de La Bombonera marchaban colíderes junto a Independiente con 8 puntos en cinco partidos (eran 15 equipos. Por ello, River descansó en la jornada 2 y tenía un partido menos tras la quinta jornada).
Con 10 fechas disputadas, más de un tercio del campeonato, los ‘bosteros’ ya lideraban la tabla en solitario con los ‘millonarios’ sextos a cuatro puntos, con los mismos encuentros. En el ecuador del torneo, River redujo ligeramente las distancias a tres, dejando entrever una segunda vuelta emocionante entre ambos rivales, con Independiente entre ambos en segunda posición. En 21 partidos, tanto Gimnasia (1º), como River (2º), habían superado a Boca en la clasificación, que se quedaba a tres puntos de la cabeza.
En la jornada 26, River, Gimnasia y Boca estaban empatados a 35 puntos cada uno. Los millonarios encabezaban por primera vez la tabla en toda la temporada. La resistencia de Gimnasia estaba llegando a su fin. Los ‘triperos’ se cayeron de la pelea en la siguiente fecha con su segunda derrota en los últimos tres encuentros.
River Plate 37-37 Boca Juniors. Como si de un partido de baloncesto se tratase. Cinco jornadas les restaban a ambos, y los ‘bosteros’ tenían una ligera desventaja por el golaveraje, aunque les quedaba la baza de La Bombonera, que acogería El Superclásico en la penúltima jornada.
El penalti a Delem: la Bombonera jamás olvidará a Antonio Roma
El 09/12/1962 quedará para siempre en la memoria, y en los corazones de los aficionados de Boca Juniors. Empate a 39 puntos. River, líder por los goles a favor. La Bombonera era un hervidero a punto de estallar. Si los locales ganaban, se ponían líderes con dos puntos por encima. Sin embargo, el empate o la derrota dejaban en bandeja el título para los ‘millonarios’.
“Yo estaba en la cancha. Es el clásico más grande en Buenos Aires”, son las palabras de un tal Ángel Clemente Rojas, ‘Rojitas’, que años más tarde se convertiría en historia de Boca Juniors, pero que aquel día vivió este Superclásico desde la grada.
No se había jugado ni un cuarto de hora cuando el colegiado señaló una pena máxima a favor de los boquenses. Un mal pase del defensa Marcelo Echegaray dejó el balón dividido. El arquero Amadeo Carrizo no pudo alcanzarlo antes que Paulo Ángelo Valentim y lo derribó dentro del área. El brasileño adelantó a Boca tras batir al guardameta desde los once metros. A los 14 minutos de encuentro, los locales eran virtualmente primeros.
No obstante, River dominaría la segunda mitad, encontrando el premio con un penalti a favor en el 87′, cometido sobre Luis Artime. El elegido para lanzarlo fue Vladem Lázaro Ruiz Quevedo, conocido como Delem. Antonio Roma detuvo el disparo y lo desvió a córner, enterrando las opciones de River Plate de ser campeones y regalándole el título a su equipo y a su afición. Había hecho historia. 41-39. Boca estaba a un solo punto de lograr su decimocuarto Campeonato.
Don Ángel Clemente Rojas, ‘Rojitas’, leyenda viva de Boca Juniors y compañero de Antonio Roma desde 1963 hasta 1971, relata que aquel encuentro lo vivió “con una emoción bárbara, porque estos clásicos son así. Son clásicos que el que gana festeja diez días, quince días. No se olvida. ¿Y quién se puede olvidar de esto que hizo Antonio Roma? Nadie. Nunca. Nunca se van a olvidar. Siempre va a estar en la mente de todos”.
Boca pondría la rúbrica al título tres días después frente a Estudiantes en La Bombonera, ganando 4-0, y dejando estéril la victoria de River 1-4 frente a Gimnasia. Boca Juniors era campeón ocho años después de una liga que será siempre recordada por el penalti de Antonio Roma a Delem.
Roma vs Carrizo: una rivalidad de época
Como en su momento fue Casillas vs Buffon o ahora Ter Stegen vs Courtois, en los 60′ había una gran rivalidad entre dos porteros, uno de Boca Juniors, Antonio Roma, y otro de River Plate, Amadeo Carrizo. El ‘bostero’, de Villa Lugano. El ‘millonario’, de Rufino. Roma jugaba con las manos desnudas. Carrizo, con guantes. Uno era atajador y aguerrido, el luganense. Otro, hábil con los pies y elegante, el rufinense.
Don Ángel Clemente Rojas vivió en persona aquella maravillosa época del fútbol argentino: “Era un duelo. Amadeo Carrizo o Roma”, declara el legendario delantero. “Yo me puse siempre a favor de mi compañero. Vivíamos juntos prácticamente”, comenta con mucho cariño hacia el difunto Roma. Para ‘Rojitas’, tanto Antonio como Amadeo “fueron los mejores arqueros que yo vi en la Argentina”.
El exfutbolista tiene, además, palabras muy bonitas para el guardameta de River: “Tuve la suerte de ser amigo de Amadeo Carrizo también. Era una persona muy buena, un hombre respetuoso y fue lo más grande como arquero acá en la Argentina y en el mundo me parece a mí. Era un arquero fabuloso”.
Don Héctor Cardozo, veterano periodista argentino que ha escrito para El Gráfico o Clarín, fue otro testigo privilegiado de esta gran rivalidad que mantuvieron ambos arqueros. “Roma era un arquero atajador, atlético, con un físico exuberante que custodiaba su portería con agilidad y reflejos”, así define Don Héctor a Antonio Roma. Para Cardozo, Roma “estaba en contraposición con quien, para el fútbol argentino, es el inventor del puesto de arquero: Amadeo Carrizo”. Para el redactor rosarino, Roma y Carrizo eran el Ying y el Yang. El de River “era un arquero jugador, porque no solamente dominaba los secretos de su posición en el campo de juego, sino que tenía un buen manejo de pelota con sus pies”, mientras que el de Boca era “un arquero-atajador”.
Ambos tenían el apodo de ‘Tarzán’. No obstante, cuenta Héctor Carrizo que “Roma, en la intimidad, se autodenominaba ‘Papirri’, un diminutivo de ‘Papito’”. Una frase que repetía mucho el arquero a sus compañeros era “Hoy ganamos. A Papirri, cerapios”, según Diego Ariel Estévez, escritor bonaerense que ha publicado varios libros sobre Boca. Esta frase quería decir que no iban a marcarle ningún gol.
Un hecho que define la rivalidad y la grandeza de ambos guardametas es la lucha que tuvieron por el récord de más minutos consecutivos sin encajar gol. En 1964, Roma estableció el récord con más de 700 minutos imbatido, pero, cuatro años después, Carrizo lo superaría, dejando la marca en 769 minutos. Fue contra Vélez, un 14 de julio de 1968, cuando en el minuto 49, Carlitos Bianchi batió al arquero de River para detener el minutero del récord, superado ya en el minuto 21.
La cosa no quedaría así. Una temporada más tarde, el 20 de abril de 1969, y, curiosamente, frente a Vélez (como River cuando Carrizo superó el récord de Roma), Antonio Roma superaba los 769 minutos de Amadeo Carrizo, deteniéndose la cuenta en 782 minutos, tras un cabezazo de Wehbe en el 64′.
Aquel día, el encuentro se detuvo con una pañolada inolvidable de todo el estadio ‘xeneize’. Todos los aficionados alzaron al vuelo pañuelos blancos y festejaron la gesta de ‘El Tano’. Los propios compañeros de Roma lo abrazaron y lo felicitaron, conscientes de lo que acababa de hacer su portero.
Antonio Roma en la Selección de Argentina: once años entre Perú, Chile, Inglaterra y Uruguay
Antonio Roma jugó 42 partidos para la Selección Argentina entre 1956 y 1967. Su primera convocatoria para un torneo importante fue para disputar el Campeonato Sudamericano (actual Copa Ámerica) de 1957, en Perú. Roma aún era muy joven y quedó relegado al banquillo, pues, en aquel entonces, Rogelio Domínguez era titular indiscutible. Pese a ello, ‘El Tarzán’ disputó la segunda mitad frente a Perú, permitiéndole su seleccionador Guillermo Stábile formar parte activa del título albiceleste.
En 1962 sí sería titular en la Copa del Mundo de Chile. No obstante, fue un torneo para olvidar de Argentina, que quedó apeada en fase de grupos tras una única victoria ante Bulgaria, un empate frente a Hungría y una dura derrota por 3-1 contra Inglaterra.
Su último Mundial fue Inglaterra 66′. Argentina clasificó segunda en el grupo 2, el cual compartía con Alemania Federal, España y Suiza. Empató a cinco puntos con Alemania, pero los germanos tenían mejor golaveraje. La albiceleste caería en cuartos de final frente a la anfitriona. Los ingleses vencieron por 1-0 y los argentinos se volvieron a casa antes de lo deseado. Aun así, el campeonato de Antonio Roma fue impecable.
“Roma anduvo muy pero que muy bien. Fue uno de los mejores jugadores que tuvo ese equipo, que partió sin ninguna esperanza y que cumplió una buena actuación dentro de las posibilidades que se le otorgaron”, declara el periodista Don Héctor Cardozo, que presenció aquel mundial de Inglaterra.
Disputaría su segunda Copa América en 1967, con sede en Uruguay, y donde sería subcampeón por detrás de la anfitriona. Jugó los cinco partidos del torneo. Argentina llegó con opciones hasta la última jornada, con un punto por encima de los ‘charrúas’, pero la localía se impuso y los uruguayos vencieron 1-0 a los argentinos.
Este sería el último encuentro de ‘El Tarzán’ con la tricampeona del mundo. En sus 42 partidos recibió 37 goles, disputó dos Copa América y dos mundiales, conquistando el Campeonato Sudamericano de 1957.
Últimos años de carrera: Dos vueltas olímpicas históricas y el comienzo del adiós
El récord de imbatibilidad no sería lo único que el luganense lograría en la temporada de 1969. Como colofón a una temporada histórica, junto a Boca, se alzaría como campeón de liga y copa, cosechando un doblete sin precedentes en el club bonaerense. Este nuevo título liguero se sumaba al conseguido en 1962, con su parada histórica a Delem, al de 1964 y al de 1965, que ya lucían en las vitrinas de La Bombonera.
El título de 1969 nunca será olvidado. Boca se hizo con el Campeonato Nacional tras empatar a dos ante River en El Monumental, dando una vuelta olímpica histórica al césped del eterno rival el 14 de diciembre. Para sumarle mayor emotividad, aquel Boca fue entrenado por el eterno Don Alfredo Di Stéfano, a quien ‘Rojitas’ lo define como “un magnífico jugador y una muy buena persona”.
En 1970, con José María Silvero como técnico, los ‘bosteros’ obraron nuevamente el hito del año anterior. Se estableció un nuevo formato en el que el campeón se decidiría tras una fase regular, pasando a semifinales los dos primeros de cada zona (A y B). Boca clasificó como segundo en la Zona B de la tabla liguera, lo que le otorgó un billete para las semifinales del Campeonato. Venció a Rosario Central en El Monumental, repitiendo, así, la vuelta olímpica en el estadio de River Plate.
En su penúltima temporada (1971) como profesional, con 39 años, tan solo jugó 8 partidos, relegando su puesto en Rubén Omar Sánchez, que jugó un total de 28 encuentros. El veterano arquero veía próxima su retirada tras más de quince años en la élite del fútbol argentino. La campaña de 1972 fue la última. Sánchez se asentó de titular otro año más, siendo tan solo tres los partidos que disputó Antonio Roma.
Pondría punto y final a su trayectoria en Boca y al fútbol en ‘su’ Bombonera, ante su afición y frente al eterno rival, River Plate, el 18 de junio de 1972. El resultado fue de empate a dos con errores de ‘El Tano’ en ambos tantos. Fue un último episodio negativo e inmerecido dado el legado de Roma en Boca Juniors. No obstante, no empañó para nada la gran carrera del arquero luganense, considerado por muchos como uno de los mejores porteros de la historia del club de azul y oro.
Vistió la remera de Boca Juniors en 331 partidos durante doce temporadas. Sin duda toda una leyenda ‘xeneize’.
Cuenta el escritor Diego Ariel Estévez que su padre vio jugar a Roma como hincha en varios partidos, y que, para él “era un arquero extraordinario. Era alto, de una compostura física muy ancha, con unas manos enormes”. “Era muy grandote”, le decía su padre a Diego Ariel. Lo definía como “un arquero atajador, muy arrojado, muy valiente y con una personalidad ganadora y una energía desbordante que contagiaba a los compañeros”. Para el también periodista y seguidor de Boca, Roma es un ídolo para los ‘bosteros’. Pese a no haberlo visto jugar, afirma que “atajó en Boca durante doce años. Atajar en Boca es muy difícil y para hacerlo durante doce años tienes que ser muy bueno”. Lo considera uno de los mejores. “Estamos hablando de uno de los cinco o seis mejores arqueros de la historia de Boca indudablemente. Roma está en el Olimpo de los arqueros boquenses”, añade.
Para Don Héctor Cardozo, Roma será siempre una “figura recordada”. Para él, que vivió aquella época gloriosa del Boca Juniors en el que jugaba Antonio Roma, es, sin duda, “uno de los futbolistas que mayor alcance y notoriedad tuvo en aquella época y que fue y es considerado uno de los históricos representantes del Club Atlético Boca Juniors”. Asegura que “Roma siempre fue un futbolista que fue muy querido y ponderado en todas las canchas y que tenía un arrojo muy particular”.
El veterano periodista, pluma muy importante en Argentina, define al guardameta como un portero que “pertenecía a la línea de arqueros denominados atléticos, es decir, que podían custodiar su valla en base a sus reflejos, su elasticidad y su capacidad y coraje para enfrentar situaciones difíciles frente a los rivales”.
La carrera de Roma fue prodigiosa. Se retiró tras 458 encuentros para Ferro y Boca, pasando toda su carrera en su amada Argentina. Para la Selección Argentina disputó 42 partidos, jugando un total de 500 en su carrera, una cifra tan redonda como su trayectoria.
Roma al revés es Amor: la memoria de Antonio Roma
Ángel Clemente Rojas ‘Rojitas’, para Antonio Roma:
“Tuve la suerte de convivir muchos años con vos. Fuiste una gran persona. Un gran hombre. Un amigo de la vida y un gran arquero. Fuiste un ídolo total de la gente y te quiero mucho a vos y a tu familia. Descansa en paz”.
Antonio Roma, ‘El Trazán’, ‘El Tano’, Arquero, Hijo, Padre, Marido, Amigo. Muchos apelativos tuvo el luganense durante toda su vida. Todos ellos llenos de admiración, amor y respeto a su leyenda.
En Villa Lugano siempre será referente en el barrio. Los luganenses dirán orgullosos: “Soy del barrio de Villa Lugano, como el gran Antonio Roma”. En Ferro presumirán siempre de haber contado con uno de los mejores porteros de Argentina en sus filas y Boca estará siempre en deuda con aquel hombre que defendió su valla durante doce temporadas.
Ni ‘bosteros’ ni ‘millonarios’ olvidarán jamás aquel penalti a Delem en el 62′. Tampoco esa preciosa rivalidad, siempre sana, entre los ‘tarzanes’ argentinos: él y Amadeo Carrizo. Los mejores arqueros de los 60′. La entidad azul y oro tendrá por los siglos de los siglos en la retina aquellas dos vueltas olímpicas en El Monumental tras conquistar las ligas del 69′ y del 70′, con Roma bajo palos.
Fue un hombre inolvidable que nació en un pequeño barrio de Buenos Aires. Se hizo grande en Ferro Carril Oeste e hizo historia en Boca Juniors. Fue un tipo que no dejó indiferente a nadie. Ni a compañeros ni a rivales. Ni a amigos ni a enemigos. Simplemente, fue quien siempre había sido: siempre auténtico, siempre único, Antonio Roma.