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Las jugadores de la Selección femenina, en el avión de vuelta a España tras ganar el Mundial.
Las jugadores de la Selección femenina, en el avión de vuelta a España tras ganar el Mundial.Pablo García/RFEF

MUNDIAL

“Soy Eva Navarro, la comandante; hemos subido al cielo y hemos cogido una estrella”

El agotador vuelo de regreso a España de la Selección femenina, con escala en Doha, se convirtió en una fiesta de celebración previa a la de Madrid.

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El vuelo fue un chárter de Iberia para transportar en la ida a familiares, directivos y miembros de los estamentos de la RFEF, patrocinadores y otros invitados. Partió el pasado viernes al mediodía y regresó en la madrugada del lunes de Sídney, después del partido. En la vuelta se unió al vuelo toda la expedición de la selección desplazada al Mundial, incluidas las jugadoras. En la ida viajaron más de 100 personas; en la vuelta, más de 200. El aparato era un Airbus 350, uno de los más grandes y modernos de la flota de Iberia

En el vuelo viajaron el secretario de Estado para el Deporte, Víctor Francos, y algún representante político, como Borja Sémper (PP). También estuvieron presentes el presidente de la RFEF, Luis Rubiales, y el seleccionador de la absoluta masculina, Luis de la Fuente, así como representantes de clubes: Emilio Butragueño por parte del Madrid y Xavier Puig, el directivo de la sección de fútbol femenino del Barça.

El vuelo hizo escala tanto en la ida como en la vuelta en Doha para repostar. La duración total del vuelo fueron unas 24 horas ida, 24 horas vuelta, incluyendo las dos horas de repostaje, en las que nadie descendió del aparato. Para quienes viajaron en el chárter pero no formaban parte de la expedición que viajó al Mundial hace un mes, la experiencia fue agotadora: 50 horas dentro del avión y apenas 24 de estancia. Esto demuestra el tirón de la selección femenina. La alegría por el título mundial hizo que el agotamiento por tan largo viaje no apareciera en ningún momento. Tan solo el llanto de algún niño recordó a los viajeros que llevaban dos días completos metidos en un avión.

Una gran bandera de España recibió a las jugadoras en la zona de Preferente a las 6 de las mañana hora de Sídney, cuando iban a embarcar. Al poco de aterrizar, el comandante sobrevoló el Estadio Australia, donde se disputó la final. El piloto advirtió de ello al pasaje, lo que provocó encendido aplauso.

Salvo en los despegues y aterrizajes y en los momentos para apagar las luces y dormitar, la cabina parecía un vagón de Metro en hora punta. Ir al lavabo era una odisea. El personal de cabina se las veía y deseaba para mover los carros de comida. No hubo una queja ni una mala cara. Al contrario, el comandante y otros miembros tripulantes se hicieron fotos con las jugadoras entre el movimiento de gente imperante.

Las jugadoras eran las más activas. Continuamente pasaban a la zona turista para abrazar, saludar o charlar con los familiares (algunas jugadoras, como Irene Paredes o Ivana Andrés, viajaban con su hijo y pareja), hacerse fotos con la tripulación o amigos, bromear con los miembros del equipo que apoya a la selección o simplemente pasearse repartiendo abrazos, besos y bromas. En un momento determinado, antes de llegar a Doha, Eva Navarro tomó el sistema de comunicación de la cabina para saludar a todos los pasajeros. “Buenos días a todos. Soy Eva Navarro, la comandante. Somos campeonas del mundo. La temperatura en Doha es de 38 grados”, anunció entre el jolgorio generalizado. En algún momento de la noche, mientras la mayor parte del pasaje dormía, se oyeron cánticos desde la zona de Preferente: “Campeonas, campeonas, campeonas”. Con el cambio de tripulación en Doha, los cánticos arreciaron.

La mayor parte de los pasajeros eran familiares. También se sumaron a la expedición media docena de miembros del grupo Marea Roja, que integra a seguidores de toda España que suelen acompañar a las selecciones absolutas en sus desplazamientos.

La polémica por el beso en la boca de Rubiales a Jenni Hermoso durante la entrega de medallas tras la final sobrevoló las conversaciones durante el vuelo. Pese a lo incómodo del incidente, todo el mundo restó importancia al hecho para no empañar la histórica consecución del título mundial.

La llegada a Madrid

Minutos antes de aterrizar, Eva Navarro, tomó el sistema de sonido del avión y lanzó un último mensaje al pasaje: “Soy Eva Navarro, la capitana de este vuelo. Quiero deciros que hemos subido al cielo y hemos cogido una estrella. Ahora que entramos en el cielo de España, quiero deciros que vamos a seguir volando mucho más”.

Minutos después llegaron los mensajes de los controladores aéreos de Barcelona y otros aeropuertos españoles. “Campeonas, campeonas, oé, oé, oé”, se oyó a los controladores por la megafonía mientras el avión descendía hacia Barajas”

Dado que las jugadoras se resistían a sentarse, la sobrecargo del vuelo tuvo que lanzar una advertencia en tono amigable: “Les ruego que tomen asiento. No podemos aterrizar en Madrid con un montón de piernas rotas”. No hubo que lamentar ninguna. Al contrario. Fue llegar a Madrid y comenzar la fiesta de verdad.