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BARCELONA

La noche negra del Barça en Salamanca

En la víspera de los Reyes de 1998, los azulgrana tiraron a la basura un 1-3 en diez minutos y perdieron 4-3. Aunque ganó aquella Liga con Van Gaal, también eran tiempos volcánicos en aquel Barça, que aquel mismo día había anunciado un acuerdo con Otmar Hitzfeld para que fuera su director de fichajes.

La noche negra del Barça en Salamanca
Eduardo Herrero Vazquez

A los que van cumpliendo años les sonará la historia, recurrente en una tarde de nervios como la que este jueves espera en el Reina Sofía contra el Unionistas. El Barça ya vivió una noche negra de fútbol en Salamanca. Ha llovido, sí. Fue el 5 de enero de 1998, la víspera de Reyes. El equipo de Van Gaal, que todavía no había terminado de cuajarse y había quedado fuera contra pronóstico en la primera fase de la Champions con aquel histórico 0-4 del Dynamo de Kiev de Shevchenko que se unió a malos resultados contra Newcastle y PSV, llegó a Salamanca con un once plagado de estrellas, aunque también de futbolistas discutidos. El equipo estaba formado por Hesp; Reiziger, Bogarde, Sergi; Luis Enrique, Celades, De la Peña, Giovanni; Figo, Sonny Anderson y Rivaldo.

Al Barça se le giró el partido de manera insospechada a partir del minuto 80. Hasta entonces, todo había transcurrido con cierta normalidad. Los azulgrana se pusieron ganando 1-3 en el minuto 68. Habían marcado el pistolero Sonny Anderson (12′), Luis Enrique (50′), Giovanni (68′), pero el portugués César Brito, con dos goles, y el ‘Cuqui’ Silvani, voltearon el partido y convirtieron la noche del estadio Helmántico en mágica. Las portadas del día siguiente fueron demoledoras para un Barça que parecía no encontrar el rumbo

Eran tiempos revueltos en el Barça, donde reinaba el ‘guerracivilismo’ después de las malas formas del despido de Cruyff al final de la temporada 1995-96. El Barça había ganado dos títulos en el curso 1996-97, pero había decidido prescindir de Bobby Robson para entregarse de nuevo a la metodología holandesa. Además, había sufrido el terremoto de la marcha de Ronaldo al Inter de Milán, que había dejado a la afición azulgrana huérfana de otro ídolo que en apenas un año se había ganado el corazón de todos. Núñez lo había solucionado pagando la cláusula de Rivaldo, pero estaba nervioso, se veía a kilómetros. Eso provocó toma de decisiones extrañísimas. Horas antes de ese 4-3 en Salamanca, la agencia Efe había anunciado en un despacho un acuerdo para que Ottmar Hitzfeld, el técnico campeón de la Champions con el Borussia Dortmund en 1997, se convirtiese en director general del Barça a partir de junio de 1998. El mismo presidente del Dortmund, Michael Meier, había reconocido el acuerdo. “Lo sabía; ahora sólo es cuestión de que el técnico lo haga oficial”, dijo ese día Meier. Como en el baloncesto, cuando lo intentó sin éxito con Aíto y Maljkovic, Núñez quería un director de fichajes que quitase poder el entrenador después de los años de guerra de desgaste con Cruyff. Lo de Hitzfeld, a quien había pretendido el Madrid el verano anterior, quedó en agua de borrajas y Van Gaal, que terminó ganando Liga y Copa pese a noches como la de Salamanca, ganó poder el año siguiente, en el que volvería a ganar el título liguero.

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