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REAL ZARAGOZA

Del Endesa al Atzeneta, los grandes ridículos en la Copa

En sus 91 años de historia, el Real Zaragoza sólo había sido eliminado antes en cinco ocasiones por rivales de dos o tres categorías inferiores.

Manu Vallejo controla un balón en la eliminación copera del Real Zaragoza frente al Atzeneta.
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La debacle de esta noche frente al Atzeneta hay que encuadrarla entre las seis más grandes de la historia del Real Zaragoza en el Campeonato de España de Fútbol, en la popular Copa. Sólo en otras cinco ocasiones el equipo aragonés había sido eliminado del torneo que ha ganado en seis ocasiones por un adversario de dos o tres categorías por debajo: el Endesa de Andorra (Tercera División), en la edición de 1980; el Logroñés (Segunda B), en la de 1983; el Sabadell (Segunda B), en la de 1984; otra vez el Logroñés (Segunda B), en la de 2002; y el Diocesano (Segunda RFEF), la pasada temporada.

No hablamos de un K.O. inesperado, cuando el Real Zaragoza militaba en Primera, ante un ‘segunda división’, como sucedió en 1941 con el Levante, en 1960 con el Córdoba, en 1961 con el Tenerife, en 1967 con el Europa –ésta eliminatoria fue la tumba de los ‘Magníficos’ y de su presidente Waldo Marco-, en 1973 con el Sevilla, en 1982 con el Rayo Vallecano, en 1999 con el Sporting de Gijón, en 2004 con el Nástic de Tarragona o en 2008 con la Real Sociedad. Hablamos de un batacazo en toda regla. De un oprobio. Y la página negra que el Zaragoza ha escrito esta noche en El Clariano de Onteniente tiene de todo eso y mucho más.

Pero vayamos con las otras cinco catástrofes anteriores:

Probablemente, el mayor ridículo del Real Zaragoza en la Copa hasta la fecha de hoy se produjo el 1 de octubre de 1980 en el Luis Arias de Andorra, frente al Endesa, de Tercera División (es decir, tres categorías por debajo). El equipo, que entonces dirigía Manolo Villanova y era líder invicto en Primera, no pudo pasar del empate en el partido de ida en La Romareda (1-1) y sucumbió con estrépito en la vuelta (2-1), en una prórroga que el Endesa afrontó con diez hombres por expulsión de Vilas. Lacambra marcó a cinco minutos de los penaltis el gol definitivo de los andorranos, entrenados por el ex portero del Real Zaragoza Pedro Lasheras. Los seis mil espectadores que abarrotaron aquella noche el Luis Arias se echaron al campo para celebrar la gesta más grande del Endesa, donde, curiosamente, era pieza clave en la defensa el padre de Cani.

Y se hace obligado consignar que el Zaragoza puso aquel día a toda su artillería: a Irazusta, Casuco, India, Oñaederra, Víctor, Amorrortu, ‘Pichi’ Alonso, Trobbiani... La vergüenza fue monumental. Y nadie quería regresar a Zaragoza en el autobús.

La eliminación tuvo unas consecuencias terribles: el equipo entró en picado en la Liga, Trobbiani tuvo que hacer las maletas en enero para regresar a Argentina y Manolo Villanova fue despedido cinco meses después ante la dramática situación del equipo. Le sustituyó el holandés Leo Beenhakker, al que le tocaría sufrir no un ridículo, sino dos en la Copa del Rey. El primero fue en la temporada 1982-83, frente al Logroñés, de Segunda B. El Zaragoza venció 1-2 en la ida, gracias a los goles de Barbas y Valdano, pero en La Romareda, con todo a su favor, se dejó sorprender por los riojanos (0-1) y acabó marchándose a la calle en una dramática tanda de penaltis donde fallaron Valdano, Amorrortu y Barbas. Beenhakker había dicho en la víspera que el partido era un “trámite”, pero después no encontraba justificación posible a la eliminación. Y el Zaragoza fue la rechifla de todo el fútbol español.

El Logroñés aún daría otra gran sorpresa en la Copa a costa del Zaragoza en la temporada del descenso del curso 2001-02, pero antes, en la edición de 1984, otro Segunda B, el Sabadell, también se haría famoso. Y esta vez sin penaltis: 2-1 en la Nova Creu Alta y 1-1 en La Romareda. Fueron dos partidos pésimos del equipo aragonés, pese a que su fútbol era entonces imponente en Primera División. Beenhakker, escarmentado, alineó a su formación titular, pero “el balón no quiso entrar”.

La antepenúltima fue hace veintiún años, el 10 de octubre de 2001. El Zaragoza defendía el título conquistado ante el Celta en La Cartuja, pero el Logroñés lo liquidó en el estreno, y a partido único, por el cambio de formato implantado un año antes. El encuentro, disputado en Las Gaunas, concluyó con empate sin goles. También la prórroga, pese a acabarla los locales con dos jugadores menos. Y en la tanda de penaltis, el Logroñés se puso las botas. Cuartero falló el penalti definitivo y el Zaragoza empezó a perfilar lo que se le iba a venir encima siete meses después: el descenso a Segunda División en Villarreal.

El penúltimo ridículo tuvo como protagonista al Diocesano, penúltimo clasificado del grupo 5 de Segunda RFEF y había perdido sus últimos cuatro partidos, pero enfrente tuvo a un Zaragoza impotente, sin gol y sin soluciones, pese al cambio de entrenador y al estreno de Fran Escribá en su banquillo, que esta noche ha vuelto a escribir una de las páginas más deshonrosas de la historia del club aragonés, que ha caído eliminado contra un rival que milita en Tercera RFEF, es decir, tres categoría por debajo, como ya sucedió en 1980.

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