Mariluz Durán: “El primero que llamó fue el Rey Juan Carlos y luego Julio Iglesias”
Mariluz Durán, esposa de Lorenzo Sanz, rememora en esta entrevista cómo vivió la conquista de la Champions de 1998 ante la Juventus.
Es enriquecedor escuchar a Mariluz Durán, viuda de Lorenzo Sanz, contar anécdotas de algunos de los momentos más importantes de la historia del Real Madrid, como es este caso, la Séptima, que llegó tras 32 años de espera. “Él (Lorenzo) sigue viviendo entre nosotros. Es sonreír permanentemente. Hay una cosa que yo le doy gracias a Dios: él era muy miedoso. No sé cómo hubiera envejecido. Si él se iba a ver viejecito decrépito, sentado en una silla de ruedas, hubiera sido horroroso. Entonces le damos gracias a Dios y ya está...”.
-¿Qué recuerda de aquellos días de la final de la Séptima?
-Recuerdo el viaje, súper ilusionados, con la emoción contenida porque no éramos nada favoritos. Nos fuimos toda la familia menos Lorenzo hijo porque tenía un partido de baloncesto y se quedó en Madrid. Me acuerdo de mis padres, madridistas desde que nacieron. Fue una alegría muy grande. Y el día que la ganamos ya ni te cuento. Fue uno de los días más felices de la vida de mi marido… y también de la mía. Creo que de todo el mundo. Su cara era de pura felicidad. Le mojaron el traje y se fue en chándal a la cena. Mi madre buscó una iglesia católica para ir el día del partido, fue a rezar y a poner una vela. Funcionó.
-Tras ganar la Séptima, estaba en la puerta de la celebración dejando pasar a la fiesta a amigos y conocidos…
-Teníamos buena relación con los socios que iban siempre con nosotros de viaje. Hacíamos excursiones juntos. Yo siempre me iba con ellos. Ese día que se gana... estábamos todos emocionados, se organizó una cena improvisada… hasta el champán era de la Juventus. Nos dicen que cenamos en tal sitio, que nos dan espacio. Había familias de jugadores, de directivos... Así que pasaron los que iban en el avión nuestro y que los conocía de toda la vida. Les decía: “Tú pasa”. Hubiera metido a todo el mundo. Es que el Madrid era y es, yo creo que sigue siendo, una gran familia del mejor equipo del mundo. Eso ya es un orgullo. Ser presidente del mejor equipo es lo más maravilloso que hay. Son muchas más las alegrías que las tristezas.
-Se hablaba mucho en casa de que quería ser el presidente con el que se volviera a ganar la Copa de Europa…
-Eso no se puede nunca decir. Podría pensarlo: “Tengo que conseguirlo”. Tú pones los mimbres y pones tu empeño en que eso salga lo mejor posible. Él tenía que cambiar, necesitaba este o aquel jugador y siempre con miras a todo. En el Madrid se tiene que ganar todo, hasta los amistosos. Decir “Lo voy a conseguir” es mucho pensar.
-¿Lorenzo Sanz era supersticioso?
-Yo era más supersticiosa que él. Me puse el mismo traje con el que ganamos en Alemania y él la misma corbata, el mismo traje, el mismo calzoncillo. Y el traje no lo llevamos a la tintorería. Él con su puro, que entonces se podía fumar.
-Usted tenía doble sufrimiento: presidente e hijo.
-Bueno, el que estaba concentrado (Fernando Sanz) hablaba poco. Y el que tenía en casa, pues el marido con la mujer siempre habla un poco más. Tengo un recuerdo maravilloso en ese coche que nos llevó al estadio. Él iba delante, de copiloto, y detrás íbamos mi padre, mi madre y yo. Pensaba: “Dios mío, mi padre madridista de toda la vida. Su yerno es el presidente del Real Madrid, yendo a jugar la final de la Copa de Europa y un nieto al que adoraba jugando y concentrado con el Real Madrid”. Le miraba la cara a mi padre, era tremendo.
-¿Le verbalizó en casa cuando Heynckes quiso irse una semana antes de la final?
-Él lo verbalizaba todo. Me lo contaba. Hay una imagen muy graciosa: le hacen una entrevista y dice que le dijo: “Estoy hundido”, y Lorenzo le contestó: “Míster, ahora mismo el hundido soy yo”. Me lo dijo en el momento. Llegó a casa y me dijo: “Fíjate lo que me ha pasado”.
-¿Cómo fue el momento en el que marcó Mijatovic?
-No lo puedo olvidar en la vida. Y es que no lo sé ni expresar. Sé que al final Lorenzo ya no pudo resistir más y, de repente, le veo que se levanta y se va hacia adentro. Yo me levanto de mi sitio y me voy detrás de él. Le abracé y me dijo: “No puedo, no puedo, me da algo”. Faltaban tres minutos. Estaba con taquicardia y estando abrazados se pita el final. El primero que llama fue el Rey Juan Carlos y luego Julio Iglesias, que había suspendido una actuación en Argentina hasta que acabara el partido. Fue maravilloso. Todo el mundo llorando… Ahora, mientras te lo cuento, se me está poniendo la carne de gallina. Para mí, el We are the Champions de Queen es la Séptima.
-Lorenzo apostó por fichar a Mijatovic con lo difícil que fue y con él se pasó a la historia…
-Estando en esa negociación con Mijatovic tenemos una anécdota buenísima. Mi hija Diana gasta una broma a su padre. Le llama y dice que es la mujer de Mijatovic, poniendo acento extranjero, y le dice que no puede venir a Madrid porque él estaba muy bien en Valencia. Se la tragó entera. Le dio un susto tremendo. Él, muy serio, le decía: “Pero si en Madrid estaréis muy bien”, y ella insistía en decir que no y no.
-Volviendo a la noche de la Champions, ¿pudieron dormir?
-Dormimos y nos quedamos a comer allí solamente el equipo y la directiva. Salimos después de comer. Así nos relajamos bastante y llegamos a las siete. Yo iba con Herrerín hijo detrás en un coche. No daba crédito de la gente que había. Luego pasó con el Mundial. Tanta gente como en la Séptima no lo ha habido. Exagerado. Los pelos de punta todo el tiempo. Me llamó una tía mía y le decía: “voy en ese coche que va detrás”. Una maravilla.
-Usted tenía un jugador que era su ojito derecho...
-Todos. Me encantaban todos. Pero sí es cierto que Karembeu es muy entrañable. Junto con otros jugadores de la época, le vi en el 25 aniversario de las Bodas de Plata de mi hijo Fernando y me puse a llorar al abrazarle. Me emocionaron todos.
-La Séptima marcó el devenir del Real Madrid en los años posteriores...
-Creo que sí. A partir de ahí llegó la Octava y ya tenemos 14. Ahí nos lo creímos. Ahí dijimos: “Nosotros ganamos Copas de Europa en color”. Nos declararon el mejor equipo del Siglo XX. Nos creímos que podíamos con todo y seguimos en ello.
-El año pasado, con las remontadas, ¿cuántas veces ha pensado: ‘¡Qué bien se lo estará pasando Lorenzo desde dónde esté’!?
-Con las remontadas lloré mucho. Decía: “Es que Lorenzo nos está ayudando”. Tengo buena relación con Florentino y siempre le doy la enhorabuena y me dice: “Es que desde el cielo nos están ayudando”. Pienso que Lorenzo, desde arriba, nos echa una mano. Vamos, que está disfrutando. Me parece que es así, que le tenemos en otra dimensión, pero que está a nuestro lado, que nos sigue ayudando y que no se separa de nosotros.