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Benfica - Barcelona

Lisboa, 14-8-2020: la noche en la que cayó un imperio

El staff directivo del Barça sufrió la altanería del Bayern. La madrugada en el hotel Sheraton de Lisboa fue larga. Setién se ‘autodespidió’ y Bartomeu también supo que era su fin. Fue el día uno del regreso de Laporta.

Messi abandona el campo el famoso día del 2-8 contra el Bayern en Lisboa.
PoolGetty Images

El 14 de agosto de 2020, el Barça vivió una de las noches más negras de su historia, seguramente sólo al nivel de la final de la Copa de Europa en Sevilla. Aquel 2-8 fue un misil en la línea de flotación de un club en el que todos se habían cansado de todos, al punto de que Leo Messi envió un burofax diez días después del desastre para anunciar que se marchaba del Barça.

Aquellos días, el Barça estaba alojado en un hotel Sheraton del distrito financiero de Lisboa. Eran tiempos de pandemia, así que jugadores, técnicos y directiva llegaron y se fueron, en autobuses separados (sólo Pepe Costa, el inseparable de Messi, iba en el autobús de los futbolistas) con las famosas mascarillas. La llegada al hotel, bien entrada la noche después del desastre, fue caótica. Un grupo de aficionados recibió a los jugadores al grito de sinvergüenzas. Los futbolistas subieron a las habitaciones, donde Messi se terminó de rumiar lo del burofax cerca de Pepe Costa y Luis Suárez.

Como no podía ser de otra manera, la directiva se reunió de urgencia de madrugada. Todos estaban en estado de shock. Durante el partido, además, habían vivido con cierto estupor el comportamiento de los ejecutivos del Bayern, que en lugar de mirar con respeto a un rival que se caía, y tal vez llevados por el dolor de la eliminación en la semifinal de 2015, celebraba cada gol más fuerte que el anterior, con especial atención para Oliver Kahn, que estuvo especialmente maleducado. Un comportamiento poco caballero al que, sorprendentemente, añadieron una llamada a la mañana siguiente para intentar fichar a Pedri. Sin embargo, los directivos olvidaron rápido la altanería bávara porque había cosas más importantes de la que preocuparse. Por ejemplo, el entrenador. Quique Setién, que antes del partido estaba haciéndose selfies con Eder Sarabia y el resto de sus ayudantes en una chocante foto, nunca mejor dicho, se ‘autodespidió’ del club. Hombre de fútbol, dio las gracias a todos y se dio por destituido (luego sí reclamaría el finiquito) y dejó manos libres a Bartomeu, que ya había pensando en Koeman para intentar el electro-shock. Bartomeu, que viajó con un vicepresidente, Jordi Moix; tres directivos (David Bellver, Javier Bordas y Joan Bladé); y Óscar Grau, CEO del club que luego fue investigado como Bartomeu por el Barçagate, sabían la que se avecinaba con Messi a su regreso a la Ciudad Condal.

“Fue como la caída de un imperio”, reconocen fuentes que estuvieron en aquel viaje a Lisboa, que terminó en catástrofe. Aquel tremendo ejército que había sido capaz de conquistar diez Ligas y cuatro Champions en la era Messi, había dado muestras de agrietarse de manera gruesa en París, Turín, Roma y, sobre todo, Liverpool. Pero lo de Lisboa fue un movimiento sísmico que derrumbó el edificio de golpe. Para algunos actores de la historia, aquella noche empezó a gestarse el regreso de Joan Laporta a la presidencia del Barça. Como él mismo admitió en una entrevista a AS durante la campaña electoral de 2021, aquella pancarta del “Ganas de volver a veros”, incluso el eslogan de campaña (“Estimem el Barça”) hablaba de “autoestima”, “de recuperar el orgullo y el camino de los éxitos”. Casi cinco años después del 2-8 de Lisboa, el club todavía está en reconstrucción porque lo que se demolió había sido muy grande. El 14 de agosto de 2020 había caído un imperio.

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