La montaña rusa de Klopp
El Liverpool lleva toda la temporada sin encontrar la regularidad. Tras el impactante 7-0 a un Manchester United en plena forma, cayeron en casa del Bournemouth, entonces el colista.
Por enésima ocasión, el Liverpool arrancó la temporada como uno de los equipos a batir en la Premier League junto al Manchester City. Especialmente tras la victoria ante los de Guardiola en la Community Shield, una suerte de supercopa inglesa en la que las nuevas piezas parecían encajar en primera instancia. Parecían. Cualquier aspirante debía pasar por encima de los de Jürgen Klopp. El problema para los de Anfield es que han tropezado repetidamente, incluso con los equipos de la parte baja de la clasificación.
El Liverpool vive en una montaña rusa, tan capaz de arrollar (7-0) a un Manchester United en forma, como de caer en casa del Bournemouth, colista antes del fin de semana. Su frustrante empate en la primera jornada contra el Fulham, recién ascendido, ofreció un adelanto de lo que han vivido los reds desde entonces. No levantan cabeza. Tan pronto ligan un par de victorias como ven su autoestima herida. Sumaron tres jornadas sin ganar, pero se desquitaron de su mal inicio con un 9-0 contra el Bournemouth, otro recién ascendido. Sin embargo no tardaron en caer estrepitosamente en Nápoles, en ser superados por el Arsenal, también por otro equipo que subió el año pasado como el Nottingham Forest.
Sin Copa. Luego tuvieron tiempo de ser eliminados de la FA Cup por el Brighton. No ha habido manera. A cada atisbo de optimismo le ha sucedido un puñado de argumentos para la decepción. Llegaron en buen momento a la ida frente al Real Madrid, y hasta se pusieron dos goles por encima en el marcador. Luego se vieron arrollados y se encontraron con la eliminatoria sentenciada antes de viajar a la capital española.
El Liverpool visitará mañana el Santiago Bernabéu después de su sonada derrota del sábado. Un encuentro que volvió a reflejar los problemas por los que atraviesa. Ni regularidad, ni confianza. Empezaron bien los de Klopp. Intensos, como suele ser habitual. Pero la gasolina se les terminó pronto, algo que también está teniendo continuidad a lo largo del curso. O golpean pronto o ya no hay nada que hacer. El sábado fue uno de esos días. Otro más.
Las lesiones tampoco han facilitado la tarea al entrenador alemán, que ha visto cómo sus fichajes (Darwin Núñez, Fabio Carvalho o Cody Gakpo) todavía no han ofrecido el nivel esperado. No con regularidad. Klopp tampoco ha podido apoyarse en los pilares del equipo, que han encadenado lesiones y actuaciones mucho más que discretas. Aunque los ha ido recuperando para la causa en las últimas semanas, el brillo de las estrellas del Liverpool es mucho más tenue que en temporadas anteriores. Prácticamente imperceptible según el día. Virgil van Dijk, sin ir más lejos, fue uno de los señalados por el tropiezo ante el Bournemouth. Se rindió cuando al final había alcanzado a Ouattara Dango en el minuto 27, permitiéndole encontrar el espacio para asistir a Philip Billing en el único gol de la tarde.
Van Dijk. El neerlandés bajó los brazos, se desentendió, y su equipo lo pagó caro. Mohamed Salah tampoco salió al rescate. La semana anterior se convirtió en el máximo goleador del Liverpool en la historia de la Premier League, pero el sábado desaprovechó un penalti. Aún restaban 20 minutos, pero el partido estaba ya decidido. Terminó ahí. Con ese disparo desviado que se marchó a la grada para el júbilo local. No hubo avalancha, no hubo réplica. Solo resignación. Es un déjà vu constante. Un quiero pero no puedo. Y así llegarán a la vuelta de los octavos de final frente al Real Madrid. Sin convicción, sin esperanza.
La Premier y la transición
Toda la atención de los de Klopp está puesta en la liga. No tienen más remedio. Eliminados de la FA Cup y con un pie fuera de la Champions, la Premier League es su única válvula de escape. Terminar entre los cuatro primeros y clasificarse para la Liga de Campeones es el objetivo. No queda otro. Y esa es una carrera en la que se encuentran rezagados. Los de Klopp son sextos con seis puntos menos que el Tottenham.
La marcha de Mané el verano pasado dejó un hueco difícil de cubrir en la parcela ofensiva del Liverpool. El actual jugador del Bayern de Múnich fue parte integral de un tridente de época. Pero de una época que toca a su fin. Firmino comunicó recientemente a Klopp su intención de abandonar Anfield después de ocho años y más de un centenar de goles. La presente será su última temporada como red. Sólo quedará Salah, encargado de liderar una transición en la que Gakpo y Núñez contarán con protagonismo. Ninguno de los dos se ha asentado definitivamente en Anfield todavía, aunque sí han dejado muestras de su potencial. No ha sido suficiente para mantener vivo al equipo de Klopp en todos los frentes, y probablemente tampoco lo sea para darle la vuelta a la eliminatoria.