Kane, el galáctico que no fue

Cuando Benzema apareció con el ofertón saudí, la sugerencia que hizo Carlo Ancelotti para reemplazarlo fue una: Harry Kane. El juego del inglés había ido evolucionando durante las últimas temporadas también en una especie de bisagra del ataque del Tottenham y de la selección inglesa. Salvando las distancias, al estilo de Karim. No sólo remate, también asistencia en la creación y dotar de sentido a la ofensiva.

El deseo de Carletto fue recibido por las altas instancias del club, pero Harry Kane chocó de lleno con el diseño estratégico del club para el verano pasado y este. El fichaje de Kane se estimaba, como al final le terminó costando al Bayern, en 100 millones de euros (y 20M€ en variables), una cantidad que el Madrid no estaba dispuesto a pagar por un delantero de 30 años. Ni siquiera aunque fueran recién cumplidos (los hizo el pasado 28 de julio). Su impresionante salario, que supera los 25 millones de euros anuales, se unía a una operación que nunca se vio clara en Chamartín.

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Los números no salían. El esfuerzo del nuevo Bernabéu ha obligado a mirar cada euro como si fuera el último. La partida para grandes fichajes en el verano de 2023 sólo daba para los 103M€ de Bellingham. Era un año de transición hacia lo que viene: Mbappé, Davies y quién sabe si Haaland.

Harry Kane, una incógnita además fuera de las islas, desbarataba una situación que el Madrid había ido tejiendo con sumo cuidado. Incluso para la propia posición del nueve. La entidad había escogido al delantero centro de su futuro en Endrick. La única manera de amortizar a Kane sería firmarle, al menos, tres temporadas. Una losa para el crecimiento del nuevo talento brasileño del club.

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