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UNION BERLIN - REAL MADRID

En el corazón de Rüdiger

Toni, como le conocen los suyos, vuelve a casa con el Madrid, a Berlín y AS recorre las entrañas de Neukölln, su hogar. Para entender mejor a ‘Rambo’.

Berlín (Alemanía)
En el corazón Rüdiger, Neükolln.
Jesús Álvarez Orihuela

Un grupo de niños en el distrito número 8 de Berlín juegan al fútbol, en el cruce entre Dieselstrasse y Aronsstrasse. Una postal actual, que hace 20 años tendría a Antonio Rüdiger como uno de sus protagonistas. Siempre buscando pistas de fútbol protegidas por jaulas, como la que aparece en esa intersección. Siempre buscando chicos mayores para retarse. Una pequeña pincelada de Neukölln, el barrio donde el hoy central del Real Madrid cinceló su carácter. “Cuando era pequeño, luchar o pelearme en la calle era algo normal. Simplemente, era lo normal. Al final, de donde yo vengo, sólo sobrevive el más fuerte”, reconocía Rambo en una entrevista con AS. Creció en un piso 16 de un apartamento de viviendas sociales. Con otros cinco hermanos y “sin mucho dinero”. Ahora, Neukölln ha cambiado, víctima de la gentrificación potenciada por el cierre del aeropuerto de Tempelhof en 2008. Pero mantiene su esencia, sus grafitis, su aire bohemio... y sus clubes de fútbol. Un recorrido muy particular con el que AS descubre cómo latía, y laten, los orígenes de Antonio Rüdiger.

Cruce de calles donde jugaba Rüdiger.
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Cruce de calles donde jugaba Rüdiger.JESUS ALVAREZ ORIHUELADIARIO AS

Toni, como le conoce todo neükollner que haya tratado con él de pequeño, era un niño bromista, divertido, pero tremendamente competitivo. El ahora central, por entonces incluso delantero centro, fue tallando su futuro a través de varios clubes de su barrio. A los siete años ya estaba en el Vfb Sperber Neukölln, un equipo hermanado con el Trabzonspor, fruto de la enorme cantidad de descendientes turcos que habitan un barrio con más de 120.000 inmigrantes en los últimos recuentos. Allí, el joven Toni, en un estadio lindante con la autovía prácticamente, pasó sus dos primeros años como aspirante a futbolista. El salto definitivo fue en 2008, cuando el Borussia Dortmund en el que jugaba su hermano Sahr Senesie le llamó a filas. Un Sahr que siempre ha sido una guía para Toni y que se esforzó, como el resto de su familia, para trazar un camino lo más transitable posible. “Mi padre lavaba platos en un restaurante y mi madre cuidaba la casa. Cuando ves a tus padres trabajar así de duro para ti, algún día quieres darles descanso”, explicó en este periódico. Su primer gran sueldo fue destinado a una casa para sus padres. “Fue el primer placer que me di”. Pero eso fue mucho después.

Pista de fútbol 'enjaulada' en la zona donde Rüdiger acostumbraba jugar.
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Pista de fútbol 'enjaulada' en la zona donde Rüdiger acostumbraba jugar.JESUS ALVAREZ ORIHUELADIARIO AS

Antes del Dortmund terminó de prepararse en Neükolln. En el FC Hertha 03 Zehlendorf ubicado en el suburbio berlinés que le da apellido al club. A la llegada de AS rompió a llover, pero ello no impidió a unos chicos seguir adelante con el partido que estaban disputando en unos campos donde Rüdiger, tras una temporada en el Neuköllner Sportfreunde 1907, jugó entre 2006 y 2008. “¡No lo sabíamos!”, gritan los chicos a este periódico, preguntados si sabían que el madridista había estado en la misma situación que ellos. Con una sonrisa en la cara, continúan.

Niños jugando en los campos del Hertha Zehlendorf.
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Niños jugando en los campos del Hertha Zehlendorf.JESUS ALVAREZ ORIHUELADIARIO AS

Misma mueca que muestra Hagen Nickélé, responsable de comunicación del SV Tasmania Berlín, cuando abre las puertas del Tas para AS. El club más importante para Rüdiger de su infancia. Lo mejor siempre es el postre. “Mira allí”. Hagen señala unas fotografías a la entrada del recinto. “Es el SC Tasmania, este es una refundación. ¡Es el peor equipo de la historia de la Bundesliga!”, exclama. No le falta razón. El 51 de 51 en la historia del campeonato alemán, menor cantidad de puntos en una temporada (8, en la 1965-66), más derrotas en un curso (28) y un largo etcétera. En su primer partido en la Bundesliga llenaron el Olímpico (81.500 personas), Tiempo después cifraron el récord de la asistencia más baja en 827 espectadores. Los resultados y el frío congelaron el fervor. Tras las efemérides, Hagen nos lleva adentro. Un amable conserje va abriendo puertas. El vestuario donde el joven Rüdiger se cambiaba está en obras, pero al entrar aparece algo bastante alemán. “Las victorias hay que celebrarlas con birra”.

Camiseta firmada por Rüdiger y su hermano Sahr Senesie.
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Camiseta firmada por Rüdiger y su hermano Sahr Senesie.JESUS ALVAREZ ORIHUELADIARIO AS

De hecho, al salir a los terrenos de juego, una enorme pancarta con los jugadores actuales nos recibe. Uno de ellos, con una cerveza en la mano. Tras un paseo, nos invitan a subir a las oficinas. Tres botellas de agua y la joya de la corona. “Nos la regalaron Rüdiger y su hermano Sahr por el 50 aniversario del club”. Es una camiseta firmada por ambos del SV Tasmania. “Felicidades por vuestros 50 años de vida. Nos hace muy felices haber jugado en vuestro club”. Y abajo, dos firmas: Antonio y Sahr. “Nos hizo una ilusión tremenda cuando nos la hicieron llegar. Imagínate. Eso habla mucho del tipo de personas que son”, destaca Hagen. Apasionado del fútbol y aficionado del Hannover 96, recuerda con cariño a Jaime Sánchez, uno de los héroes de La Séptima (“la afición le quería mucho”) que pasó tres exitosas campañas allí. Una conexión curiosa, e inesperada, entre Rüdiger y el Madrid.

El póster que preside la entrada a las instalaciones del SV Tasmania Berlín.
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El póster que preside la entrada a las instalaciones del SV Tasmania Berlín.JESUS ALVAREZ ORIHUELADIARIO AS

La de Jaime fue la última de las sorpresas del Tasmania. Un club muy familiar, donde las locuras (ya lo dijo ayer Lucas Vázquez) de Rüdiger y su carácter desenfadado encajaron como un guante. O penúltima, pues en alguno de los cajones de las antiguas oficinas debe estar las fichas de la época. Eso creen. Hagen lo intentó, pero no aparecieron. Para otra ocasión. La cuna de Rüdiger es muy particular. Ahí aprendió a mirar hacia adelante. A ganarse el apodo de Soldado, de Rambo. Cuando aún era sólo Toni. Sin Neükolln, el Tas, el resto de clubes y sobre todo su familia, Rüdiger no sería Rüdiger.

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