Bale dice adiós al Bernabéu
Su primera vez fue un 28 de septiembre de 2013. Su última, hoy. De jugar, serán los últimos de toda su carrera de blanco en el Bernabéu. Punto y final.
La historia interminable, termina hoy. Bale y el Bernabéu, un relato que empezó en romance y acabó en tragedia. Un libro de tapa gruesa que llega su contracubierta. Hoy, oficialmente, será la última noche de Gareth Bale en el Bernabéu como jugador del Real Madrid. Han pasado 3.156 días desde la primera; casi una década. Porque tras aterrizar en Chamartín aquel verano de 2013 y debutar en El Madrigal (con gol), su estreno en casa se hizo de rogar. Fue en un derbi el 28 de septiembre, sustituyendo a Di María al descanso. Llegaba un héroe por la puerta grande. Esta noche, ante el Betis, ese mismo icono se irá por la puerta de atrás. El club no le organizará despedida alguna, ni tan siquiera una rueda de prensa. Su adiós será lo que se vea.
Se despedirá un jugador que ha demostrado ser capaz de lo mejor y de lo peor. De meter una chilena desde fuera del área en una final de la Champions y, también, reírse de su club con una bandera de "Wales. Golf. Madrid" durante un parón internacional. Porque su talento, pese a todo, es discutido por pocos. Al fin y al cabo, fue pata de ese trípode legendario llamado BBC. Autor de 106 goles y 67 asistencias con el Real Madrid. Campeón de cuatro Champions, tres Ligas, una Copa del Rey, seis Supercopas (tres de España y tres de Europa) y cuatro Mundiales de Clubes (en uno, además, fue el máximo goleador). Un talento descomunal.
Y autor de mil y una polémicas. En el banquillo de Valdebebas llegó a hacerse el dormido tapándose la cara con una mascarilla... días después de simular unos prismáticos con las manos. Inolvidable su pancarta en Cardiff, probablemente la más gorda de todas. Eso marcó un antes y un después. Pero hubo más: marcharse antes del final de los partidos en el Bernabéu (incluso con el equipo perdiendo), no querer contestar nunca a las preguntas de la prensa en español (algo que llegó a criticar el propio Toshack, entonces seleccionador de Gales), sus espantadas a Gales para jugar como si nada con su selección -cuando en el Madrid, días antes, estaba lesionado-, no ir a las cenas de equipo alegando que se acuesta a las 23:00h o su corte de mangas en el Metropolitano.
De los 3.183 días que han pasado desde que se convirtió en jugador del Real Madrid (llegó un 1 de septiembre de 2013), se ha pasado 628 lesionado. Traducción: el 19,72% de los días que han sucedido desde su aterrizaje en Madrid, ha sido baja. En total, 35 lesiones, la primera, un pequeño desgarro en el menisco y la última, unos espamos en la espalda que le impidieron incluso unirse a la fiesta de la 35ª Liga en Cibeles. La más grave fue en 2016, cuando sufrió una luxación de los tendones peroneos de su tobillo derecho durante un partido de Champions frente al Sporting de Portugal; no le quedó más remedio que pasar por el quirófano. Y estuvo 84 días KO. En los últimos años ordenó que no se hiciese pública ninguna lesión suya, así que todas sus ausencias han sido explicadas por el club como "molestias musculares", sin especificar de qué índole.
Entre tanto fisio, ha vivido momentos incónicos. Por ejemplo, su gol en la final de la Copa del Rey de 2014, cuando dejó atrás a Bartra tras una galopada de película por la banda de Mestalla. De las cuatro finales de Champions que ha jugado, ha sido protagonista en tres. Marcó en la prórroga de la Décima, levitando sobre Alderweireld para desatar la locura en Lisboa; marcó un penalti digno de Psicosis en la tanda de la Undécima, aceptando asumir la responsabilidad pese a ir claramente cojo por el desgaste del partido; y marcó -un doblete- en la Decimotercera, el primero de chilena y el segundo, con ayuda de Karius (en la Decimosegunda fue suplente; jugó Isco). Para muchos, su mejor zarpazo fue una volea a la escuadra ante el Legia de Varsovia.
Un agente duro
Jonathan Barnett, su representante, ha demostrado en los últimos meses que no va con él lo de morderse la lengua. "La prensa se ha mostrado muy desagradecida con él, porque no tienen nada mejor que hacer. Nunca han hablado con él, no le conocen. Hace un par de semanas quise ir a juicio (por un duro artículo que hizo a Gareth emitir un comunicado), pero Bale me frenó, dijo que no", señaló en declaraciones a Deportes Cuatro. Sobre la afición, dijo: "Si los aficionados le hubieran transmitido cariño, todo habría sido diferente. Dentro de unos años mirarán hacia atrás y recordarán al gran jugador que estuvo en el Real Madrid y lo que hizo por este club. Se van a arrepentir. Espero que esta temporada se despidan de él como merece".
Y en esta última frase está el quid de la cuestión. Porque hoy, 20 de mayo, será el día de esa 'despedida'. Y los precedentes invitan a pensar que será más dura que afable. La última vez que el Expresso jugó en el Bernabéu recibió con una atronadora y pitada y él... respondió riéndose. Es la única vez que ha jugado en casa este curso. Porque además, esta temporada ha disputado únicamente 290 minutos oficiales (es el jugador que menos ha jugado de todo el primer equipo, superado recientemente por Vallejo y Ceballos). Siete partidos en los que ha marcado un gol, al Levante la segunda jornada (3-3). En total, 18.216' con el Real Madrid, saliendo a gol cada 171'.
Aún le quedará París
Hoy -si juega- será su último baile en el Bernabéu, pero tal vez no con el Madrid. Porque aún le quedará la carta de la final de la Champions del próximo sábado, donde lo único seguro es que no será titular, pero estará en la terna para recibir minutos en la segunda parte o, incluso, en una supuesta prórroga. Ese sí será su punto y final al Real Madrid; con la duda de si iría a Cibeles a celebrar una -también supuesta- Decimocuarta. "Gareth se va del Real Madrid, pero en cuanto a su futuro... dependerá de lo que haga Gales. Si se clasifica para el Mundial, tomaremos una decisión; si no, puede variar", reconoció Barnett hace escasos días a Récord. A Bale le quedan 41 días siendo jugador del Real Madrid. Y una noche en Chamartín.