El llanto desesperado de Dybala en su sufrido adiós a la Juventus
El atacante argentino, que no tuvo un acto de despedida oficial, rompió a llorar en su último partido en el estadio de la Juventus. Quería quedarse pero el club no le ha ofrecido renovar.
La noche de despedidas de la Juventus tuvo dos caras muy distintas, las de Giorgio Chiellini y Paulo Dybala. El defensa había anunciado su decisión de marcharse tras la final de Copa perdida ante el Inter y, aunque no haya decidido aún si colgar las botas, ha vivido este momento con gran serenidad.
Jugó los primeros 17 minutos (uno para cada año de su carrera como bianconero) ante la Lazio y tuvo homenajes antes, durante y después del partido. El club le dedicó una camiseta especial, videos, un enorme tifo ("Chi3llo") y un espectáculo de luces en un contexto de despedida oficial, que el italiano pasó siempre con una sonrisa en la cara. Con 37 años, tras 17 temporadas, 19 trofeos y 560 partidos, había llegado el momento.
Lo de Dybala fue otra cosa. La historia con la Juventus no acabó como él deseaba. Eso ya se sabía y el argentino, el domingo, lo escribió claramente en Instagram: "Pensaba que estuviéramos juntos todavía más años". La Juventus, tras meses de negociaciones, decidió no renovar su contrato, que caduca el 30 de junio. Y el argentino, a pesar de sus 291 partidos, 115 goles, 48 asistencias y 12 títulos, no tuvo un acto de despedida oficial desde el club. Un gesto que se echó en falta.
Fueron los tifosi y los compañeros, entonces, a dedicarle a Dybala el homenaje que deseaba. Vlahovic, con el que tuvo una conexión especial, le dedicó su gol con una "Dybala Mask" y abrazándolo. La Joya recibió varias ovaciones durante su última vuelta y el resto del equipo, después, le lanzó al aire al final del acto para Chiellini, gesto que desató el llanto desesperado del argentino, casi inconsolable. Pocas veces vimos llorar así a un futbolista con tanta carrera por delante.
Dybala, a sus 28 años, todavía puede escribir páginas importantes, pero su idea era hacerlo en la Juve, el equipo que le convirtió en una estrella. No pudo ser por decisión del club y a Andrea Agnelli le tocó el mismo destino que Aurelio De Laurentiis durante el adiós de Insigne: cada vez que su cara aparecía en las pantallas gigantes, llegaban pitos.
El argentino terminó su noche con su nuevo amigo Vlahovic. Ambos se sentaron en el césped del Allianz Stadium ya vacío y charlaron, quizás, de todo lo que habrían podido lograr juntos. La próxima vez que se crucen por allí, serán rivales.