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GRANADA

El 'efecto Karanka' saca al Granada de la zona de descenso

El entrenador vasco llegó hace tres partidos y ha conseguido cambiar la cara al equipo nazarí. Suma cinco puntos de los últimos nueve y desde que llegó no conoce la derrota

Granada
Karanka en la Ciudad Deportiva del Granada.
ParkerDIARIO AS

Aitor Karanka lleva apenas 20 días en la ciudad de la Alhambra. El técnico vasco llegó con el Granada casi en la UVI, a falta de seis partidos para terminar el curso y con el descenso al acecho. No estaban en la zona roja, pero sí empatados con el Mallorca, que ocupaba zona de descenso, y con el Wanda Metropolitano en el horizonte. Más allá de la posición o que sumase una victoria en doce partidos o siete puntos de los últimos 36 lo que más preocupaba eran las sensaciones. El equipo se hundía y necesitaba un capitán que pudiera reflotarlo. La derrota en Los Cármenes por 1-4 ante un rival directo como el Levante hizo saltar las alarmas y Karanka se atrevió a ponerse al frente del reto.

Karanka llegó con un mensaje: la plantilla tiene calidad de sobra. Una realidad y la razón que esgrimía para coger el proyecto. Sabía que el problema no era ese, sino más mental y trató de dar tranquilidad. Ese fue su primer mensaje a la plantilla: tranquilidad. Ha explicado en más de una ocasión la ansiedad que encontró en cada rincón de la Ciudad Deportiva, desde la plantilla al jardinero, el clima de miedo a volver al pozo de segunda estaba en el ambiente y Karanka llegó para extirparlo. Y, sobre todo, dar confianza a todos, desde el primer jugador al jardinero. Llegó con el tiempo justo de entrenar un día y presentarse en el Wanda donde el Granada ya pareció otro: más ordenado, junto y con las ideas claras. Quizá faltó mordiente arriba, pero primero había que arreglar lo de abajo. El punto supo a gloría, aunque metía a los nazaríes en descenso.

El reto no era nada fácil. El Celta puso a prueba la mejoría rojiblanca en Los Cármenes donde el miedo escénico afecta a los locales más que a los visitantes. La confianza parece que falta cuando se juega en el coliseo nazarí y el gol de Aspas puso a prueba la resiliencia del equipo que, en el descuento, sacó un punto con más corazón que fútbol. Llegaba la hora de la verdad, después de 20 días de terapia intensiva con sus jugadores, de nociones tácticas y de dar confianza a los suyos. En Mallorca, aunque al vasco no le gusta hablar de finales, era una final.

Karanka avisó desde antes del partido que para él una final es cuando juegas y ganes o pierdas no tienes otra oportunidad. Y el Granada, después de Son Moix, tiene tres balas más. Pero ganar en Mallorca a un rival directo se antojaba vital. Y se hizo, con una goleada impresionante que puede ser el cambio de chip que necesitaba el equipo, esa inyección de moral para afrontar los tres partidos que quedan por la salvación con la confianza que da ganar y como lo han hecho los nazaríes en Mallorca.

La charla que lo cambió todo

El Granada salió bien y marcó en el minuto seis. Pero quizá fue el verse por delante, que el conjunto nazarí se fue diluyendo ante el empuje bermellón y acabó la primera parte con empate y la sensación que volvía a faltar mucho para llevarse los tres puntos. Algo pasó en la caseta de Son Moix. Algo que Karanka no quiso contar. "No te puedo decir que he dicho, porque hay palabras que no se puede decir", reconoció tras el partido. Una charla que hizo reaccionar al equipo: "He tratado de exigirles, estábamos jugando un partido importante y parecía que no iba con nosotros. Hemos marcado un gol y nos ha perjudicado porque parecía que estaba hecho. Y después corregir los errores tácticos. Les he hecho ver que podíamos y debíamos hacer más". Y funcionó porque nada más salir Escudero volvió a poner al Granada por delante y poco después fue Puertas quien puso tierra de por medio para que el gol de Raíllo quedase en una anécdota. Por Molina se encargó de terminar de dar la puntilla al Mallorca.

Trabajo y más trabajo

Desde que llegó hace ya 20 días, Karanka vive por y para salvar al Granada. Es su único reto en estos dos meses, su única obsesión y se nota. Ha impregnado el ambiente de fe y confianza, esa que faltaba hace sólo 20 días cuando las piernas temblaban. Charlas colectivas e individuales para que todos se sientan importantes, anécdotas de su pasado como jugador y mucha tranquilidad, esa que trasmite siempre que habla, esa que demostraba como central cuando jugaba. Sin meter presión. Sin finales. Con un sistema claro, ese 1-4-2-3-1 que más le gusta. Ha encontrado en Collado a ese mediapunta con clase, en Milla a ese mediocentro con salida de balón, en Víctor Díaz a su líder en defensa y en Suárez a su nueve. Sin obsesionarse con su tipo de juego y adaptándose a las circunstancias, capaz de cambiar a un 1-4-3-3 y a un 1-5-3-2 en el mismo partido para aprovechar los momentos del encuentro. Pero, sobre todo, sin presión. Y sin relajación. "Sólo hemos ganado un partido. Si hoy fuera una final seríamos campeones, pero finales son cada partido", advirtió. Athletic es el próximo reto.