Montjuïc, donde el Espanyol no podía "ni vender un frankfurt"
Maldito por sus incomodidades, bendito por las dos Copas que allí conquistó, el club perico empezó pagando 600.000 euros y acabó desechando una oferta de un euro anual.
“No podemos ni vender un frankfurt”, se lamentaba Dani Sánchez Llibre cada vez que le preguntaban sobre la explotación que al Espanyol, que él presidía, se le negaba en el Estadi Olímpic, la casa de alquiler de los pericos entre la demolición de Sarrià en 1997 y la inauguración de Cornellà-El Prat, actual RCDE Stadium, en 2009. Aquella “travesía por el desierto”, como se definió, es la que emprenderá el Barcelona más brevemente, la temporada 2023-24, mientras se renueva el Camp Nou.
Fueron los del Espanyol 12 años en los que pocos sintieron como suyo aquel estadio frío, en temperatura y en distancia con el terreno de juego por las pistas de atletismo, aislado de la ciudad, de bares, de centros comerciales y vida urbana, pero que vistos con perspectiva depararon los mejores hitos deportivos de la entidad: la consecución de las Copas del Rey de 2000 y 2006, el acceso a la final de la Copa UEFA de 2007, el esplendor de Raúl Tamudo e Iván de la Peña… Además de la celebración del centenario y, al menos con final feliz, las salvaciones en la última jornada de 2004 y (especialmente) de 2006, con el mítico gol de Coro.
Muchos más claroscuros tuvo la trastienda. La empresa municipal Barcelona Promoció era la que gestionaba el alquiler, con el Espanyol (y durante un tiempo, también los Barcelona Dragons, al margen de un sinfín de eventos a compartir) como usuario fijo. Pero no por ello tratado en consideración. Empezó abonando el club un fijo al año de 180.303 euros, al que cabía sumar la mitad de cada abono que sobrepasara los 17.500 socios que tenía cuando dejó Sarrià, la mitad de los párkings que rentaba y una parte de los palcos cinco estrellas.
En total, pagaba el Espanyol al Ayuntamiento de Barcelona más de 600.000 euros anuales por jugar –y mantener– en Montjuïc. “Hasta que dije que no pagaba más”, tal como desveló el propio Sánchez Llibre, hace unos meses en el programa ‘Perico Que Vola’. “Me llamaban cada tres semanas, pero no pagué”, sostenía.
Fue ya con los trámites en marcha para la construcción del actual estadio, en propiedad del Espanyol, cuando el entonces alcalde de Barcelona, Joan Clos, decidió contactar con Sánchez Llibre para proponerle un pacto de permanencia en Montjuïc a largo plazo. A muy largo plazo: “Me ofreció un contrato de 99 años pagando un euro anual, y remodelando todo el Estadi Olímpic”. Ya era tarde.
De haber aceptado el trato, nadie sabe cuál habría sido el destino de un club perico que alcanzó una deuda de prácticamente 200 millones para levantar el RCDE Stadium –del cual ahora sí pueden extraer un buen rendimiento económico–, fruto de lo cual sus principales accionistas acabaron vendiendo al magnate chino Chen Yansheng. Solo una certeza: que ahora el Barcelona no podría apropiarse de la ‘montaña mágica’. Ni vender frankfurts… Si es que les apetecen.
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