El Benfica juvenil rompe la maldición de Bela Guttman
El equipo lisboeta goleó al Salzburgo, que encajó un set, en la final de la Youth League poniendo fin a una racha de 60 años sin ganar ningún título europeo.
EI Benfica volvió a ganar un título europeo 60 años después. No fue una Champions, ni una Europa League, pero por algún lado había que romper la maldición de Bela Guttman. Y que mejor que empezar por los cimientos, por la base, conquistando la Youth League que hace dos años se le resistió cuando cayó en la final ante el Real Madrid de Raúl. El Salzburgo, que venía de golear al Atleti en las semifinales, no fue rival para las águilas.
El inicio de la final fue trepidante. Al minuto y medio el Benfica ya se había adelantado con un gol de Neto, que culminó una combinación en el área en la que penúltimo toque de Moreira fue una delicia. El Salzburgo no se dejó amedrentar tras el mazazo inicial y casi logró el empate tras sacar de centro, pero André Gomes impidió el tanto de Diakité. Y también el de Simic dos minutos después. Stkjal, por su parte, evitó que Pedro Santos ampliara la ventaja deteniendo un mano a mano. Si el partido hubiera ido 2-2 antes del 10’, a nadie le hubiera extrañado. En medio de la tormenta de ocasiones, Henrique dejó encarrilada la final rematando en el área un centro de Neto, el mejor del partido.
Por lógica, el ritmo disminuyó con el paso de los minutos, pero aun así los dos equipos tuvieron varias ocasiones claras para modificar el marcador antes del descanso, sobre todo el Salzburgo, pero Gomes estuvo inmeso y evitó que las diferencias se acortaran.
La segunda parte fue un baño con hidromasaje, sauna y todo tipo de lujos por parte del Benfica. N’Dour hizo el 3-0 aprovechando una internada por la banda de Santos y Henrique marcó el cuarto tras sentar al portero con una pisada de balón. Pura clase. Semedo, a la contra, anotó el quinto en otra asistencia de Santos, que también estuvo colosal y Henrique, de penalti en el último minuto, marca el tercero en su cuenta particular, el sexto de su equipo, y ponía el broche de oro a una final exageradamente desigual en la que el Benfica por fin rompió la maldición de Bela Gutmann.