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BARCELONA

Piqué sobrevive a un calvario

Los serios problemas en el aductor izquierdo atormentan al central más que los gritos del Reale Arena. El central, muy competitivo, aguantó 82 minutos con molestias.

Barcelona
Piqué saluda a Xavi en el momento de ser sustituido en el partido ante la Real Sociedad.
VINCENT WESTREUTERS

En el foco de todos después de la revelación de sus negocios con el presidente de la RFEF, Luis Rubiales, Gerard Piqué jugó en Anoeta un partido contra el sufrimiento. Y no precisamente por estar expuesto a la crítica de la grada del Reale Arena por su faceta de empresario, sino por sus serios problemas en el aductor izquierdo, que no le dejaron siquiera calentar en condiciones. Antes de empezar el partido, Piqué se marchó al vestuario para tratarse. Xavi advirtió a Eric de que estuviese alerta por si acaso. Piqué, sin embargo, decidió aguantar. Hasta 82 minutos, pero sufrió. Tanto que, pasada la media hora, golpeó con la pierna derecha la rodilla de Isak. Del Cerro Grande no le amonestó, pero fue la señal de que no estaba físicamente a tope.

Es Piqué, sin embargo, un jugador con una altísima resistencia al dolor. Pareció que ni siquiera terminaría la primera parte, pero casi aguanta todo el partido. Como no estaba exuberante, fue al suelo en varias ocasiones con todo y hasta se jugó un penalti al comienzo de la segunda mitad. Mientras en el Barça caían Araújo o Alves, él sostenía al equipo con su experiencia. Era consciente de la importancia del partido. Y no quiso quitarse de en medio. Chocó con Isak y Sörloth, y soportó cierta sorna del Reale Arena, que le gritó: "Llame a Rubiales". No sólo fue guasa. También le lanzaron diversos objetos desde la grada. El central, según imágenes que mostró Movistar LaLiga, reaccionó con sonrisa irónica.

Pero no estaba Piqué para teléfonos, ni para despistes la noche. Cuando vislumbró el final del partido, y después de una acción de peligro de la Real que salvó, le dio la señal a Xavi. En el cambio, sí se llevó una sonorísima pitada de todo el estadio. Apareció en el partido Lenglet y Piqué se embutió en su abrigo. Allí esperó que Del Cerro Grande señalase el final del partido. Sufrió cuando vio el cartelón de los diez minutos de descuento. En el 100', salió al área técnica de Xavi para reclamarle a Del Cerro Grande que pitase. No lo celebró con euforia esta vez, pero sí muy consciente de la importancia que tenía el partido para el Barça, que mantuvo el segundo puesto. Y él supo estar en el campo y salir ileso de un calvario físico.