A Simeone casi le sale el plan
El Atlético regresa de Mánchester, de la ida de los cuartos ante el City, con solo un gol en contra, herida leve. La idea no era ganar allí. Era sobrevivir.
Afónico pero no derruido comparecía Simeone ante los medios, en rueda de prensa. El partido acababa de pasar, esta ida de cuartos. Y el Cholo se miraba el costado y ahí tenía una herida, pero solo una. El plan había salido casi perfecto. "Jugamos con el pensamiento de pasar". Pasar y no ganar: el verbo que usa, seguro, no es baladí. Su partido no era ese del Ciudad de Mánchester. Su partido es el del Metropolitano. Los 90' de ayer sólo fueron una larga primera parte de sobrevivir a uno de los grandes favoritos para ganar la Champions, finalista el año pasado.
Calificaba Guardiola de "estúpido" lo del choque de estilos, pero eso fue lo que primó. Su equipo al toca que toca. El del Cholo al cierra que cierra. "Tienen la gran habilidad de negarte lo que eres", elogiaba el catalán a Simeone desde la sala de prensa, el día anterior. Y eso pasó. Que el City tocó durante 70' sin premio, sin que Oblak saliera en las fotos, estampado una y otra vez en el muro rojiblanco, hombres y hombres, piernas como hachas cortando toda intención. Pero, en su plan, el Atlético tan cerca de Oblak, en las pocas contras que los rojiblancos hilaron, la presión tras pérdida del City era infernal, las carreras ahogaban. João corría solo, entre cuatro rivales, y cuando levantaba los ojos, buscando un compañero, ahora que habían podido correr, nadie acompañaba. El Atlético, perfecto en su plan, intachable sin balón, acabó el partido por primera vez en su historia con un dato que quedará en la hemeroteca: cero disparos a puerta. Y cero también fuera.
El único resquicio, el plan B de Pep
Pero salió Foden, el plan B de Pep cuando el del Cholo ya estaba en el césped: Griezmann, Koke y Llorente fuera, Cunha, Correa y De Paul, el equipo abandonando los pies de Oblak, el argentino buscando al brasileño con balones en largo. Fue el de Guardiola el que estalló la pizarra del otro. Entre las piernas de Reinildo, el mejor rojiblanco en la noche, encontró la fisura, el pasillo hacia De Bruyne, quien, de disparo cruzado, descerrajó el candado de Oblak. Los 90' planteados al 0-0 terminaban con esa herida, el 1-0, asumible. A pesar de las esquirlas sobre el traje del Cholo, había sido su pizarra la que había mandado, la que se había impuesto. Que el City no fuera un rodillo, el marcador un saco.
En la cabeza del argentino también el partido a partido, y el siguiente, este fin de semana, entre ida y vuelta, es ante el Liverpool, su gran rival en la Premier, los de Klopp a un punto. El 'enemigo' que el Atleti se trajo de Anfield 2020 convertido en fuego amigo. El cansancio, la intensidad, lo que Pep se juega en ese partido ante los 'red', tres días antes de viajar a Madrid, para esa vuelta que, en realidad, en la cabeza del Cholo es una segunda parte. El partido en Madrid, está claro, será distinto, al Atleti ya no sólo le vale defender, ya necesita un gol para empatar, dos (de momento) para superar. Pero todo ha cambiado que ya no valgan doble los goles en contra. La herida de Mánchester es sólo un punto. Cambia el escenario, quedarán sólo 90' (si no hay prórroga y demás) y Simeone juega con sus platos, con sus vasos y con su mantel. Y a Guardiola ya se le atragantó el césped del Calderón la última vez. ¿Y si sucede lo mismo con el del Metropolitano?