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LA ENTREVISTA

Pepe Mel: "El Real Madrid te enseña a ganar; el Barcelona, a jugar"

Futbolista profesional durante 16 temporadas, entrenador de élite y novelista. Todo esto y más es Pepe Mel (Madrid, 28 de febrero de 1963), al que no paran de llamarle para hablar de Pedri.

Pepe Mel, durante su etapa como entrenador de Las Palmas.
Carlos Diaz-RecioDIARIO AS

Pepe Mel (Madrid, 59 años recién cumplidos) fue futbolista profesional durante 16 temporadas (1982-1998) y desde 2000 ejerce de entrenador de manera ininterrumpida. Un ilustrado bracero del balompié que, de la noche a la mañana, todavía en plena fase de frustración por su despido como técnico de Las Palmas el pasado 24 de enero, ha pasado a ser uno de los hombres más solicitados del fútbol español. Razón: él y nadie más que él fue el técnico que con 16 años hizo debutar a Pedri en Segunda División.

Después de la enésima exhibición del jugador canario y la guinda de su caño a Balenziaga (a lo Xavi), Pepe Mel ha tenido que explicar por activa y por pasiva todas las herramientas de su pupilo. Sobre Pedri y sobre su larga carrera profesional, la de Mel, versa este viaje por el túnel del tiempo.

—Después de la docena larga de entrevistas que ha concedido con Pedri como único protagonista, ¿le queda algo que contar al respecto?

—Este chico con 16 años ya tenía una madurez fuera de lo normal. Pasó del juvenil a Segunda, una competición con mucho oficio y muy dura. No lo notó para nada. Lo mejor que tiene es que entiende el juego de maravilla. Cuanto más cerca esté de la salida del balón y del juego asociativo, pues mejor. Hace siempre lo que tiene que hacer. Cuando tiene que centrar, centra y cuando tiene que regatear, regatea. Tiene el don de no equivocarse nunca en ese sentido. No es espectacular en muchas facetas, pero todo lo hace correcto.

—Por lo que dice es un interior puro, carril del 8 o carril del 10, pero usted lo utilizaba también pegado a la izquierda y ahí también jugaba en las Selecciones inferiores.

—Él ve el fútbol entre líneas maravillosamente. Da pases de esos que te dejan delante del portero. Todo lo que sea estar cerca de los delanteros le favorece. Le ponía ahí porque el Pedri que yo cogí era un crío enclenque, que no estaba musculado y físicamente no era el de ahora. Ha cogido cuatro o cinco kilos de masa muscular. Era muy bueno en aeróbico, pero no en fuerza. Desde la izquierda aparecía hacia dentro y sorprendía. Como hacía Del Bosque en el Real Madrid con Zidane y Roberto Carlos, salvando las distancias, claro. Si arranca desde fuera no le detectan y crea superioridad numérica. Luis de la Fuente lo debió ver y por eso hacía lo mismo en la Selección. Además, es un chico que en las tareas defensivas no se borra. Eso es lo curioso. Un jugador con ese talento es capaz de meterse una carrera de 50 metros para recuperar. Defensivamente no éramos uno menos con él.

A Iniesta, con quien se le compara, no le gustaba mucho arrancar desde fuera, prefería partir de la zona central… Sin embargo, Del Bosque pensaba que hacía más daño cuando venía desde la banda.

—Son jugadores que, si juegan en una posición fija, por ejemplo, les pones de enganche, un pivote defensivo les puede encimar y no les deja jugar. Mientras que, si llegan desde la banda, por sorpresa generan más problemas.

—O sea que su mejora está en el plano físico.

—Sí, y puede mejorar más. La temporada pasada, con Koeman, en el partido contra el PSG, los futbolistas negros, con su físico, le pasaron por encima. En el choque, en el balón dividido perdía siempre y ahora no. Ahora ya no va al suelo en el contacto.

—Hablemos de su carrera. Me llama la atención que estando tres años en el Castilla marcando goles, no tuviera ni una sola oportunidad de jugar en el primer equipo ni siquiera un partido…

—Jugué un amistoso. El último partido de Del Bosque fue un amistoso en Puertollano. Entré a sustituirle. Fueron sus últimos minutos en el Madrid y mis únicos minutos en el primer equipo. Luego me fui a Osasuna. No tuve más oportunidades porque coincidí con una generación de futbolistas excepcionales. Todo depende de la época que te toque vivir. Mi Madrid ganó cinco Ligas seguidas. Estaban Juanito, Santillana, Hugo Sánchez, Valdano… Estaba la Quinta del Buitre. Precisamente mi compañero en el Castilla, Emilio, subió y se quedó. No cabíamos más. El propio Pardeza llegó al primer equipo, pero luego tuvo que buscarse su camino en otro lado. En otras épocas, a lo mejor con menos, consigues más. Lo bueno que tenía el Real Madrid es que los jugadores que salían, jugaban con cierta facilidad en el resto de los clubes españoles: Osasuna, Espanyol, Málaga…

—Esto confirma la teoría de que la cantera del Madrid crea jugadores universales y, la del Barça, por ejemplo, crea más jugadores para el propio Barça.

—Así es. Lo he vivido en mis carnes. El jugador del Madrid se adapta a cualquier estilo. En el Madrid no te enseñan un estilo. Pasas por diferentes entrenadores y cada uno juega como quiere. Lo que importa es el espíritu, cómo te comportas, el sacrificio y competir porque en el Madrid solo vale ganar. Si quedas segundo, fracasas. Mientras que en el Barça te enseñan una forma de actuar en el campo tácticamente, cómo tienes que moverte, perfilarte. Juegas un 1-4-3-3 obligatorio y si sales y vas a un equipo que juega 1-4-4-2 o con línea de cinco, ya no te adaptas. Eso es así.

—Se podía resumir que en el Madrid te enseñan a ganar y en el Barça, a jugar.

—No sé si es así de tajante, pero sí. En el Madrid te enseñan a cómo tienes que hacer las cosas y, por supuesto, a ganar. Siempre recuerdo que siendo juvenil en un duelo de Copa nos eliminó el Barça y con la cabeza ‘gacha’ nos fuimos para dentro y el delegado nos obligó a salir otra vez al campo a felicitar a los ganadores que lo celebraban con el presidente, el mismísimo José Luis Núñez, que en paz descanse. Esa educación me forjó como deportista y como persona.

—Como entrenador ya lleva más partidos que como jugador…

—Sinceramente creo que soy mejor entrenador que lo que fui como futbolista. Mis últimos años como jugador ya veía el fútbol como técnico. Me preparaba para dar un paso fuera de la línea. Me veo más en este papel de llevar un grupo que para mí es la principal función del entrenador.

—Y también con lo dura que es la Segunda ha entrenado más en esta categoría que en Primera…

—En Primera llevo 160 partidos y en Segunda 420. Es normal. Hacerte un hueco en Primera es complicado y yo encima tuve la suerte de estar seis años en el Betis. Estar en el fútbol profesional ya es un logro. El trabajo es igual en Primera que en Segunda. En clubes como, por ejemplo, el Real Madrid lo principal es saber llevar el grupo, pero ejerces más de entrenador en otros equipos menos grandes por las carencias que tienes.

—¿Y no le da rabia que nunca le llamen de un club con aspiraciones más allá de luchar por ascender o no descender? Hasta en el Betis, que es un grande, estuvo en etapas de descenso y ascensos.

—¡Pues claro que me da rabia! Quema mucho, pero supongo que habrá muchos otros técnicos que piensen como yo. En el Betis ascendimos dos veces, nos clasificamos para Europa League, me cesaron dos veces… No es fácil apostar por el entrenador español muchas veces y, sin embargo, fuera estamos muy demandados. Nunca me ha llamado un club de esos que usted dice. Y supongo que también tendrán su presión. Siempre he ejercido de bombero. Hasta el Deportivo me llamó cuando estaba asfixiado en Primera. Nunca tuve un equipo para luchar por estar arriba. No bajo los brazos en este sentido. Mi ídolo es Ranieri, que ganó la Premier con el Leicester con 65 años. Hay que seguir trabajando. Las posiciones hay que ganárselas. Lo importante es estar ahí y tengo el nombre que tengo en el fútbol español porque llevo 20 años sin parar. En todas las temporadas he entrenado.

—¿Ha cambiado mucho el Mel entrenador de sus comienzos, Murcia, Tenerife… al actual?

—Sí, el fútbol y el juego cambian. Hemos pasado de que todos imitaban a la Selección y al Barça, a que el fútbol ganador es el de Simeone; ahora todo el mundo quiere jugar con cinco defensas porque así es como ganó la Champions el Chelsea… Varían los estilos y las metodologías. El fútbol avanza y hay que reciclarse. No es verdad que en el fútbol esté todo inventado. En mi cabeza yo sigo concibiendo mi equipo presionante y dominador. Es lo que me ha dado frutos. Hay diferentes formas de conseguirlo y lo que tienes que tener son argumentos para convencer al futbolista. El entrenador tiene que convencer sin importar la táctica que uses. Todas las tácticas son buenas.

—Le gustaban los extremos, pero ya no hay.

—Como buen delantero centro que era. Yo jugué con Míchel, Gordillo, Martín Vázquez… Los extremos eran mi vida. La falta de extremos ahora es culpa de las escuelas de fútbol. No todo en el fútbol es asociativo. A veces un niño regatea y le echan la bronca porque la tiene que pasar. Pues no. A lo mejor la jugada pedía un regate. Lo mismo con los extremos. Los ha matado el fútbol actual. No existen. Como mal menor pueden acabar de laterales.

—¿Balón o espacios?

El fútbol para mí es movimiento, gente que llega a posiciones donde no estaba y aparece. La gente que juega al pie… ya pasó hace mucho. El propio Barça de Pep al final ganaba por los desmarques y unos contra uno de Pedrito, Etoo y Messi. Necesitaba gente con desborde.

—Acabamos. Está a punto de publicar su quinta novela, 'Los asesinos de la Xana'. ¿Para cuándo una novela sobre fútbol?

—Me lo he planteado varias veces, pero tendría que escribir cosas que he vivido y al final se sabría de quién hablo. No sé si lo haré cuando diga hasta aquí he llegado como entrenador. Mientras, es mejor no escribirla. La tengo en la cabeza. Es muy sencilla. Es hablar de todo lo que he vivido desde que entré con 11 años en el Real Madrid, en el torneo social, en el equipo de Camacho, y me marché con 23… y casado. Es que yo un año, en la Segunda B de dos grupos, con el Alcalá, cedido por el Real Madrid, quedé máximo goleador de toda España con 30 goles.

Mis historias de la Premier

—De los seis meses (2014) en el West Bromwich Albion, pura Premier, ¿qué se trajo?

—Fue alucinante. Una enseñanza de lo que es el otro fútbol. Otra forma de ver las cosas, de preparar los equipos, de convivir día a día. Los sonidos son diferentes. La Premier es un espectáculo. Se la recomiendo a todos los profesionales que puedan ir. No tiene nada que ver con el fútbol español. ¿Por qué? No lo sé. Quizá porque dentro de la misma Premier hay dos ligas, la de los seis grandes y la de los demás. En los primeros tienes jugadores latinos, alemanes, nórdicos… En la otra parte, la que me tocó jugar, casi todos son jugadores británicos. En mi plantilla todos eran galeses, escoceses, ingleses, irlandeses… Ni un continental. Es difícil cambiarles la forma de pensar. Tengo anécdotas…

—No se reprima.

—Forster era el portero de la selección inglesa. Haciendo un ejercicio de salida de balón con los centrales desde atrás, me dice que por qué hacíamos eso, que estábamos perdiendo el tiempo. Le pregunté, ¿cómo lo harías tu? Y cogió el balón desde el primer toque de portería y lo lanzó de una patada al área contraria. Y me dijo todo serio para llegar hasta allí me ahorro todo lo que usted me dice. Esa es su forma de entender el juego. Le cuento otra. Nos jugábamos el descenso contra el Tottenham. Si ganábamos, nos salvábamos, y ellos tenían una opción de meterse en la Champions. Los dos teníamos que ganar. Jugamos en Birmingham, en casa. A los 20 minutos ganábamos 3-0. Figúrese un equipo español en casa ganando 3-0 y jugándose la vida, pues lo que quieres es asegurar. Pues allí no fue posible. Cada pase que dábamos hacia atrás, nos silbaban. Querían el cuarto. Quedamos 3-3 y porque Adebayor falló un penalti en el último minuto.