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ESPANYOL

El Espanyol del 'opsimismo'

Llega el Espanyol a Vila-Real entre el optimismo por su papel en juego y empates ante Barça y Sevilla, y el pesimismo porque sigue sin ganar en 2022, y bajando puestos.

TOPSHOT - Espanyol's Spanish forward Raul de Tomas reacts during the Spanish league football match between RCD Espanyol and Sevilla FC at atxA0the RCDE Stadium in Cornella de Llobregat on February 20, 2022. (Photo by Josep LAGO / AFP)
JOSEP LAGOAFP

Se tiraba de los pelos el perico por el empate en el minuto 96 del Barcelona, en el derbi, que con el paso de los días se asimiló como un buen punto. Se alegró por el 1-1 del pasado domingo frente al segundo de LaLiga y uno de los equipos más en forma de Europa, el Sevilla, aunque le queda el resquemor de esos estériles minutos finales en superioridad numérica. Empates, y qué bien, pero... Y así fluctúa el Espanyol, en este febrero que apuntaba a terrible y que, a expensas de lo que suceda este domingo contra el Villarreal, finalmente está siendo más amable –al menos, en sensaciones– que el asequible calendario de enero, entre dos aguas. En un estado de ‘opsimismo’.

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Nos permitimos la licencia de acuñar este acrónimo como el resultado de la extraña mezcla del optimismo que producen los buenos resultados ante rivales todopoderosos –recientemente Sevilla y Betis, antes Real Madrid o Real Sociedad– y el pesimismo si en lugar del árbol se observa el bosque, con una clasificación prácticamente detenida desde que comenzó el año natural, sin una sola victoria en 2022, con un Espanyol que ha ido perdiendo sigilosamente puestos (del noveno en la Nochevieja al decimocuarto, hoy), que se ha alejado irremediablemente de Europa y que, sin embargo, no se acerca al descenso sencillamente porque los de abajo suman igual o menos que los propios pericos.

‘Opsimismo’ es que con un punto sobre 12 posibles se intuyese el advenimiento de una lucha intestina, no entre partidarios y detractores, sino directamente fruto de la división entre quienes disparaban contra el terreno de juego, el banquillo, la dirección deportiva, la dirección general y la presidencia, y que dos jornadas después, con tres puntos sobre 18, la fotografía del momento arroje una grada en comunión con el equipo, dispuesta a abordar en masa –con entradas visitantes agotadas– el Estadio de La Cerámica este domingo cuando el bagaje de los blanquiazules a domicilio esta temporada incluye un solo triunfo en 12 salidas.

Celebra el Espanyol el gol de Darder ante el Sevilla, el pasado domingo.
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Celebra el Espanyol el gol de Darder ante el Sevilla, el pasado domingo.GORKA LEIZADIARIO AS

Humildad y ambición, el lema del equipo (y del club) para esta temporada, también casa con ese ‘opsimismo’ que se mueve entre el recordatorio certero del “de dónde venimos” –es decir, un Espanyol que hace apenas nueve meses se las deseaba en Segunda División y ahora es capaz de plantar cara a los grandes– y el innegable estatus de un club histórico, presente en Primera en 86 de sus 91 temporadas y séptimo con más puntos en la máxima categoría.

Es el ‘opsimismo’ de esa plantilla que visita al Villarreal con esa dualidad del ‘matagigantes’ que a la que sale del RCDE Stadium se difumina. Y de esa entidad que, saneada como pocas veces (o ninguna) en sus 121 años de existencia, insinúa un proyecto con una plantilla cuyo valor de mercado alcanzará los 300 millones de euros. Pero que por ahora vive con cierto conformismo en el mismo lugar común de casi siempre. Para bien (que no es poco) y para mal.