CONFLICTO UCRANIA-RUSIA
Jorge López, atrapado en Ucrania: "Las fronteras están colapsadas"
El ex del Villarreal, Zaragoza o Valencia está en Krivyy Rih: “Las carreteras a la frontera están colapsadas, estoy esperando una llamada de la embajada para saber cómo volver”.
Jorge López, ex futbolista del Villarreal, Valencia y Real Zaragoza, está atrapado en Ucrania, país en guerra con Rusia. Jorge López, que desde el 15 de enero trabaja en el FC Kryvbas como director de su academia, está a la espera de alguna llamada de la Embajada Española para saber cómo poder salir del país. De momento, nadie se ha puesto en contacto con él ni con su traductor, un ciudadano ucraniano pero afincado desde hace años en Elche.
Jorge López, con el que AS ha contactado, espera poder salir del país en “dos o tres días”. Su club, el FC Kryvbas, “nos ha aconsejado que nos quedemos de momento en la ciudad y en casa, porque las carreteras que van a las fronteras están colapsadas”. Jorge López vive en Krivyy Rih, octava ciudad con mayor población de Ucrania, en la que nació el actual presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, y donde las tropas rusas han bombardeado una base militar situada a unos “diez kilómetros de mi casa”.
¿Cómo se encuentra anímicamente?
Lo llevo bien, yo estoy bien dentro de la situación que es. Pero claro, esperando que nos digan algo desde la Embajada. Ahora mismo no se puede salir del país. Está complicado. Las fronteras están colapsadas, las gasolineras se están quedando sin abastecimiento. Desde el club nos han recomendado esperar un par de días o tres.
¿La ciudad en la que vive ha sido atacada?
En la ciudad no ha habido nada, pero sí en una base militar que está a unos diez kilómetros de mi casa. Nos dicen que están atacando solo a lo militar, puertos, aeropuertos… y que a por la población civil no van… al menos de momento. Y ese es el miedo, que el conflicto vaya a más.
¿Cómo ha pasado el día?
Con incertidumbre, mucha, porque tampoco puedes decir… pues me voy. El corazón te dice vete, pero la cabeza hay que tenerla fría. Cuando me vaya, que sepa que voy a pasar la frontera sin problemas, porque es más peligrosa quedarte tirado en una carretera.
¿Está, en una casa, en un hotel, en la residencia del club…?
Estoy en una casa en el centro.. Y por suerte estoy con el traductor, que es ucraniano, aunque vive desde hace años en Elche. De hecho, su familia está en España. Estamos los dos. Los dos queremos irnos en cuanto podamos. Estar con alguien te tranquiliza.
¿Qué les han dicho desde la Embajada Española?
Nada. Cero. Nadie se ha puesto en contacto con nosotros, cosa que no entiendo, porque hace unos días les dimos nuestros teléfonos. Yo les di los dos que tengo, uno ucraniano y otro español. Parece que nos van a llamar porque el traductor conoce al ex cónsul de Ucrania en España y nos están haciendo gestiones, pero nadie nos ha llamado y no lo entendemos.
¿Hay algún español más en el club?
No. Pero me dijeron que en Ucrania apenas somos 400 españoles, nos podían llamar para al menos decirnos qué hacer o para saber cómo estamos, porque te puedes imaginar la incertidumbre que tenemos.
¿Le recomendaron en los últimos días marcharse del país?
La Embajada lo que daba era una recomendación de no viajar a Ucrania. Yo firmé en diciembre, pero como estaba el parón de invierno, no vine aquí hasta el 15 de enero. Cuando hice los trámites para viajar, me preguntaron si era por ocio, que si era así no viniera, pero si era por trabajo, ahí no se metían. Yo firmé y tenía que venir.
¿Cómo ha vivido estas semanas allí?
Con total normalidad. Las noticias en España eran muy malas siempre, como si estuviéramos ya en guerra. Pero aquí la vida era normal.
¿No temían que estallara la guerra?
En el club lo que nos decían era que siguieramos con la rutina, que estuviéramos tranquilos. Los ucranianos están acostumbrados a vivir con esa tensión politico militar. Aquí, además, estamos muy alejados de las fronteras, lejos de Donetsk, Dombás o Lugansk, así que nos transmitían tranquilidad.
Es decir, usted ha estado trabajando desde que llegó con 'normalidad'.
Sí, sí. En el trabajo no se veía nada raro.Lo único llamativo es que los colegios recibían amenazas de bomba y por eso, y por la pandemia, los chavales estaban dando clases online. Pero la vida era normal... hasta esta mañana, claro. Ayer a estas horas volvíamos a casa después del entrenamiento y ahora estamos en guerra.
Los primeros ataques fueron de madrugada, ¿cómo y cuándo se enteró?
Pues a las seis de la mañana recibí un mensaje y ya nos pusimos las noticias.
¿Y cómo ha sido el día?
Por la mañana los supermercados estaban llenos, las gasolineras, los cajeros se han quedado sin efectivo. Ahí si hubo momentos de pánico. De hacer acopio. Vamos, lo que pasó en España en los primeros días de la pandemia. La tarde sin embargo ha sido más tranquilia, ahora me asomo a la ventana y veo tráfico, hay gente por la calle… menos de lo normal, pero te diría que la sensación es de un día más.
¿Usted ha hecho acopio de víveres?
Nosotros en casa tenemos de todo, la verdad. Además, justo abajo hay un supermercado y nos han dicho que no va a haber problemas de suministro de alimentos. El gobierno ucraniano trata de tranquilizar a su gente, porque en estas situaciones lo peor es entrar en pánico. Pero sí, en casa tenemos de todo, mucha comida.
¿Ha salido a la calle?
Lógicamente no hemos ido a trabajar hoy. El club suspendió los entrenamientos. Pero sí salí a comprar, fui a un cajero, pero ya no había dinero. Pero en seguida a casa. Es una situación complicada, no te voy a engañar, sobre todo porque no lo esperas, porque aquí no esperábamos que fuera a ocurrir. Pero confíamos en que en dos o tres días podamos irnos.
¿Su familia cómo lo lleva?
Trato de explicarles por qué no me puedo ir hoy. Por suerte las comunicaciones funcionan. Ellos me insisten en que coja el coche y me vaya a la frontera. Pero hay que tener calma. Mis hijos son mayores y lo entienden. Es una situación difícil, por eso no entiendo que desde la Embajada aún no nos hayan llamado.
Mucho ánimo y que puedan regresar pronto.
Gracias. Eso esperamos. Confíemos en que la guerra no vaya a más y podamos salir pronto.