Albentosa: "Soy mejor futbolista que cuando jugaba en LaLiga"
El central alcireño no renuncia al sueño de volver a la élite del fútbol europeo. "Me molesta que se tenga tan en cuenta la edad", descubre desde Dinamarca.
Raúl Albentosa (Alzira, 1988) ha vivido las dos caras del fútbol. Con más de 100 partidos en LaLiga a sus espaldas, el central alcireño tuvo que buscarse las habichuelas lejos de casa. Primero en el CSKA Sofía y después en el Dinamo Bucarest, adonde llegó tras 14 meses en el dique seco por lesión y fue fundamental para salvar a un club del que, sin embargo, no recibió ni un euro. Tras otros seis meses en el paro en los que se vio obligado a refugiarse en el Alzira (Segunda RFEF) para mantener la forma, Albentosa recaló en un Vejle que debe hacer muy bien las cosas para permanecer en la Primera División de Dinamarca. "Me gustan este tipo de retos", advierte el central español.
Van a tener que hacer muy bien las cosas para salvarse.
Ojalá pudiera estar en un club que pelea por otros objetivos, aunque, sinceramente, prefiero estar en un equipo que esté intentando hacer bien las cosas para salir de una situación complicada a otro que esté en mitad de tabla sin nada en juego. Me apetece estar en la pomada. Este tipo de retos me gustan. Me motivan.
Están a siete puntos de la permanencia.
Sí, y quedan cuatro partidos de la segunda vuelta y 10 del 'play-out'. Son 42 puntos en juego 30 nos los vamos a jugar con equipos que están en ahí abajo, como nosotros. Si acabamos la segunda vuelta a una distancia salvable podemos hacerlo. Cuando llegué al Dinamo Bucarest estaban penúltimos y estuvimos a punto de jugar el 'play-off' por entrar en la Conference League.
¿Le costó encontrar equipo?
Es cierto que por mi edad (33 años), hay muchos directivos que se echan atrás. Dudan. Y yo, la verdad, no quiero ir a un sitio en el que no estén 100% convencidos de mi fichaje. Quiero estar en un club que esté seguro de que yo soy el tipo de jugador que necesita y de que voy a dar el nivel. Yo ahora mismo podría jugar en la Primera División de España. Y mejor que hace cuatro años, que fue la última vez que disputé LaLiga. Pero así es la vida del futbolista. Esta es la realidad. Solo eres un número. Tengas 25, 30 o 33, hay veces en las que no se mira lo que haces o lo que puedes aportar. El Vejle tiene un proyecto repleto de jugadores jóvenes y me encanta, porque escuchan lo que les digo. A mí el fútbol me apasiona y creo que mi mejor virtud es haberme sabido adaptar a todo tipo de circunstancias.
¿Es la edad tan importante a la hora de encontrar club?
Sí, y me molesta que se tenga tan en cuenta la edad. Cuando yo era joven decían: 'No, tú no tienes la madurez suficiente para jugar en el primer equipo'. Y yo pensaba: '¡Joder! Si no me dan la oportunidad es imposible que adquiera esa experiencia'. Ahora es al revés. Lo merecen y es bueno que se tenga en cuenta a la gente joven, pero muchos aún no están listos para la élite. Es normal, los clubes necesitan promocionar a jugadores para luego venderlos y tener estabilidad. Pero si el Vejle tiene 25 jugadores jóvenes y baja, ¿quién va a querer a esos jugadores? Es importante que haya un equilibrio. Y no es la edad, es la experiencia. Porque uno de 25 puede tener más experiencia que uno de 30.
¿No tuvo ofertas de España?
A ver, si hubiera querido me habría quedado en España cobrando más, porque había algún club de Segunda RFEF que me pagaba un dineral. Sin embargo, estoy a no sé cuántos kilómetros de mi mujer y mis hijos, solo. Aquí hace frío, el equipo va último y, económicamente, las condiciones no son ninguna locura. Pero sigo en Primera División. Tengo 33 años y sigo soñando con jugar en una de las cinco grandes de Europa. Quiero aprender otras culturas, ayudar a la gente joven y vivir distintas experiencias porque eso también me va a servir para cuando sea entrenador. Si tengo que sacrificarme un año y medio para lograr mis metas, lo haré. Salí de casa con 14 años. Llevo ya muchos años deambulando y si puedo seguir jugando hasta los 40 lo haré. Como Joaquín, Jorge Molina o Diego López, que está haciendo una temporada espectacular. Me cuido para ello.
Dice en sus redes sociales que la constancia lleva al éxito. ¿No depende el éxito también de muchos otros factores?
Las paredes son muy altas. Pero si ves la pared, te paras y te das media vuelta, lo normal es que no consigas nada. Yo sé que tengo delante un muro muy gordo, pero tengo claro que lo voy a derribar. También es como dice el Cholo (Simeone): depende un poco de la 'diosa Fortuna'. Pero si estás ahí y sabes cuáles son las metas que quieres alcanzar vas a ir dando pasos. Yo quiero volver a la élite, y no sé si lo haré como jugador o como entrenador. Pero quiero estar ahí. Me he equivocado en algunas ocasiones durante mi trayectoria. He sido impulsivo, precipitado y a lo mejor me he equivocado. Igual podría estar ahora mismo jugando en Primera División, pero no sería yo. Estoy contento con los pasos que he ido dando.
¿Mirar atrás le ayuda a valorar el presente?
Sí, porque yo con la lesión y todas las operaciones que tuve he pasado por momentos en los que no podía hacer lo básico. No podía ir con mi familia a la piscina, andar me molestaba... No podía hacer vida normal y valoro mucho estar jugando ahora en una Primera División europea. Hace poco tuve una reunión con el resto del equipo y lo dije: 'Este fin de semana empieza la batalla. Es una nueva oportunidad que nos da la vida y tenemos que demostrar nuestra valía'. Hay temporadas en las que desciendes, otras en las que asciendes, pero el fútbol es esto. Hay que mirar hacia delante. Hacia atrás, nunca.
¿En la carrera de un futbolista hay más malos momentos que buenos?
Fernando Navarro, que fue campeón de Europa con España, me lo decía: 'Raúl, cuando ganes festéjalo. Porque en tu carrera vas a perder más de lo que vas a ganar. Seguro'. Y es una realidad. En Rumanía ganamos siete partidos seguidos y salvamos al equipo sin cobrar, porque estuve dos meses y no vi un duro. Y se lo decía a los chavales: 'No cobramos, pero si no luchamos va a ser aún peor. Si al menos ganamos nos llevamos la alegría de haber salvado al equipo'. Si te dejas ir porque no te pagan no vas a sacar nada positivo. Yo he viajado el mismo día de partido en vuelos charter y ahora me pego siete horas de autobús cada jornada. Así es la vida. Para volver al charter tendré que trabajar y demostrar que aún puedo jugar al máximo nivel.
¿En qué se ha equivocado?
Sobre todo cuando rescindí contrato con el Dépor. Fui benevolente con gente que me trató muy mal. Rompí mi contrato para no enturbiar más la situación. Y tenía año y medio. Era muchísimo dinero. Más del que muchos futbolistas de Segunda van a cobrar en toda su carrera. Pero no estaba bien anímicamente. Fui impulsivo y después me di cuenta de que habían sido malos conmigo. Me quedé seis meses sin jugar, pasé la barrera de los 30 años y ya nadie se acordaba de mí.
¿Se equivocó también yéndose a Inglaterra cuando pasaba por su mejor momento en el Eibar?
En ese momento se empezaba a hablar de mí. Tenía 26 o 27 años e incluso alguien me propuso para ir a la selección, que era imposible. Pero bueno, significaba que estaba haciendo bien las cosas en el Eibar. Llevaba 15 o 16 partidos a un nivel muy alto y había muchos clubes de Primera interesados. El Málaga, el Dépor, el Espanyol... Eso sí, nadie me daba mucho más de lo que cobraba en Eibar. Entonces surgió lo de Inglaterra. Yo tenía la ilusión de jugar en la Premier League porque la veía por televisión y pensaba: 'Buah, esto es la hostia'. El Derby County iba líder en Segunda. Quedaba toda la segunda vuelta, pero tenían expectativas de subir a la Premier. Yo, de todos modos, le había dicho a mi mujer y al director deportivo del Eibar, que era Fran Garagarza, que no me iba a ir a la Segunda División inglesa. Pero me llamó mi agente y me dijo que la opción era real y que lo que iba a cobrar era un disparate. Era 10 o 15 veces más de lo que cobraba en el Eibar y si subíamos a Primera, que era lo que tenía en mente, una brutalidad. Era un contrato increíble. Venía de jugar un año en Segunda cobrando el mínimo salarial y 15 partidos en Primera, así que me lo tuve que pensar mucho. Le dije al Eibar que si me daba lo mismo me quedaba, pero me dijo que no. Hablé con compañeros como Manu del Moral o Saúl Berjón y me dijeron que no podía rechazar eso, que era una oportunidad que no podía dejar escapar. Recuerdo haber llorado hablando con ellos. Entonces me fui. Tengo mucho que agradecerle al Eibar. Sin ellos no sería quien soy ahora.
¿Y cómo le fue en Inglaterra?
Lamento no haberlo aprovechado más. No tenía ni la experiencia ni la paz familiar que tengo ahora. Allí todo es diferente. Y el idioma era un hándicap. Estaba Omar Mascarell, pero tuvo una lesión y se fue a España a recuperarse. Iván Calero también estaba allí y me ayudó muchísimo. Pero fue difícil. Es otra cultura. Los británicos son muy suyos y creen que estás allí para quitarle el sitio. Creía que iba a ser todo más fácil. Que me iban a arropar más. Encima, la primera semana tuve un pinzamiento en el nervio ciático y lo que vino después fue un desastre. Decidí volver a España y el Derby no puso ningún impedimento. Me fui cedido al Málaga y al año siguiente me compró el Dépor. Mi mente está puesta en jugar en una de las cinco grandes ligas de Europa, pero otra liga que me motiva es la Championship. Allí son muy aficionados de su equipo, los campos se llenan siempre... Es el único club con el que tengo una espina clavada. No pude demostrar el jugador que soy.
¿Cómo se sintió durante los muchos meses que estuvo sin equipo?
Mal. Ayer se lo comenté a un compañero. Hay que aprovechar cada momento con el equipo porque de un día para otro te quedas sin club y te tienes que ir a correr tu solo. Y se pasa mal. Yo tuve la suerte de que el Alzira me ayudó y pude entrenar con ellos. Pero no deja de ser un equipo que entrena para competir durante el fin de semana. Tú no tienes esa competición. Entrenas para estar bien físicamente. No quieres hacerte daño ni hacerle daño a nadie. Luego llega el fin de semana y ves el fútbol desde la grada o por la tele. Es duro, pero ayuda a que luego saborees mucho más las cosas. Ahora gane, pierda o empate, lo saboreo. Si pierdo me cabreo, pero después de recapacitar sobre los errores que haya podido cometer empiezo a pensar en el próximo partido.
¿Buscó un culpable cuando estaba sin equipo y se veía apto para competir en la élite?
No, yo no. La gente de mi alrededor siempre ha buscado un culpable. Porque ven como trabajo y piensan que no es justo. Pero yo no podía pararme a culpar a uno o al otro. Si te pones a pensar en eso te derrumbas y no sacas fuerza para lo importante, que es estar preparado cuando te llega la oportunidad. Por eso nada más llegar a Dinamarca jugué ocho o nueve partidos de pretemporada. Y en Rumanía, después de más de un año sin competir, también lo jugué todo. También con la AFE. Jugamos tres partidos en cinco días y ganamos un torneo en el que nos enfrentamos a clubes profesionales.
Ha dicho que está mejor ahora que cuando jugaba en LaLiga. ¿A qué se refiere exactamente?
Físicamente estoy perfecto y, además, tengo más experiencia. Leo mejor el juego. Pequeños detalles que te hacen mejor futbolista. Si lees mejor el partido, puedes hacer menos recorridos innecesarios y cuando necesitas hacer un sprint de 60 metros estás fresco. Haberme sacado el título de entrenador también me ayudó mucho. He estado viendo partidos, analizando, viendo que hace este entrenador o este otro... También conviví con el cuerpo técnico del Alzira. Todas estas cosas me han servido mucho para mejorar. Soy mejor futbolista que en 2018.
Ha tenido muchos y muy buenos entrenadores. Pepe Mel, Javi Gracia, Garitano, Bordalás, Seedorf e incluso David Vidal. ¿De quién ha aprendido más?
He absorbido de todo de todos. Las cosas buenas y las cosas malas, para no cometer esos errores para cuando sea yo el entrenador. El que más me ha marcado es Gaizka (Garitano). Es quien más confió en mí. Me hizo debutar y ganar la Liga en Segunda, me hizo debutar en Primera... Yo fui al Dépor por él porque tenía otras ofertas mejores. Javi Gracia también me ayudó muchísimo, sobre todo psicológicamente. Era demasiado impulsivo, todo pasión, y me hizo ver qué hacía bien y qué hacía mal. Esos dos entrenadores fueron muy importantes en mi carrera. También Seedorf. A nivel colectivo y cómo preparaba los partidos era una pasada. Estábamos en descenso y hacía que saliéramos al campo y nos comiéramos la hierba.
¿Y el delantero que más le ha costado marcar?
A mí siempre me han gustado Gerard Moreno e Iago Aspas. Son jugadores muy difíciles de marcar, muy listos. Tienen muchos registros. Te pueden picar para romperte a la espalda, se desmarcan al primer palo y van al segundo, te hacen una pared de primeras y te rompen... También he tenido compañeros muy buenos como Charles o Joselu, pero me quedo con Ryan Babel. En el Dépor era un espectáculo.