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INGLATERRA

El año mágico del Chelsea

El equipo de Stamford Bridge sufrió lo indecible hasta conseguir coronarse como campeón del mundo por primera vez. Abramovich, Tuchel, Havertz y Azpilicueta fueron los protagonistas del mejor año de la historia 'blue'.

ABU DHABI, UNITED ARAB EMIRATES - FEBRUARY 12:  Cesar Azpilicueta of Chelsea lifts the trophy after the FIFA Club World Cup UAE 2021 Final match between Chelsea v Palmeiras  at Mohammed Bin Zayed Stadium on February 12, 2022 in Abu Dhabi, United Arab Emir
ABU DHABI, UNITED ARAB EMIRATES - FEBRUARY 12: Cesar Azpilicueta of Chelsea lifts the trophy after the FIFA Club World Cup UAE 2021 Final match between Chelsea v Palmeiras at Mohammed Bin Zayed Stadium on February 12, 2022 in Abu Dhabi, United Arab EmirFrancois NelGetty Images

Con la consecución del Mundial de Clubes, el Chelsea culmina su año mágico, el mejor que se le recuerda en sus 116 años. Una historia que no se podría entender sin la llegada de Roman Abramovich en 2003, cuando, con solo 36 años, compró el club londinense por 85 millones de euros y asumió su deuda, valorada en 114,7 millones. Una inversión muy rentable si se tiene en cuenta que, tal y como informó Bloomberg en 2018, el magnate ruso recibió una oferta de 2.500 millones de euros para vender el equipo de Stamford Bridge.

Pero Abramovich la rechazó, y después de una sanción de la FIFA que le dejó sin posibilidad de fichar durante dos ventanas de traspasos, el dueño del Chelsea volvió a la carga en el verano de 2020. En plena pandemia, el club que dice ser "The pride of London" (el orgullo de Londres) desembolsó 247 millones de euros y se hizo de golpe con Havertz, Werner, Chilwell, Ziyech y Mendy. Toda una declaración de intenciones para el resto de clubes europeos, inmersos en procesos de recortes presupuestarios.

Sin embargo, los "leones azules" tardaron en conjuntarse. Lleno de caras nuevas, las expectativas fueron tan altas desde el comienzo de la temporada 2020-21 que Frank Lampard sucumbió. El exjugador, leyenda de los Blues, no fue capaz de armar un equipo competitivo en la primera mitad del curso y tuvo que dejar paso a Thomas Tuchel justo antes del cruce de octavos de final de Champions League, contra el Atlético de Madrid.

Tuchel, el ingeniero

El técnico alemán había ganado gran prestigio tras su paso por el Borussia Dortmund, pero no tuvo fortuna en el Paris Saint-Germain y fue despedido escasas semanas antes de la llamada de Abramovich. Tuchel quería reivindicarse y en un tiempo récord preparó a sus hombres para la hazaña. En el horizonte estaba el Atlético, el mejor equipo español del pasado curso. Un reto de altura para un equipo por hacer.

A pesar de las dudas iniciales, el Chelsea venció en el partido de ida y en el de vuelta. Se impuso con claridad, demostrando la categoría del equipo, que empezó a creer en sí mismo. Tuchel empezaba a ganarse al vestuario y en cuartos de final, contra el Oporto, los londinenses también fueron un rodillo. Por eso, cuando se enfrentó al Real Madrid en semifinales, el Chelsea se encontraba en el mejor momento de forma posible.

El entrenador alemán había dado con la solución: una red de seguridad compuesta por tres defensas centrales muy fiables, como demostraron ser Rüdiger, Thiago Silva y Christensen; dos carrileros infatigables como Azpilicueta y Chilwell; dos mediocentros vigilantes, que eran indiscutiblemente Jorginho y Kanté -acabarían tercero y quinto en el Balón de Oro, respectivamente-; y para conectar los ataques, Mason Mount de enganche de Werner, que jugaba como punta de lanza, con Havertz como escudero.

Una final y dos hombres

La mezcla de juventud y veteranía dio sus frutos. El Madrid no fue capaz de pasar del empate en el Bernabéu y en el encuentro de vuelta fue vapuleado por el bloque de Tuchel. La exhibición del Chelsea ante los de Zidane, con goles de Mount y Werner, no sólo demostró el excelente estado físico de los Blues, sino también su tremenda confianza. Tanto era así que a pesar de estar alejados de la cabeza del liderato en la Premier y de ser derrotados por el Leicester en la final de la FA Cup, los "leones azules" no se amedrentaron ante Pep Guardiola.

En Oporto, el equipo londinense se llevó la final de Champions League con merecimiento ante un impotente Manchester City. Guardiola trató de soprender con su planteamiento, a sabiendas del potencial del Chelsea y del genio de Tuchel, que antes fue su pupilo. Pero arriesgó demasiado con Gündogan como único sostén del equipo citizen y, para colmo, su mejor hombre, De Bruyne, no pudo acabar la final. Demasiados contratiempos para el City, que acabó colapsando con el gol de Havertz.

Después de mucho sufrimiento, el "hombre que costó 80 millones" se convirtió en el "hombre de la final" y su tanto coronó al Chelsea como mejor equipo de Europa. Fue la segunda Champions League de su historia, y la segunda también de su capitán, César Apilicueta, el único jugador del club que lo ha conseguido hasta el momento, lo que le convirtió en el gran protagonista de la final junto a Havertz. El defensa español ya era leyenda, pero tenía aún dos cuentas pendientes, y su equipo también.

La guinda de oro

No era la primera ocasión en la que Azpilicueta y "su" Chelsea llegaban a la Supercopa de Europa y al Mundial de Clubes, pero nunca antes habían ganado estas competiciones. De ahí las ganas de revancha. Pero el camino no fue nada sencillo, y en la Supercopa frente al Villarreal, campeón de Europa League, los "leones azules" tuvieron que esperar hasta los penaltis para llevarse la victoria.

Para entonces, el guardameta senegalés Edouard Mendy era el titular por méritos propios, pero fue sustituido por Kepa Arrizabalaga antes de la tanda. El español es un verdadero especialista cuando se trata de penas máximas y su parada llevó la primera Supercopa de Europa a las vitrinas de Stamford Bridge, que todavía tendrían que hacer hueco para un nuevo trofeo.

Viciado por los éxitos, el Chelsea perdió el orden de su juego con la llegada del invierno, y su reciente mala racha en la Premier League dio pie a muchas dudas. El fin del 2021 ha sido el peor momento de Tuchel al frente de los Blues. Encima, el entrenador dio positivo en COVID en la víspera de su viaje Emiratos Árabes para jugar el Mundialito. Pero si de algo estaba seguro el alemán, es que esto no iba a ser nada fácil, y que habría que sufrir -de nuevo- para conseguirlo.

En semifinales, el gol de Lukaku fue suficiente para superar al Al Hilal por la mínima, para alegría de Tuchel, que se recuperó a tiempo para estar presente en la final. Otro reto en la que volverían a vencer con mucha agonía tras una prórroga eterna, gracias a un gol de Havertz. El hombre de la final, otra vez; entonces, Azpilicueta levantó la copa, otra vez; Tuchel se reivindió, otra vez; y la inversión de Abramovich se revalorizó, otra vez... Muchas veces. Muchos hombres. Un sólo equipo. El orgullo de Londres.