Lástima de mañana perdida
Ni el Racing ni el Badajoz hicieron mérito alguno para mover el marcador en un partido sin fútbol ni ocasiones. El árbitro estuvo a la misma altura.
El pasado viernes, Lon, el eterno pivote del Sinfín de balonmano, dejó en la Cadena SER una perla que invita a la reflexión sobre lo que opinan los profesionales del deporte: "jugar bien está sobrevalorado". Debe ser. Supongo que se quería referirse a la mayor importancia que hay que dar a los resultados sobre el espectáculo. La pena es cuando acabas la mañana sin setas ni Rolex. Sin jugar bien y sin ganar. Eso es exactamente lo que sucedió hoy en El Sardinero. A los dos equipos.
Ambos entrenadores apostaron por colocar una bombita cada uno en su once inicial. Romo metiendo a Sergio Marcos, que no era titular desde el empate en casa con el Unionistas, y Jové cargándose a David Concha, no solo el jugador más destacado de la temporada junto a Dani Fernández y Santamaría, sino que estaba hipermotivado por volver a casa. Cosas de técnicos. Luego, en el momento de iniciar el partido, los jugadores del Badajoz estuvieron durante 40'' de rodillas, negándose a tocar el balón, en protesta por la situación de su club. Ahí se acabaron las sorpresas que deparó el primer tiempo.
Los primeros 45' del partido fueron una absoluta pérdida de tiempo. Ni ritmo, ni tiros, ni ocasiones, ni intensidad en ninguno de los dos equipos. Hubo momentos que parecía un bolo de esos de postemporada en los que todo el mundo va por compromiso y a medio gas. 4-2-3-1 en los dos equipos, con Manu Justo y Gorka Santamaría abandonados a su suerte arriba. Solo un par de arrancadas poderosas de Camus (que acabaron en nada) en un lado, y el oficio de Isi Gómez, en el otro, trasmitieron algo. Poco.
La segunda parte no fue mejor. Un poco más intensa, pero igual de pobre futbolísticamente hablando. Fútbol lento, previsible, sin profundidad, sin riesgos (cuatro atrás clavados como estacas en las dos áreas) y, además, con parones. Un centro de Pablo Torre al segundo palo, al que no llegaron, por poco, ni Harper ni Soko y un medio tiro/medio centro de Adilson que despejó con algún apuro Parera: hasta ahí las ocasiones de gol.
Mediado el segundo tiempo, pese a que Romo metió en el campo a Soko, que ofrece más sensación de peligro que todos los demás, el Racing seguía sin poder, el Badajoz decidió que ya tampoco quería y el árbitro enlazaba despropósitos. Si durante todo el partido nunca se sabía cual era su criterio a la hora de pitar faltas, en el tramo final optó por imponer uno, ninguna falta a favor del Racing. El cabreo que acumularon los jugadores verdiblancos por las decisiones arbitrales, ninguna en las áreas (que no se pisaban), hizo que sacaran más nervio para protestar al colegiado que para achuchar a los pacenses. Empate a nada. Justo.