NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

ESPANYOL

Vilhena en las ruinas de La Catedral

Ni 17 días de entreguerras le han bastado al Espanyol para desterrar uno solo de sus defectos, cada vez más peligrosos. A las puertas del derbi contra el Barça, se salvó el debutante Vilhena.

Actualizado a
BILBAO, SPAIN - FEBRUARY 07: Tonny Vilhena of RCD Espanyol  celebrates after scoring his team's second goal during the LaLiga Santander match between Athletic Club and RCD Espanyol at San Mames Stadium on February 07, 2022 in Bilbao, Spain. (Photo by
Juan Manuel Serrano ArceGetty Images

La marmota no ha muerto. La película que el Espanyol proyectó en La Catedral no hubiera requerido de 17 días de rodaje, los que tuvo entre partidos a diferencia de un Athletic de multicine. Ofrecieron los pericos lo de siempre desde que comenzó este terrorífico 2022, con algún tramo de esperanzador fútbol –que, probablemente, le convenía al rival– y otros ratos, la mayoría, de una preocupante desconexión. Con un gol a favor y una remontada en contra, la segunda tras la de un Betis que les goleó como hubieran podido hacer los leones de haberlo necesitado. Sin Raúl de Tomás ni Keidi Bare en esta ocasión, cierto. Pero con un punto sobre 12 posibles y en la semana ya del derbi, del Espanyol-Barcelona –apunten ya la baja por sanción de Óscar Gil–, y ante un calendario que provoca temblor de piernas hasta al más atrevido. Dicen que la marmota había muerto. Mentira. El día de la marmota se vive en blanquiazul.

La revelación Vilhena. Fue la sorpresa en la alineación, el debut como titular de Vilhena tras su testimonial estreno ante el Betis. Lo había presentado Rufete, en su presentación, como un jugador polivalente. Y lo demostró. No solo por ese madrugador gol, en el primer balón que tocaba y con la diestra (detalle nada casual para un teórizo zurdo), sino también por la posición nada habitual en que le tocó desplegarse –pegado a la banda izquierda, pero por delante del lateral que venía de defender en el Krasnodar– y por su constante participación e incidencia en el juego del Espanyol. Además de goleador, defendió, repartió, se movió con criterio y pudo ser asistente en un cabezazo de Dimata –reemplazo del sancionado Raúl de Tomás– que recordó al del derbi. Si no fue el neerlandés el mejor de los pericos, desde luego lo pareció.

Si la vida te da limones, haz limonada. Y si el mercado te quita extremos y te da (aún más) interiores, utiliza los interiores. Es lo que debió pensar Vicente Moreno, quien además de Vilhena repitió con Darder y Morlanes por dentro, además de Melendo más escorado al carril diestro que de costumbre. Ningún extremo en la alineación. Sirvió para confundir muy temprano al Athletic, con esa vertiginosa carrera de Puado –autopase incluido– que desembocó en el 0-1. Y también para conservar la posesión, eso sí, ya con el marcador en contra y unos leones –da igual con titulares que con rotaciones– que viven cómodos a la contra. Una disposición muy válida para mantener un resultado, más compleja cuando marcar es una necesidad.

Fragilidad. Porque poco se puede hacer, y menos si Raúl de Tomás no puede solventarte la papeleta, cuando aquella misma defensa otrora incorruptible, al menos en los metros finales, se vuelve tierna, inconsistente, quebradiza. Erró Cabrera en el tanto del empate por romper el fuera de juego, acaso también Diego López por no salir ante Sancet. Y el fallo fue grupal en el 1-2, descolocada la zaga tras un rebote en la barrera, en una falta desde la frontal, lo que habilitó a un Íñigo Martínez completamente solo de principio a fin. 17 días había tenido el Espanyol para tapar esas fugas, preocupante que se mantengan con lo que viene.

Dimata, en apuros ante Vivian.
Ampliar
Dimata, en apuros ante Vivian.AFP7 vía Europa Press

Una mano con memoria. Tampoco estuvo exento de polémica este histórico partido de LaLiga. No vio Soto Grado punible la mano de Balenziaga desviando la trayectoria del balón en un centro de Óscar Gil, ni le desmintió el VAR por no ser clarísima. Esgrimió el árbitro ante las quejas de Puado que estaban bajas y muy próximas al tronco. Poco convenció a un banquillo del Espanyol que con retardo vio la acción en una tableta y vociferó. Inevitable para cualquier perico fue recordar esa otra mano de la jornada anterior, ante el Betis, que comenzó a desestabilizar el momentáneo 1-0 a favor. Aquella de Aleix Vidal, muy similar a la de San Mamés, sí fue sancionada con penalti en contra.

De tres en tres. Poco amante de las revoluciones, y a pesar de que el Espanyol se estaba desplegando con soltura –aunque relativo peligro–, ordenó Vicente Moreno tres cambios de una tacada. Entraron David López, Embarba y Loren por Sergi Gómez, Melendo y Dimata. Luego, otros dos: Yangel Herrera y Wu Lei en lugar de Morlanes y Vilhena. Claro que Marcelino echó mano de un fondo de armario tal como Muniain o Iñaki Williams. El resultado, un Espanyol que merodeó el gol… Concretamente, además de un disparo contundente de Darder que desbarató Unai Simón, el 1-3 de Embarba en propia meta. Hubiera sido un golazo.