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Tres desterrados amenazan al Leganés con la Ponferradina

Dani Ojeda, José Naranjo y Erik Morán representan tres casos de éxitos frustrados en Butarque que ahora sí brillan en Ponferrada, justo antes de la visita a Butarque.

Tres desterrados amenazan al Leganés con la Ponferradina
Luis de la MataDIARIO AS

El Leganés se enfrentará este domingo a la Ponferradina (Butarque, 14:00), un equipo desencadenado (son 2º en la tabla con tres victorias seguidas en Liga) que llega blindado por tres desterrados pepineros ejerciendo un liderazgo que algún día se les supuso al sur de la capital, pero que no pudieron abanderar, bien por momentos personales, decisiones técnicas o circunstancias institucionales. Erik Morán, José Naranjo y Dani Ojeda retornarán convertidos en serias amenazas y con ganas de asaltar un feudo que un día soñó con hacerles sus ídolos.

En el caso de Ojeda, quizá el más agitado y anómalo de los tres en clave pepinera, está por ver si llegará en buenas condiciones, como ya avisó ayer su técnico, Jon Pérez Bolo. Un mes de molestias le hace ser duda, aunque hay optimismo con su presencia en lista. El canario aterrizó en El Tolarín el pasado verano con la carta de libertad después de que el Leganés le concediera su salida a coste cero en enero. El chico (27 años) firmó por el Alcorcón y zanjó así una convulsa etapa como pepinero, que inició en 2018, cuando firmó como un valor emergente y también gratis desde el Lorca.

Ojeda, máximo goleador histórico de las inferiores en Las Palmas, se comprometió por tres años y aunque inicialmente parecía que se iría cedido a un Segunda (entonces el Lega militaba en Primera) convenció a Pellegrino para ganarse un hueco. De hecho, se hizo con el dorsal 7 y debutó en la élite en la primera jornada ante el Athletic. Luego fue titular en la segunda ante La Real Sociedad. Aunque aún jugó un partido más de inicio (ante el Girona de carrilero) Pellegrino de buenas a primeras dejó de contar con él e incluso le deslizó en privado que no estaba listo para la categoría, lo que forzó su marcha al Granada en enero del 2019, con el que ascendió a Primera.

Aquella media campaña no fue suficiente para cambiar el criterio de El Flaco, que el curso siguiente lo mando al Albacete para también ser pieza clave de aquel grupo que jugó play off de ascenso. Ya con el Leganés de nuevo en Segunda, Ojeda se quedó en Butarque, pero tampoco convenció a Martí. De ahí su adiós al Alcorcón que, curioso, se produjo días antes del cese del técnico. A Garitano, su reemplazo, el perfil de Ojeda le gustaba. Pero ya no hubo marcha atrás. Ahora en la Ponferradina es pieza relevante del ataque y suma tres goles y una asistencia.

Naranjo, amenaza y esperanza

También anda desatado José Naranjo, al que el Leganés fichó en calidad de cedido en 2017 después de haberle sufrido dos cursos antes el año del ascenso a Primera. Aquella campaña el gaditano jugaba en el Nastic de Tarragona y lideró un equipo que pugnó con el Leganés por el ascenso directo. Tras su salida al Celta y posterior recompra rumbo al Genk, en Butarque confiaban que se pareciera a aquella versión. No fue posible mezcla de un momento individual bajo y las altas exigencias de Garitano. La competencia (Amrabat, El Zhar) no le ayudó a tener continuidad. Tras aquello marchó a Tenerife y en el AEK Larnaca de Chipre recuperó el protagonismo que ahora tiene en El Bierzo, donde ya ha visto puerta en cuatro ocasiones.

El otro viejo conocido, Erik Morán, es el único que sí tuvo continuidad en el Leganés en sus dos etapas. Primero, de enero a junio de 2014, cuando el Athletic lo cedió a Butarque para ayudar a la permanencia en Segunda el curso del retorno blanquiazul al fútbol profesional. Después, en enero de 2017 volvió ya en propiedad desde el Zaragoza para tener protagonismo en la primera permanencia en Primera. Su rol se apagó el curso siguiente y en enero de 2018 marcho al AEK de Atenas, donde ganó la liga griega. Tras dos etapas discretas en Málaga y Numancia, en Ponferrada ha recuperado el brillo de aquellos días que en San Mamés lo veían como el heredero rojiblanco. Titular intocable para Bolo, a sus 30 años aporta el tempo y la veteranía que necesita la medular berciana.